Quemaron a los muchachos: una madre

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  • desaparecidos tierra blancaCinco horas después del diálogo de los padres de los 5 jóvenes desaparecidos con la Secretaría de Gobernación, Bernardo Benítez dijo: «Mi hijo ya está muerto» 
  • La mayor parte de los cuerpos quedaron reducidos a polvo cenizo y restos carbonizados. Una tragedia más sobre Javier Duarte y Arturo Bermúdez 
  • «Debe venir a México. Es importante» le dijeron de Gobernación a don Bernardo. Se resistió. Pero insistieron. Todo estaba consumado…
  • «No estamos conformes con lo que nos dicen» expresan los padres. En Tierra Blanca esperan la entrega de los restos… 

 

Crónica de Miguel Ángel León Carmona

 

CIUDAD DE MÉXICO.– “Los análisis de Bernardo, mi hijo, indican que ya está muerto “, palabras provenientes del número telefónico de don Bernardo Benítez Herrera. Recién salía de la Comisión Nacional de Seguridad, en punto de las 18 horas con cuatro minutos.

 Los padres de los cinco jóvenes de Playa Vicente, luego de una diligencia de al menos cinco horas, salieron a bordo de una Suburban Nissan color blanco  y cristales oscuros, con placas terminación 15 – 48. No hubo espacio para declaraciones ante la prensa. Fueron trasladados de inmediato al campamento en el Ministerio Público de Tierra Blanca.

 Luego de una espera de 29 días, pruebas científicas arrojaron funestos resultados: Las osamentas marcadas de tizne, indicaron que el fragmento de tibia pertenece a Bernardo Benítez Arróniz, mientras que de José Alfredo González Díaz se halló su camiseta, tipo polo verde agua. Lo demás solo polvo cenizo y restos carbonizados. Resta esperar.

 

HUBO PRESENTIMIENTOS NEGROS SOBRE EL LUNES 09 DE FEBRERO

 Don Bernardo Benítez Herrera tuvo una sórdida corazonada. Fue un fin de semana distinto. El doble de tazas de café bebió. Cuatro cajetillas de cigarros consumidas, no tres como acostumbra el padre del hoy finado Bernardo Benítez Arróniz. No quería acudir a la cita en la Ciudad de México. Tampoco abandonar el campamento. Menos, perder las esperanzas.

 «Debe de venir a México, don Bernardo. Es importante” le decían elementos de la Secretaría de Gobernación, vía celular desde el sábado 7 de febrero. «No, gracias. Si ustedes dicen que solo será una visita a las instalaciones de la PGR, SEIDO y Gendarmería Nacional, no me interesa. Yo me quedo a hacer guardia en Tierra Blanca.

 Sin embargo, la SEGOB insistía. Entonces hizo llegar los boletos de avión vía correo electrónico al padre de familia. «Es importante, don Bernardo”, concluían así los mensajes vía WhatsApp. Él analizaba los contenidos escritos, sorbía su café negro y exhalaba su angustia con humo grisáceo.

 Sólo así salió el líder de los padres de los cinco jóvenes de Playa Vicente, acompañado de su señora esposa, Columba Arróniz González. Partieron el domingo 08 de febrero con rumbo a la Ciudad de México. Lleno de sospechas oscuras sobre su hijo. Silencioso y pensativo. Su destino sería fatal. El trágico 09 de febrero de 2016. El Día 29.

 El resto de los familiares fueron trasladados en vuelos comerciales a las diligencias que ya les aguardaban en la Ciudad de México. Nunca sospecharon que el primer viaje en avión de tres madres afectadas, sería motivo de desgracia. Nadie habría abordado de haber sabido el cometido, aseguran.

 

PLAYA VICENTE PRESENTE

 La estancia en la capital del país estivo monitoreada desde diferentes puntos. Todos atentos al misterio sembrado por la SEGOB. La gente de Playa Vicente optó por no quedarse de brazos cruzados. «Vamos a hacer presión”, gritaban en el parque del pueblo. Mientras se organizaban a media noche.

 “Queremos respuestas contundentes. Exigimos las cabezas de Bermúdez y Luis Ángel Bravo” diseñaban sus exigencias en pancartas y lonas con las fotografías de los cinco  muchachos desaparecidos.

 

Un contingente de al menos 100 personas se repartieron en dos camiones colectivos. Las oficinas de la SEGOB era el objetivo. “Vamos por una entrevista con Osorio Chong”, decían los líderes del movimiento. 

 No obstante, los ecos de la protesta llegaron hasta Roberto Campa Ciprián, quien mediante su secretario personal, cuestionó por teléfono a don José Benítez Herrera el sábado 07 de febrero de 2016:

 «Don José, buenas noches. Eh, eh, eh… ¿están organizando un, una marcha para el lunes 9 de febrero?”, cuestionó el funcionario federal mediante titubeos.

 «No sabemos nada, señor. Hay mucha gente que nos apoya y está dispuesta a hacerlo. Pero de ésto no estamos enterados». Reviró don José Benítez Herrera, padre del  joven desaparecido, José Benítez de la O.

 El funcionario federal se despidió. No obstante, prefirió tomar precauciones y contó un operativo con muros de aluminio sólido y centenas de policías federales; con escudos y macanas hacían impenetrable el acceso a las instalaciones federales. El contingente playavicentino; hombres mujeres y niños fueron bloqueados a dos cuadras de su cometido.

 Fue a la altura de Versalles y Atenas, por la calzada Reforma, donde elementos de la policial federal amedrentaron y violentaron a los manifestantes, dejando el saldo de un  hombre lesionado y una embarazada golpeada en el vientre y herida del brazo izquierdo.

 Así bloquearon al grupo de Playa Vicente. Quienes, entonces decidieron moverse a las oficinas de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada, (SEIDO), a presionar y exigir informes. Mientras recibían informes de la junta en la Comisión Nacional de Seguridad, con tintes misteriosos.

 

“DOS JÓVENES ESTÁN MUERTOS: BERNARDITO Y COCHI”

 

Pasaron minutos que mutaron en impacientes horas. Los padres de los cinco jóvenes continuaban en reunión con el Fiscal de Veracruz, Luis Ángel Bravo Contreras, el subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, Roberto Campa Ciprián, el Presidente de la Comisión Ejecutiva de Atención  a Víctimas, Jaime Rochín del Rincón, y el Comisionado General de la Policía Federal, Enrique Galindo Ceballos.

 

Fue a las 18 horas con tres minutos cuando de la Comisión Nacional de Seguridad salieron los padres de los cinco jóvenes, abordo de una camioneta Suburban color blanca y vidrios oscuros. Apenas se vislumbraba los rostros hinchados de las madres, heridas por la irremediable pérdida.

 

No hubo espacio para declaraciones ante la prensa nacional, tampoco estaciones. Los familiares fueron trasladados a la ciudad de Tierra Blanca en helicópteros de la Procuraduría General de la República, (PGR).

 

Fue mediante un mensaje de texto, que don Bernardo Benítez confirmó la noticia, que ya le impacientaba desde el fin de semana anterior: “Los análisis de Bernardo, mi hijo, indican que ya está muerto “, dictó en el texto lapidario.

 

De acuerdo con familiares y allegados en el campamento de Tierra Blanca, los restos dictaminaron que se trata de los dos finados: Bernardo Benítez Arróniz, de quién fue recuperado fragmentos de su tibia, hallados en el rancho de Tlalixcoyan, Veracruz.

 

Además, se concluyó que el segundo difunto es José Alfredo González Díaz, alias “El Cochi”. De él se halló una camiseta, posiblemente, tipo polo verde agua. Las  demás pruebas solo son polvo cenizo y restos carbonizados. Resta esperar el desenlace para  las otras tres familias.

 No obstante, doña Dionisia Sánchez Mora, madre de Mario Arturo Orozco Sánchez, mientras abraza a su hermana sentencia: “Todos sabemos que a mi hijo también lo quemaron”.

 “NO ESTAMOS CONFORMES CON LO QUE NOS DICEN”

 Ya ubicados en las instalaciones del Ministerio Público, los padres de los cinco jóvenes privados de su libertad el pasado 11 de enero de 2016. Aclaran que no aceptan los resultados de las pruebas a nivel federal. Los cuerpos permanecen en la Ciudad de México y serán evaluados por los peritos argentinos que llevaron el caso Ayotzinapa.

 Aún con el semblante rígido y el llanto contenido, los padres caminan sigilosos en los pasillos del ministerio público de Tierra Blanca, apenas saludan, apenas sorben café negro, apenas restriegan sus cuerpos en el baño de las instalaciones.

 Las madres se postran ante imágenes religiosas como en los 29 días anteriores, dos de ellas ya oran por el eterno descanso de sus primogénitos, Bernardo Benítez Arróniz y José Alfredo González Díaz. Tres más imploran a figuran celestiales que no se trate de los suyos, que no hayan tenido el mismo final pulverizado.

 El destino, al momento seguirá siendo esperar el veredicto, que lo tendrán finalmente instituciones extranjeras. Hay una aparente desconfianza en las instancias nacionales. Padres que se aferran a la vida de sus hijos. Familiares que lloran en las esquinas para no contagiar a los principales afectados.

No obstante, en Tierra Blanca esperan los restos de sus hijos…

El pueblo de Playa Vicente, recién manifestado en la ciudad capital, ya se encuentra en Tierra Blanca. Tallan los hombros de los padres de familia. La frase de apoyo unificado es clara la emite el líder playavicentino, “Aquí estamos Bernardo, dispuestos a lo que sea, a lo que sea”. El padre, herido de muerte, solo da un sorbo a su taza y aprieta la quijada.