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Expediente 2018: Más cruces en el panteón

LUIS_VELAZQUEZ

Luis Velázquez

13 de septiembre de 2018

El ciudadano común que todos los días vive con sencillez esperaría que de pronto, zas, Batman y Robin y/o “El llanero solitario” y Toro, de perdis “Chucho el roto”, o el dinosaurio de Tito Monterroso con sus coletazos aterrizara en Veracruz para acabar con los carteles, los señores que han convertido “la noche tibia y callada” de Agustín Lara es un río de sangre y en un valle de la muerte y en el primer lugar nacional con fosas clandestinas.

Cada ciudadano esperaría con una lupa en la mano “un día y una noche en plena paz” (Julio Cortázar), pero la evidencia está canija.

Cada día y cada noche, más crímenes, más desaparecidos, más feminicidios, más edecanes y modelos secuestradas, más parejas ejecutadas, más cuerpos flotando en ríos y lagunas, más cruces en el panteón.

Para la historia quedó que Javier Duarte, Arturo Bermúdez, Felipe Amadeo Flores Espinoza y Luis Ángel Bravo Contreras, nunca quisieron ni tuvieron voluntad férrea para garantizar el Estado de Derecho.

Y dado el infierno heredado, hay la percepción que la yunicidad llegó al principio de Peter, porque no ha podido ni podrá en los meses y cachito que le faltan.

Y si el góber electo, Cuitláhuac García Jiménez, ha dicho, muy echado para adelante, que en dos años pacificará Veracruz, caray, ni Felipe Calderón Hinojosa ni Enrique Peña Nieto pudieron en doce años.

Y más porque se olvida un principio fundamental: los carteles y cartelitos, anexos, conexos y similares, tienen en el mundo sórdido y siniestro que manejan ingresos súper millonarios y ni modo que los carteles renuncien, así nomás, digamos, en nombre de la república amorosa, a tales privilegios.

Menos en Veracruz, por ejemplo, donde el negocio de los barones de la droga y la delincuencia organizada (y desorganizada) se ha traducido en ingresos millonarios con el huachicoleo, Veracruz, campeón en el Golfo de México y en el Océano Pacífico en el robo de gasolina.

 

EL DIABLO VIVE EN VERACRUZ

 

Y es que luego de casi ocho años de vivir en el infierno ninguna duda hay que el diablo vive en Veracruz y ha tenido tierra fértil para sus ilícitos.

Y aun cuando nadie ha visto al diablo (ni lo verá), el diablo existe, si se le liga, por ejemplo, a la maldad.

Es más:

Todas las familias de norte a sur y de este a oeste en los 212 municipios (un estado más grande que Honduras, Guatemala, Salvador y Nicaragua, entre otros de América Latina) hemos sentido de pronto, mejor dicho, padecido, la posesión diabólica a partir de tantos muertos y desaparecidos y fosas clandestinas.

Veracruz es un pueblo que todos los días y noches anda de viaje buscando la paz perdida, el paraíso terrenal extraviado, la libertad y la dignidad a partir de la seguridad en la vida y en los bienes.

Y aun cuando habrá ciudadanos como Diógenes con una lámpara buscando al hombre, luego de casi ocho años de esperanzas fallidas, ene número de veces la lámpara se habrá fundido.

Y en medio de todo, el dolor y el sufrimiento.

Cada familia, por ejemplo, tiene un hijo, un pariente, un amigo, un compadre, un vecino, un conocido asesinado, secuestrado, desaparecido, sepultado, incluso, en fosa clandestina, tirado en la carretera, en los matorrales y los cañales, flotando en un río o una laguna.

Y aun cuando en todos los casos, la felicidad que los ausentes nos enseñaron a vivir es y fue importante, el dolor es imparable, porque está atrapado y sin salida en el desconcierto y la zozobra ante la certidumbre de saber el destino y el paradero de cada uno de ellos.

Los carteles están adueñados de Veracruz desde hace mucho, demasiado, excesivo tiempo y la vida todos los días y noches es un infierno.

 

DIFÍCIL VIVIR EN VERACRUZ

 

A mitad de la semana anterior, el Fiscal anunció que en algún lugar de la zona centro de Veracruz habían descubierto una fosa clandestina más, una, digamos, de las fosas anunciadas desde el inicio de la yunicidad en 55 municipios.

En automático, los padres con hijos y familiares desaparecidos en la región centro, una de las zonas más flageladas por los malandros, vivieron y padecieron las horas más duras y ríspidas de sus días y noches, pensando en la posibilidad de que los suyos estuvieran entre los cuerpos sepultados.

Pero como Jorge Wínckler suele pitorrear y jugar y hacer escarnio con el dolor y el sufrimiento resulta, digamos, que para despistar a los medios dijo que la fosa estaba ubicada en un municipio de la región centro…, cuando, caray, era en el poblado de pescadores, “El Arbolillo”, de Alvarado.

Su agravio, como siempre, fue mayúsculo, pero le valió.

Así, por un lado, la pesadilla se ha multiplicado, pues una cosita es el secuestro y desaparición de un familiar, y otra, que el Fiscal se pitorree, como el caso de Wínckler.

Tan es así que, por ejemplo, algunos Colectivos comparan el trabajo, la filosofía de gobernar y el resultado social de Luis Ángel Bravo Contreras y Wínckler y llegan a la conclusión de que el Fiscal azul es mil años luz más perverso que el Fiscal duartiano.

¡Qué difícil se ha vuelto vivir en Veracruz, primero, con los carteles adueñados del Estado de Derecho, y segundo, con Fiscales así!

 

Las ideas y opiniones expresadas por el autor de ésta columna periodística, no reflejan necesariamente el punto de vista de Crónica de Xalapa ©️

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