En Guerrero cayó el gobernador
Y también en Michoacán
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En Guerrero, el alcalde y su esposa, aliado con los policías y su cartel, desaparecieron a 43 estudiantes de Ayotzinapa.
Entonces, el presidente de la república asestó un manotazo y cayeron el gobernador Ángel Aguirre Rivero y su secretario de Seguridad Pública y su Fiscal y los mandos policiacos.
Incluso, los policías quedaron presos.
En Michoacán, quedó comprobado que el hijo del gobernador Fausto Trejo y su secretario General de Gobierno eran amiguitos de “La tuta”, el profesor que dejara el salón de clases en la escuela primaria y se volviera jefe de un cartel, y fueron ajusticiados por el gobierno federal.
Pero en Veracruz, dice el politólogo Carlos Ronzón Verónica, tenemos un Ayotzinapa con los 5 jóvenes originarios de Playa Vicente levantados en Tierra Blanca por los elementos policiacos de Arturo Bermúdez Zurita y entregados a los malosos, y Javier Duarte y su secretario de Seguridad Pública y su Fiscal continúan ahí, como si, en efecto, nada pasara.
Peor tantito: si se coteja la tragedia de Ayotzinapa con la tragedia de Tierra Blanca, las características son las mismas:
En tanto en Iguala, el alcalde y su esposa tenían su cartel, en Tierra Blanca, el presidente municipal de militancia panista ni una palabra ha pronunciado al momento, 45 días después del levantón de los muchachos y, bueno, el delito de omisión también está incluida en la Ley de Responsabilidades de Funcionarios Públicos.
En Iguala, los 43 estudiantes fueron desaparecidos de igual manera que en Tierra Blanca, los cinco jóvenes tienen un paradero incierto.
En Iguala, como en Veracruz, el repudio a la elite gobernante y policiaca se ha recrudecido (el Peñismo bloqueó a los padres de Ayotzinapa para hablar con el Papa Francisco), y si allá los peritos argentinos entraron al examen de los restos para tener la certeza del destino de los normalistas, también aquí en Veracruz.
En Tierra Blanca, el gabinete federal ha estado pendiente y para esta semana se anuncia la visita de nuevo del subsecretario de Gobernación, Roberto Campa, a Tierra Blanca, luego de que el domingo el Alto Comisionado de la ONU se reuniera con los padres de familia.
Pero en el fondo solo domina una realidad: aquí, Javier Duarte y sus empleados siguen intocables.
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Hay denuncias penales de la Auditoría Superior de la Federación en la procuraduría General de Justicia de la nación en contra del duartismo, y sin embargo, la PGR atrasa y retrasa el veredicto.
Hay denuncias penales (una en la Fiscalía local y otra en la agencia del Ministerio Público federal) de la rectora de la Universidad Veracruzana, Sara Ladrón de Guevara, en contra de Javier Duarte por el atraso en el pago de más de dos mil millones de pesos, y no obstante, ninguna respuesta de la autoridad jurídica.
Es más, el auditor Juan Manuel Portal se lo dijo al reportero Carlos Loret de Mola:
“Claro, hay denuncias penales. En diversas ocasiones he hablado con el gobernador y nunca ha cumplido lo que ha ofrecido. (Javier Duarte, JD) acepta los desvíos, porque no tiene formas de demostrar que no los desvió. Quiere demostrar con documentación que no sustenta nada. Le he solicitado en un par de ocasiones que veamos entonces en qué se gastó todo ese dinero, pero no hay respuestas”.
Entonces, si el gobierno de Veracruz tiene convertido el destino de los recursos federales (falta conocer al detalle el paradero de los fondos estatales) en un cochinero, en un lodazal, la interrogante, observa Carlos Ronzón, son las razones por las cuales en Guerrero y Michoacán Peña Nieto asestó un manotazo y en Veracruz “dejar hacer y deja pasar”.
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Hipótesis 1: JD tiene un pacto con el diablo que desde el más allá lo protege. Y como en todos los pactos diabólicos, hacia el final de su vida entregará su alma al diablo.
Hipótesis 2: mucho, demasiado dinero público tomado de la secretaría de Finanzas y Planeación, SEFIPLAN, habría aportado JD a la campaña presidencial de Peña Nieto para que el presidente tolere tantos desmanes en contra de los 8 millones de habitantes de Veracruz.
Y aun cuando peña Nieto perdió la elección presidencial en Veracruz, como dice un priista, el político también queda bien cuando financia la campaña.
Hipótesis 3: el peñismo, a través de sus amigos constructores, estaría haciendo negocios en el Veracruz de JD, y por tanto, se ha alcanzado la fase superior de la política, donde los negocios lícitos e ilícitos estrechan mucho más la relación amical.
Hipótesis 4: JD tiene un político en el gabinete federal que lo ha blindado ante el peñismo. Según Carlos Ronzón es el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño Mayer, soñando con que Veracruz, bastión electoral de la nación, sea su Niño Pípila.
Hipótesis 5: si en Guerrero y Michoacán Peña Nieto intervino, también en Tamaulipas con un Comisionado y en Oaxaca con el manotazo en materia educativa, resulta inadmisible que Peña Nieto deje hacer en Veracruz en nombre de la soberanía de cada entidad federativa.
Y si el peñismo cree que en Guerrero y Michoacán, por ejemplo, el río se había desbordado, en Veracruz está más desbordado que en tales entidades federativas, a tal grado que salvo un milagro, el candidato priista a la mini/gubernatura ganaría en las urnas.
Y si gana será porque antes de la elección JD habría caído y/o en todo caso, su secretario de Seguridad Pública y el Fiscal.
Y en caso de que el trío continúe en sus puestos públicos, entonces, Héctor Yunes Landa solo ganaría comprando el voto al precio que sea necesario, si es que, claro, al resto de candidatos “les comen el mandado”.