Tras las huellas del cementerio judío más grande de Europa destruido por los nazis

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No quedó nada en Tesalónica”, le solía decir su abuelo León refiriéndose al cementerio que fue arrasado por los nazis. Un cementerio en el que había 300,000 tumbas, el más grande de Europa, y entre esas tumbas se encontraban las de sus ancestros.

Martín Barzilai decidió ir en busca de los restos de ese cementerio cuyas lápidas fueron diseminadas por toda la ciudad y usadas como material de construcción.

Todo partió de unas fotos que su padre encuentra cuando su abuelo muere. Unas fotos tomadas en los años 20 ó 30 en el cementerio judío de Tesalónica en el que se ve a Mamoute en el cementerio judío junto a la tumba de su hermana Doudoune fallecida en 1926.

El cementerio fue construido sobre los restos de un cementerio bizantino, la tumba más antigua que fue descifrada data de 1493, en esa época hubo una llegada masiva a esa ciudad, entonces bajo el Imperio Otomano, de judíos sefarditas que habían sido expulsados de España por los Reyes Católicos. A finales del siglo XIX, el 80% de la población de Tesalónica era judía.

Complicidad de las autoridades locales

Su historia se borró con la destrucción por los nazis del cementerio judío en 1943 y la deportación a campos de exterminio de 45,000 personas. Los nazis tenían el objetivo de exterminar a los judíos, pero las autoridades locales querían agrandar la ciudad por lo que no pusieron mucho impedimento para que se destruyera.

El fotógrafo explica.

Es mucha gente, desde Francia se deportaron a 75,000 judíos desde todo el territorio francés. En ese entonces Tesalónica era una ciudad que quizás tenía la dimensión de Marsella.

“Quiero encontrar lo que volvieron invisible, las huellas que han resistido al tiempo”, escribe Barzilai en el libro. Y en octubre de 2018 viaja allí en busca de esas huellas. El cementerio ya no existe, en su lugar hay un campus universitario de la Universidad Aristóteles.

Hay tres personas claves que van a ayudarle a entender la historia borrada de los judíos de Tesalónica y encontrar los restos de las lápidas. Se trata de Jacky Benmayor, especialista de los judíos españoles y de la historia judía de Tesalónica, Iosif Vaena, que es un farmacéutico y Leon Saltiel, historiador y coordinador de la lucha contra el antisemtismo del Consejo judío.

“Benmayor me cuenta que las lápidas están diseminadas en la ciudad y que sirvieron para la reconstrucción después de la guerra, para reconstruir iglesias, para construir muros municipales de la nueva estación de trenes, por ejemplo, y otros lugares también privados”, explica el autor del libro donde publica testimonios que cuentan que incluso se usaron lápidas del cementerio judío para hacer mesas de disección para la Facultad de Medicina de la Universidad.

“El lugar que más me impresionó es la iglesia más grande que hay en Tesalónica, que se llama San Demetrio y la explanada delante del templo está hecha, según los historiadores con tumbas del cementerio judío”, dice Barzilai.

Martín Barzilai. | Foto: Patrick Cockpit.

¿Qué pasó con los cuerpos?

Algunos fueron rescatados y almacenados en bolsas en una fábrica, gracias a familiares de uno de sus entrevistados, Jacky Benmayor.

Barzilai explica.

Escondieron esos restos durante los años de la guerra y cuando pudieron volver a la ciudad después, muchas veces, de haber sido deportados a Auschwitz y haber sobrevivido a esa experiencia tan terrible, recuperaron los restos y los pusieron en un nuevo cementerio judío que está en las afueras de la ciudad, que es mucho más pequeño.

En los viajes que hizo a Tesalónica no encontró las lápidas de sus ancestros, pero queda mucho por descubrir ya que, según algunos testimonios, hay lápidas incluso en el mar. “Me contaron de cuatro lugares donde hay ese tipo de lápidas. Este libro es el principio”, asegura Barzilai. ‘Cimetière Fantôme’ fue publicado por ‘Créaphis éditions’.

*ARISTEGUI NOTICIAS