Xalapa, retando al COVID a 70 días de la pandemia

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Foto: Noé Zavaleta
Foto: Noé Zavaleta
Foto: Noé Zavaleta

En un perímetro de cinco metros y medio de banqueta, nueve personas confluyen casi ensimismadas como figuras de ajedrez en las afueras del Café Lindo en el corazón de Xalapa. La cámara los capta fugaces, los congela, y los deja al análisis de la opinión pública: Solo cuatro traen cubrebocas, cinco no. Todos pasan indiferentes, en silencio. Cabeza erguida unos, cabeza abajo otros. El mesero del café empina el pecho y sonríe. En la Atenas Veracruzana hay un tímido silencio, tan atípico de marzo para atrás; tan típico de abril en adelante. Si respetáramos la Sana Distancia “sugerida” por el Gobierno Federal, tendríamos que llegar hasta la banqueta de enfrente. Separar a lo largo al último de esta mini colmena humana, de la entrada al café, habría llegado –no llegó, obvió-, hasta Tiendas Contino.

Foto: Noé Zavaleta
Foto: Noé Zavaleta

Y esa escena de mini aglomeraciones ocurre cuando el reloj epidemiológico nos dicta 130 casos positivos de Covid-19, 88 casos sospechosos de serlo, 14 personas fallecidas y 933 defunciones a nivel estado. Pero poco importan las estadísticas, éstas minicolmenas de gente con y sin cubrebocas se repite en el súper-mercado, en los cafés, en los alrededores del parque Juárez, en las jardineras de Lucio, en el pasaje Enríquez donde muchos negocios están cerrados, en el pasaje Tanos, en las sucursales bancarias. Y así podríamos llegar en lugares y espacios públicos que seguimos colmando mientras el semáforo epidemiológico sigue en rojo, pero desde arriba, la capital del país, ya nos hablan de una “nueva normalidad”.

Es el “BOAC” formado en Xalapa: El Bloque Opositor Amplio al Coronavirus, gente que se resiste a cuidarse del bicho –como cariñosamente le dicen ya al Covid-19 en las colonias-, ciudadanos conscientes que se niegan a quedarse en casa por el pretexto del shampoo; por la urgencia de un kilo de frijol y arroz; porque reabrieron las tiendas de zapatos y los “zapatos bajitos” están muy gastados y era necesario ir por unos nuevos. Pues ni modo que el de la tienda y el despachador de las tortillas vea a su cliente con los zapatos rotos. Es la imperiosa necesidad de salir por salir. O como lo diría ayer el presidente, Andrés Manuel López Obrador salir “para vencer el miedo” y “romper el confinamiento”.

Foto: Noé Zavaleta
Foto: Noé Zavaleta

Y es que han pasado más de 70 días –siete semanas- en donde nos confundieron. Nos dijeron que eran el punto más álgido del contagio y que había que cerrarlo todo; pero Elektra se quedó abierto; nos pusieron Ley Seca de viernes a domingo, pero varios restaurantes tomaron la estafeta de bares y cantinas de bajo perfil; nos dijeron que las estrictas normas seguían, pero las tiendas de teléfonos celulares y zapaterías siguieron abriendo. Nos dijeron que ya venía el pico de la pandemia, pero el presidente, López Obrador y toda su comitiva –la que conlleva una gira del Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas- viajaron al sur de la entidad a una gira de dos días a eventos que bien pudieron haber esperado el fin o al menos la relajación de la pandemia.

En las colonias de Xalapa como la Francisco I Madero, la Zapata, la Isleta, la Felipe Carrillo Puerto las cosas transcurren con normalidad: Cubrebocas por aquí, cubrebocas por allá, comadres en la esquina de la carnicería comentando que al amigo de un primo “ya le dio Covid”, pero que –gracias celestiales- es de un “pueblo lejos de aquí”. El día a día de las colonias sigue igual, los puestos de verdulerías, los comerciantes ambulantes, el que dejó de vender juguetes de importación china y lentes de fayuca para ahora dedicarse a la venta de cubrebocas. Claro los de moda: de tela y con estampados.

En las tiendas de conveniencia –Oxxos, X24, Fasti, Neto- ya se exige la estricta portación de este mecanismo endeble de defensa contra el Coronavirus –pero mecanismo al fin- para poder entrar a hacer compras. En otros lugares no. Se va aprendiendo la convivencia de quienes portan las mascarillas y cubrebocas y los que no. Gente amoldándose a la nueva cultura o incultura de la protección. Como nos adaptamos a la extinción del LP, luego del CD y ahora con puchar un botón sale música de nuestro teléfono y sí, dejamos de sorprendernos.

Foto: Fabián Delgado
Foto: Fabián Delgado

Los que parecen no adaptarse a “los asegunes” de esta pandemia son los pequeños y medianos comercios. La avenida Manuel Ávila Camacho se encuentra en total desolación. La terraza bar ubicada a un lado del templo evangélico –cada quien sus devociones- ya colgó una enorme lona de “se renta” el inmueble. Abajo, otro bar que se resiste a morir promete una “próxima reapertura”. Junto, otros dos restaurantes están cerrados de par en par, sin mayor expectativa que un cruenta e indefinida espera.

Más adelante negocios y negocios cerrados y más lonas de se rentan oficinas, se rentan departamentos, se rentan pisos. En la esquina de Betancourt y Ávila Camacho, la Plaza de Oficinas entera se encuentra en renta. Muy pronto, si esto no cesa, la ciudad entera estará en renta y probablemente en ruinas.

Con el parque Juárez cerrado, los dos centenares de palomas que ahí se daban cita quedaron huérfanas de migajas de pan y de maíz y de residuos de comida llena de carbohidratos. Las aves decidieron mudarse hacía el parque de Magnolia y a los Lagos en la zona universitaria; si el prometido plan de rescate y reactivación económica de Xalapa no llega pronto, tal vez, solo tal vez, cientos de su habitantes también lo hagan. ¿Hacer qué?, emprender una mudanza.