Ramón Gutiérrez, remembranza y esperanza de la música latinoamericana

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Con la imagen de Xalapa, la Atenas Veracruzana, es que Ramón Gutiérrez comienza esta entrevista en exclusiva con Crónica de Xalapa; tranquilamente en un ambiente cálido, colorido, estridentista y con historia. Pero, es la historia de Gutiérrez, la que invadió cada rincón del lugar con su voz que denota experiencia, esfuerzo por su trabajo y, su pasión que es, la música.

Remembranzas de la bella Xalapa

Fue en 1992 cuando Xalapa recibió a Ramón Gutiérrez, en un momento en que la ciudad era tranquila, accesible y hermosa, según sus memorias. Su primer trabajo en esta ciudad fue su propio taller, en la ex hacienda molino de La Pedreguera, ubicada en San Bruno, viviendo de hacer instrumentos y tocar en algunos lugares como la Casona del Beaterio y La Tasca, donde Manuel Boada le dijo que, en aquel lugar, sólo tocaban grupos de calidad como el trío Xoxocapa y el grupo Tlayoltiyane.

En aquellos años, la gente no conocía mucho del son jarocho ni de la fiesta del fandango pero, en compañía de Luis Rechy y Román Güemes, en el patio Muñoz, comenzaron a  dar conocer lo que es el fandango. Para la historia de Xalapa, se lograron fandangos extraordinarios, con alrededor de 500 personas para disfrutar de esta fiesta en el marco del primer y segundo encuentro de jaraneros.

Con emoción y nostalgia, hace alusión de estos momentos en esa Xalapa que lo acogió y ha sido su hogar por muchos años; donde nacieron sus hijos, donde dio los primeros pasos de casi 30 años de trayectoria en el son jarocho. Y con firmeza y orgullo, dice:

“Soy parte de esta ciudad; extraño poder caminar por las calles a la una o dos de la mañana sin temor; poder beber agua del grifo de la llave, esos momentos de neblina de Xalapa que, era impresionante. Y muchas cosas que añoro pero, sin lugar a dudas, los espacios, las ciudades y el planeta están cambiando y nos estamos adaptando”, comparte.

Encontrando su propia voz

En algún momento de esas noches de jueves a sábado, tocando en lugares donde aún se podía fumar, lleno de nicotina, Ramón pensó en que eso no era lo que quería para su vida y que debía y podía hacer más. Comenzó su búsqueda de lugares donde continuar su trayectoria y le abrieron espacios como el Festival Puerta de las Américas, donde el ganador era llevado a diversos festivales para exponer a los artistas mexicanos y, donde pudo conocer a jazzistas, personas del teatro y la danza. Conoció Nueva York, tocando para managers y otros personajes que estaban en auge con la música popular de todo el mundo.

“Era música tradicional pero con un universo amplio, hacia el pasado, a la música barroca, la música africana y la música nuestra, que es la indígena”, recuerda el maestro Ramón.

“A mí me toco una época de joven en que la comunidad rural y el campo, se estaban desechado de algo que el capitalismo y los medios nos decían que debíamos dejar de hacer. Yo venía del campo, hacía son jarocho y nada de eso era el boom que la televisión mostraba, ni la radio, ni la música que se escuchaba. Esos fueron aspectos muy importantes para mi generación pues, todo mundo estaba viendo hacia otros lugares y yo, influenciado por el movimiento del son jarocho que, empieza Arcadio Hidalgo y Mono Blanco entre ellos, mi hermano Gilberto que me influenció mucho; fue ahí donde surgió Son de Madera, que estaba viendo hacia el pasado y hacia el futuro”, explica sobre esta etapa.

No sólo este descubrir de su esencia y propósito fue lo que marcó la segunda parte de la vida de Ramón Gutiérrez, también lo que vivió durante muchos años en el proceso por consolidar y apostar a la propuesta que iba aportando a la música, que fuera  apreciada y sobre todo, poder recuperar la música tradicional.

La propuesta de Son de Madera es música vieja con un sentido universal de todo lo que está pasando; donde se incluye el gusto, el sentido, la estética, poniendo atención en cómo se visten ya que, recuperaron muchas formas de la vestimenta tradicional. Por ejemplo, Gutiérrez renunció a vestirse de blanco porque, sabía que eso era impuesto y entendiendo que los campesinos no pueden estar de blanco mientras trabajan, es ilógico debido a su rutina. A pesar de esto, él siempre vistió de mezclilla, con las guayaberas que le gustan, botines y sombrero 4 pedradas pero, descubrió que este tipo de sombrero se “quedó” luego de la invasión de los yanquis y optó por usarlo pero, también abrir paso a otros estilos.

“Hemos sido un grupo con rebeldía. Me encanta esta época de los 50´s y 60´s con la revolución musical de Latinoamérica; movimientos que fueron importantes en Chile, Argentina, Cuba, en México también y, por supuesto, los afroamericanos en Estados Unidos, en el blues, el rock y el jazz”, explica.

Gutiérrez reflexiona sobre la posición que Son de Madera tenía dentro de la música tradicional y de no caer en el estigma de folcloristas que, debían estar en las fiestas de los pueblos, sin menospreciarlos, o tener que estar en el nacionalismo institucional dando conciertos. Esta agrupación quería algo más: estar en los festivales como, Women, un festival de Nueva York que los llevó hasta Bill Smith, el manager que les cambió la vida con su empresa Eye for Talent, llevándolos  a los festivales más importantes de Estados Unidos y Canadá.

Ramón agradece también al público en México por siempre estar dispuesto a escucharlos, ya sea en Cauz, La Brújula o en el Jaco, y dice:

“Eso es lo máximo para nosotros, que la gente recuerde lo que hemos hecho con la música, con la tradición, así como mis alumnos y con la gente que hemos compartido. Más que ser una agrupación que llena espacios comerciales o de las industrias, somos un grupo que en Xalapa, la gente sabe de nosotros, quizás no en la misma dimensión pero, que reconoce como hemos podido sobrevivir en un mundo que no estaba hecho para eso”

Hace énfasis en la importancia de los espacios para seguir recuperando esta tradición que, sin ellos ni el público, seguirían en pie. Además, se dice emocionado de saber que la música traspasa fronteras y generaciones; lamenta que sus antepasados no puedan disfrutar de sus logros tocando son jarocho en otros países con grandes orquestas y artistas distinguidos.

Habla de “Fandango at the Wall”, un documental donde él es la imagen y que, comparte su intervención orgulloso y emotivo, mientras bebe un poco de café. Antes de terminar de relatar esta etapa, habla de la fortuna de poder salir a mostrar la música y cómo es que la percibe:

“Para mí la música es un oficio pero, no es un trabajo al cual estoy cansado de ir cada día; para mí es una pasión”, describe Ramón Gutiérrez.

Ramón el compositor

En esta última etapa, se da su realización como compositor. Aunque él es un guitarrero, la gente no lo relacionaba como un músico compositor, así que se decidió hacerlo, impulsado por la mamá de sus hijos, lo cual menciona, fue importante.

Comenzó a componer letras, la música siempre se le facilitó y, descubrió que no lo hacía tan mal. Siguió esta experiencia hasta el día de hoy que, obtuvo una beca para hacer sus composiciones.

“Soy gran melómano. Gran admirador de los compositores de música mexicana; sé su historia, sobre los compositores, de la gran potencia que fue y que ojalá siga siendo México en toda Latinoamérica, con grandes compositores como Consuelo Velázquez, Agustín Lara, Manuel Esperón, Tata Nacho, Guty Cárdenas y los grandes cantantes que hubo en este país”, comenta.

Confiesa que tuvo temor por no estar al nivel de tan grandes exponentes de la música y de aquellos compositores a los que admira, sin embargo, tuvo fe y se decidió a hacerlo. Obtuvo la beca del Sistema Nacional de Creadores de Arte, por parte del FONCA y, está terminando su primer año; actualmente tiene 5 composiciones propias, donde se liberó y “se soltó el chongo”, añade entre risas. Este material ha sido influenciado por grandes músicos que lo apasionan, provenientes de diferentes países.

El próximo año irá por otras cinco composiciones más hacia ensambles. No sólo eso, también nos revela su idea por crear composiciones para una orquesta de cámara, lo cual estaría encantando de ver realizado. A pesar de los obstáculos y lo intentos fallidos, no se dio para abajo y continuó, siendo perseverante hasta lograr conseguir este apoyo, siempre agradecido con la vida y las personas que lo apoyan.

Sus mejores melodías, sus hijos

Luego de esto, nos habla de la intervención que tienen sus hijos en este medio. Lucía y Santiago, quienes escriben música y se realizan de otra manera a la que él hizo, es decir, están involucrados con la academia, la música popular, el jazz. Y él mismo se dice que, también debería hacerlo.

Resalta la importancia que tiene todo lo universal en la música, cada aporte, su estilo, la conexión que logra y la autenticidad; el seguir nuestras raíces y crear arte con esencia propia y que traspase fronteras y el tiempo.

“Es importante que se ha desarrollado el interés de los jóvenes por su cultura, en este caso, el son jarocho pues, se interesan por la cultura de este y del fandango”, reflexiona con alegría. También, destaca que no debemos pelear con los jóvenes por la música que están escuchando, hecha al vapor y de una manera muy simple, es decir, artificial. Dice que es mejor hacerse sus amigos y aliados, como él lo ha hecho con su hija de 16 años.

Rumbo a la vejez, hay que empezar a cuidarse, hacer conexiones con las nuevas generaciones y que empieces a dejar algo importante, como el legado que nos han dejado nuestros antecesores, porque es importante seguir recuperando nuestras raíces.

Como un amante del cine, nos comparte sobre un proyecto que quiere llevar a cabo y que, se trata de resaltar la cultura de Veracruz con el danzón, el bolero, el son cubano, el son jarocho, la música tradicional y que incluirá para que, todo este universo se conozca y trascienda. Para ello, hizo una composición con un danzón, algo de híbrido de música gitana y flamenca para, culminar con un seis octavos, incluyendo algunos metales grabados con Los Aguas Aguas y muchos músicos xalapeños que, resultó en un sueño cumplido ya que tenía ese compromiso de hacer algo especial con la música veracruzana y, lo logró.

“El prendizaje es importante. Aprendo mucho conviviendo con los jóvenes, con los músicos y con mis hijos. También la rebeldía, en el mejor sentido, a veces es buena y gracias a esta, es como logramos algo y podemos seguir. Mis manos me han dado de comer. Además, agradecer siempre pues, me he encontrado mucha gente buena y he podido llegar hasta este momento”, añade para concluir esta charla.