Salarios y empleo

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ENRIQUE DEL VAL BLANCO 

 

En la discusión que ha comenzado en nuestro país con respecto al salario mínimo y su aumento, hay un tema que es inseparable: el que se refiere al empleo, que de poco servirá el incremento del salario mínimo, o de otros, si el resultado es el aumento del desempleo.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha manifestado recientemente que, dadas las condiciones de crecimiento económico que se están registrando en todo el mundo, las economías no tienen la capacidad de generar los empleos que se demandan, por lo que se calcula que cada año se incrementan en 2.5 millones los desempleados, lo que es una bomba de tiempo que, de alguna forma, hay que desactivar antes de que estalle, porque sólo algunos desempleados cuentan con algún tipo de seguro o protección social.

Independientemente de la revisión del salario mínimo, cuyo monto debería ser suficiente para que una familia cubra los mínimos de bienestar que marcan tanto organismos internacionales, como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), o de México, como el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), hay que poner en el centro de la discusión el desempleo.

Estamos es un mundo en el que, como dice el economista Tyler Cowen en una entrevista con motivo de la publicación de su  libro El gran estancamiento, en una economía que no crece lo suficiente, lo más a lo que hoy se puede aspirar es a tomar pedacitos de crecimiento en donde hay menos ingresos para las clases medias y más desigualdad. Además, el profesor agrega un dato interesante: las últimas tres recesiones, de 1991, 2001 y 2009 han terminado con “recuperación sin empleo” y éste es el gran problema.

No hay empleo suficiente para todos los que lo demandan y los gobiernos tienen la necesidad de atender esta situación, más allá de seguros temporales de desempleo que son un mero paliativo. Por eso, muchos hemos manifestado que hay que revisar el tiempo de trabajo, para que haya más oportunidades para todos.

A esta discusión se ha sumado recientemente el ingeniero Carlos Slim, que en una visita a Paraguay propuso, para combatir el desempleo, que se labore tres días a la semana, con jornadas de 11 horas, y así dar oportunidad a millones de personas que necesitan empleo. Según el ingeniero, no tiene sentido que se deje de trabajar a los 60 años, cuando se tiene una tercera parte de la vida por delante, por lo que hay que mezclar trabajo con descanso y tener cuatro días libres da la oportunidad a las personas de tener otro tipo de actividades.

Supuestamente eso ya ocurre en México en su empresa Telmex, donde se reducen los días y se aumentan las horas, y el salario es completo. Sin duda, es un ejemplo que podrían seguir varias empresas más, pero no demasiadas en virtud de sus condiciones económicas.

Mientras se discute qué hacer con el salario mínimo o si acortar los días de trabajo, es necesario subsidiar la subsistencia de aquéllos que, por las condiciones económicas, no tienen acceso a un puesto de trabajo.

Ya en otros artículos he comentado la propuesta de Ingreso Ciudadano Universal (ICU), como lo hemos denominado en México, que parte del principio de que todos, por el mero hecho de ser ciudadanos, deben tener una garantía de sobrevivencia proporcionada por el Estado, independientemente de que se den las condiciones que les permitan tener un empleo, aunque sea de salario mínimo.

Es necesario avanzar en este sentido para que la irritación social y la desigualdad no hagan mella en los esfuerzos de crecimiento que está desarrollando el país. El que los ciudadanos cuenten con un ingreso asegurado les da incluso mejores armas para negociar su entrada al mundo laboral. No se trata de fomentar el ocio, sino de que puedan estar en situaciones anímicas y familiares mejores de las que actualmente tienen millones por carecer de empleo y, por lo tanto, de un ingreso que les permita mantener a sus familias. Hacerlo es de justicia social.