- Sigue Veracruz sórdido
- Vivir a la defensiva
PASAMANOS: 3 de diciembre, 2016: trasciende en Coatzacoalcos que Nadia Lagunes, hija del columnista y ex regidor, Federico Lagunes, fue secuestrada.
6 de diciembre: en Tierra Blanca, la policía detiene a Adrián Tamayo, hijo del reportero asesinado, Pedro Tamayo (primero de julio, 2016), acusado, primero, del robo de una camioneta, y luego, del plagio de una persona.
8 de diciembre: en el puerto jarocho el columnista Silverio Quevedo Elox sufre un secuestro exprés.
9 de diciembre: el reportero José Alfredo Estrella García, de Minatitlán, fue amenazado por la policía naval, del Mando Único, asignada en el pueblo.
10 de diciembre: la sobrina y cuñado del columnista Gilberto Hazz Diez son asaltados. Encañados en el Oxxo del fraccionamiento “La Tampiquera” en Boca del río.
11 de diciembre: el reportero Santos López Celdo, corresponsal en Acayucan, fue golpeado, según dijo, por elementos policiacos estatales. Fue cuando tomaba datos sobre los cadáveres de la matanza en Suchilpan, Jesús Carranza.
12 de diciembre: el columnista Ricardo Chua publicita en su facebook que los ladrones entraron y saquearon su casa.
A primera vista, se trataría, digamos, de acciones propias de la inseguridad vivida y padecida en Veracruz.
La delincuencia organizada y común, ladrones, rateros, asaltantes, carteles y cartelitos, vaya el lector a saber, de igual manera como el atraco a tantos ciudadanos de norte a sur y de este a oeste de la tierra jarocha.
Y más porque el hecho de trabajar en los medios en ningún momento significa impunidad.
Y/o en todo caso, vivir en una ínsula, donde el paraíso terrenal es bendición superior.
Pero al mismo tiempo, resultaría paradójico sentirlo así, porque si el sexenio anterior dejó 19 reporteros asesinados, más 3 desaparecidos, más 5 exiliados y un montón cobijados en las medidas cautelares de la secretaría de Gobernación, el politólogo Carlos Ronzón Verónica es lacónico:
“Piensa mal y acertarás”.
BALAUSTRADAS: Unas horitas después de su secuestro exprés, el columnista Silverio Quevedo Elox declaró que su plagio y vaciado de sus tarjetas de crédito y el robo en su casa para nada está relacionado con el oficio reporteril.
Se anticipó, pues, al dictamen oficial que la autoridad, luego de su denuncia, habrá de investigar.
En todo caso, si con Javier Duarte el ejercicio periodístico en Veracruz “se convirtió en el peor rincón del mundo”, resultaría terrible para la libertad y el oficio y la vida cotidiana que ahora se reprodujera el estilo personal de ejercer el poder en el sexenio de Agustín Acosta Lagunes, 1980/1986, en que la amenaza, la intimidación y el acoso fueron la estrategia represiva.
Por ejemplo, cuando, entre otras cositas, la casa de un reportero fue robada en cuatro ocasiones durante un mes. Uno por semana.
Y luego, lo obligaran a exiliarse para silenciar su pluma.
Es el caso, incluso con todo y los pecados que habrían cometido, de la andanada en contra de unos medios (AZ, Centinela y el holding de los hermanos Macías) que en forma reiterada han sido exhibidos por su relación con Javier Duarte y Fidel Herrera, y que serán sometidos a un escrutinio.
Y es que si la autoridad desea proceder, la legalidad expresa que ha de ser por la vía penal en vez de tantas cacayacas mediáticas.
Y aun cuando se dijera que cada quien “tiene su forma de matar pulgas”, hay reglas jurídicas a respetarse en un Estado de Derecho.
Por encima de todas ellas, seguir tirando lodo como parte de un manifiesto terrorismo. Burda venganza, con una nueva verdad bíblica:
Ellos son unos corruptos. Nosotros, impolutos, ángeles de la pureza.
ESCALERAS: La Yunicidad está en una lucha abierta contra los carteles, cartelitos y malandros.
La herencia recibida, desde Patricio Chirinos Calero, 1992/1998, con José Albino Quintero Meraz, pesa y pesa mucho.
Y más, en un Veracruz donde cientos de familias buscan a sus parientes desaparecidos y secuestrados, quizá asesinados y sepultados en fosas clandestinas.
Además, de los delitos del orden común. Robos a casas habitación, atracos a negocios, asaltos a personas en la vía pública, etcétera.
Por eso mismo, el legendario director, Benjamín Bradle, del legendario periódico “The Washington Post”, tiempo del Watergate de Richard Nixon, recomendó al par de diaristas comisionados para el caso lo siguiente, entre otras cositas:
Uno. Nunca salir de noche, y menos, mucho menos, andar en la madrugada. Y menos, solos.
Dos. Evitar relaciones peligrosas.
Tres. Suspender reuniones amicales en las cantinas y los antros. Nada de moteles.
Cuatro. Siempre andar acompañados.
Cinco. Salir a la calle únicamente lo indispensable.
Y aun cuando si los malosos, enemigos y adversarios, y oficiosos, van atrás de una persona, y de cualquier manera el atropello se comete, tales medidas cautelares significan un respiro.
Miguel Alemán Velasco decía que “a todos nos han amenazado” y a todos nos han robado la casa.
Y si en el relato bíblico citan a ladrones y asaltantes, otra cosita, sin embargo, constituye la disputa por la jugosa plaza Veracruz, a través de secuestros, crímenes, chupa-ductos, migrantes, droga, prostitución, derechos de piso y extorsiones, y policías y políticos aliados y cómplices de los carteles y cartelitos.
Por eso ha de vivirse y caminar siempre a la expectativa y a la defensiva.
Ni modo, “aquí nos tocó vivir” dice un personaje de Carlos Fuentes.