Apenas es precandidato rojo a la mini, y Héctor Yunes Landa, HYL, como todo político automático que vive pensando en el cargo siguiente, está manejando sus fichas.
Por ejemplo, su amigo Octavio Legarreta, delegado federal de la secretaría de Agricultura en el sexenio del góber fogoso, ha regresado a Xalapa y ayer tomó posesión como nuevo delegado de la SAGARPA en lugar del ingeniero Marco Antonio Torres Hernández, amigo del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.
Y, bueno, si es cierto, como afirmaba Juan Maldonado Pereda, QEPD, que “la política es un tragadero de hombres”, grave el destino de Veracruz porque la SAGARPA, como el resto de las dependencias federales, suele mirarse como un botín en que cada programa “es oro molido para ganar elecciones”.
Y también, claro, para “ordeñar la vaca”, a excepción de Torres Hernández, uno de los políticos del PRI más honesto e íntegro.
Tal cual, incierto el escenario para Veracruz, pues como en el caso los cultivos básicos de la tierra jarocha (la caña de azúcar, el café y los cítricos) han sido rebasados por las remesas de los paisanos migrantes en Estados Unidos como sostén de la economía local.
Peor, si se considera, por ejemplo, que el tercer secretario de Desarrollo Económico, el dentista Ramón Ferrari Pardiño ha ganado el premio mayor a la indolencia, pues todos los problemas y pendientes sociales los delega a su equipo de “Los bembones”, en que como lo ejemplifica su cabildera Rubí Alceda el tortuguismo burocrático es la reina de la dependencia.
La fama pública consigna que en el fidelato, la delegación federal de la SAGARPA con Octavio Legarreta fue peor que la cueva de Alí Babá.
Y, bueno, si Legarreta despachaba como secretario de Agricultura en Chihuahua con el gobernador César Duarte, y HYL lo ha convencido de regresar a Veracruz al mismo cargo, alguna razón poderosa existirá… más allá de la función pública.
UNA RENUNCIA DEMASIADO ANUNCIADA
Fidel Herrera, un político seductor igual que muchos otros, convirtió a Legarreta en hijo predilecto de Veracruz, hasta con una ceremonia en el Congreso local.
Pero como Fidel, con Javier Duarte, JD, y como dice el politólogo Carlos Ronzón Verónica, representan la Decena Perdida en Veracruz, el campo empezó a joderse desde entonces.
Incluso, desde antes, por ejemplo, con Miguel Alemán Velazco, cuyo peor testimonio de indolencia fue el llamado “Armadillo” (Ramón Ferrari era el titular de SEDARPA), a orilla de la carretera de Veracruz a Xalapa, un elefante blanco creado para promover la exportación agropecuaria y que ha sido de todo como experimento político, pues nunca ha funcionado para el desarrollo agropecuario.
Además, se atraviesa otra circunstancia: desde el arribo de Enrique Peña Nieto a Los Pinos, JD ha pretendido manejar las delegaciones federales como si fueran de su propiedad.
Y en aquellas que se le fueron de la mano ha operado con un par de estrategias, entre otras:
Por ejemplo, en el caso de Alberto Amador, delegado federal de la SEGOB, lo quiso seducir, y apenas fue recibido en palacio, hasta le ofreció una casita en Xalapa de regalo que, todo indica, la habría rechazado.
Después, se convirtió en un interlocutor asiduo del palacio y terminó en un apasionado defensor del duartismo.
En otros casos, JD se la ha pasado torpedeando a los delegados para su descarrilamiento, entre ellos, a Marco Antonio Torres, obsesionado como está con absorber el control de los programas agropecuarios, en ningún caso para enaltecer el desarrollo social, sino, y como asegura el líder estatal del PRD, Rogelio Franco Castán, para el jineteo bursátil.
UN HURACÁN LLAMADO HÉCTOR YUNES
El sexenio se le está yendo a JD en medio de la nostalgia, como quedó testimoniado con su ausencia en la coronación de la reina del carnaval y en los desfiles, pero también con su manifiesta ausencia en la recepción al Papa Francisco donde todos sus colegas fueron invitados.
Y, por tanto, el delegado federal de la SAGARPA se le fue vivo, pues en repetidas ocasiones, además de cabildear para tumbarlo (el Niño Pípila fue Alberto Amador), le organizaron marchas en su contra.
Ahora, HYL entra al torpedeo, ansioso y desesperado, pues apenas es precandidato, y aun cuando su nombre irá en la boleta para la mini, expresa su desesperación, mejor dicho, su urgencia de mandar en Veracruz, cuando en cada discurso alardea del respeto a los derechos humanos de todos.
Más ansioso estaba Octavio Legarreta. Si con el fogoso encontró aquí el paraíso terrenal y le fue bien, cuando menos mejor que en Chihuahua, entonces, el resto de delegados federales ha de “poner sus barbas a remojar”, porque un huracán político estaría a punto de aterrizar en el trono imperial y faraónico.
Y, de paso, HYL habría pactado acuerdos con Pepe Yunes para abrir espacios a su gente, todas “las viudas” del senador de Perote han de perder sus esperanzas.
Si el precandidato priista ni siquiera le da agua “al gallo de la pasión”, menos a ellos.
Con el inesperado cambio de Marco Antonio Torres y la llegada de Legarreta a la SAGARPA, el precandidato rojo a la mini se ha manifestado tal cual.