Por multa de tránsito terminó en ​fosa​

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4F5156C5-0FDC-4608-8DB6-15381AED6C7DPor tomar en sentido contrario una avenida en Boca del Río, Giovanni Palmeros Arciga recibió una multa de tránsito y una sentencia de muerte. A casi cuatro años de de esa multa aplicada por personal de Tránsito del Estado, sus restos aparecieron en la fosa de Colinas de Santa Fe.

El pasado 26 de febrero de 2014, el joven Giovanni Palmeros Arciga, empleado de Compartamos Banco, se dirigía en su coche a buscar a una chica con la que saldría de fiesta.

Pero una patrulla de la policía Naval le sorprendió conduciendo en sentido contrario y le detuvo, posteriormente los navales dieron parte a oficiales de Tránsito que notaron un supuesto grado etílico, por lo que le bajaron de su coche y lo llevaron a la delegación.

Aunque cuando la familia se percató de la desaparición, y pusieron la denuncia correspondiente, los oficiales involucrados en todo momento mintieron. Afirmaron que el joven se había ido después del pago de su multa, lo que resultó en una cadena de mentiras que terminó en ordenes de aprehensión contra los ex elementos: José Luis Castro Castro y José de Jesús Hernández Salazar, y dos más prófugos.

El problema fue que José Luis Castro Castro y José de Jesús Hernández Salazar quedaron detenidos en agosto del 2015, muchos meses después de la sustracción de Giovanni. Ahora esperan sentencia, ya que han agotado todos los mecanismos legales y amparos para buscar librarse los señalamientos.

INDOLENCIA

El mismo día de su desaparición -cuenta René Palmeros Andrade- se presentó a poner la denuncia ante la Agencia Primera del Ministerio Público de Boca del Río, que era encabezada por Obdulia Vidal Suárez.

«Si ella hubiera hecho su trabajo, si hubiera aplicado la ley y exigido a esos oficiales la presentación de mi hijo, él estaría con vida. Lo hubieramos localizado», afirma con certeza René Palmeros Andrade, quien fue notificado de que su muchacho había aparecido en Colinas en noviembre pasado.

Pero la agente del MP no actuó, vaya, mandó al padre a la calle a buscar por su cuenta. La denuncia se recibió formalmente 48 horas después, cuando la delincuencia seguramente ya había actuado cruelmente, matando y lanzando los restos a alguna de las fosas clandestinas de colinas de Santa Fe que, incluso, se sabe, eran escarbadas por las mismas víctimas.

Tanto cansó la fiscal y su indolencia al padre, que tuvo que tramitar un amparo contra su falta de actuación, ante el Juzgado Quinto de Distrito, registrado bajo el expediente 148/2014.

La MP resultó despedida por el caso de René Palmeros, pero tiempo después, se supo, regresó a la Fiscalía General gracias a otro amparo el cual ordenó su reinstalación.

LA BÚSQUEDA

Solitario en busca de su hijo, René Palmeros llegó al colectivo Solecito, donde encontró madres con su mismo dolor y penar ante las indolencias del sistema de justicia, que parecían más aliados de la delincuencia que preocupados por los desaparecidos.

Por esos días, incluso, la prensa no podía tocar ni a fiscales ni a secretarios de juzgados o jueces pues estaban protegidos por la mafia. De poco servían las quejas ante medios de comunicación.

Gracias al apoyo de las madres de Solecito, comenzó la búsqueda enserio, y se logró conseguir la sábana de llamadas del celular de Giovanni, en donde quedó comprobado incluso que los mismos oficiales traían activo el teléfono de la víctima, primero, quedando ubicado en la delegación de Tránsito de Boca del Río más allá de la hora formalmente de su salida, después, en una casa de empeños, en una cuartería de la colonia Primero de Mayo -que bien pudo haber sido empleada como casa de seguridad, para terminar en los Predios de las Bajadas, en el puerto jarocho, y dentro de la ruta a Colinas de Santa Fe.

«Es una cuartería, como las empleadas para los anexos, se hizo una inspección con policía ministerial y encontramos que donde se activó el celular de mi hijo, era una con cuartitos chiquitos que solo tenían una cama, y las puertas de los mismos con candados».

A la distancia, Palmeros piensa que su hijo, y otras personas víctimas de la violencia, pudieron haber pasado sus últimas horas de vida en esa cuartería empleada como casa de seguridad.

La contundencia de las pruebas es que tanto el teléfono de uno de los oficiales de Tránsito que habían participado en el aseguramiento del chico, y el celular de la víctima, daban los mismos puntos de referencia, pese a que en sus primeras declaraciones lo negaron.

LA VERDAD

Tuvieron que pasar meses, años, para que todo lo contado arriba saliera a la luz y René Palmeros pudiera entender lo ocurrido con su muchacho. Muchas lágrimas, noches sin dormir, cientos de interrongantes, y de todo eso, le queda claro que esos oficiales estaban trabajando para un grupo de la delincuencia organizada, oficiales de tránsito que lo mismo ponían multas que entregaban a los amonestados a células de la delincuencia que los mataban y echaban en las fosas de colinas.

En medio de las investigaciones por el caso Palmeros Arciga, también se encontró que uno de los detenidos ya había sido presentado a declarar por la desaparición forzada de Francisco Serrano Aramoni, ex jefe de la Aduana de Veracruz, quien resultó «levantado» cuando transitaba sobre el puente Morelos, y de quien a la fecha se desconoce su paradero.

Al paso de los años, René Palmeros afirma estar tranquilo, desgarrada el alma por la pérdida de su hijo, pero en busca de justicia para castigar a los responsables, de quienes no se sabe hasta ahora cuál fue la real motivación para dañar al chico que se suma a las casi 300 víctimas localizadas en ese narconcementerio.

Los dos detenidos hasta ahora no han reconocido los cargos y han pasado el tiempo tras las rejas presentando recursos legales para dilatar la sentencia. Actualmente el periodo de instrucción está cerca de cerrar y posiblemente se genere una condena.

El 23 de noviembre la familia recibió los restos de Giovanni y lo sepultaron el 25 del mismo mes en una ceremonia muy privada. Ahora René Palmeros, quien hace años migró de Cosamaloapan huyendo de la violencia y el desempleo de su pueblo natal, hoy tiene un lugar a donde llorarle a su hijo, lo que en Veracruz pareciera un privilegio con cientos de padres esperando a sus muchachos.