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Escribir los sueños de los políticos

 

  • Si los hombres públicos quisieran teclear sus viajes oníricos de cada noche se convertirían en betsellers en la librería

  • José Vasconcelos recomendaba redactar los sueños de cada quien como si fueran un cuento y una novela

 

LUIS_VELAZQUEZLuego de leer a Sigmund Freud, José Vasconcelos decía que los sueños son un material literario que por desgracia nadie escribe; pero que al mismo tiempo son más fértiles que la realidad y la imaginación para contar historias.

Incluso, si cada quien contara, digamos, los sueños más importantes que tiene en el transcurso de su vida habría publicado más de las 400 novelas que Honorato de Balzac y escrito más de las mil canciones de Consuelito Velázquez, una de las cuales, “Bésame mucho” ha sido traducida a todos los idiomas.

Por ejemplo, si Fidel Herrera Beltrán y Miguel Ángel Yunes Linares publicaran los sueños que han tenido en los últimos 22 años de pasiones desordenadas y resentimientos y enconos fuera de control superarían por completo el realismo mágico de Gabriel García Márquez con sus historias de Aracataca.

Además, serían novelas de terror y de horror, donde el Veracruz turbulento que vivimos hoy con once reporteros asesinados en el duartismo, más tres desaparecidos, serían una tira cómica.

También hay “mucha tela de donde cortar” en los sueños de los diputados gemelos, Tonapriuh y Cuautémoc Pola Estrada, que se odian desde tantos sexenios atrás que solo pudiera saber la astróloga de los Llanos de Sotavento con su bolita.

Pero, bueno, los sueños de ambos trascenderían el relato bíblico de Caín y Abel.

Una novela intensa, plena, llena de emoción saldría de los sueños de Elizabeth Morales y la Shariffe, que desde luego pasaría por una bella y tierna historia, a la altura, digamos, de Adán y Eva en el paraíso celestial y/o de “El amor en tiempos del cólera” del Gabito.

En los días y noches turbulentas que el gobernador de Veracruz comparte con los senadores Pepe Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa seguir la pista a los sueños de los tres significa un ejercicio sicológico, siquiátrico y neurológico con gran filón literario para documentar, por ejemplo, el libro de Gregorio Marañón, “Tiberio, la historia de un resentimiento”.

Los sueños del showman Luis Ángel Bravo Contreras mirándose frente al espejito para salir impecable e implacable a la calle y despachar en la Fiscalía han de superar los sueños, por ejemplo, de Dorian Gray, pues sin duda el Fiscal ha de soñar, digamos, con el secreto de la eterna juventud, y más cuando de pronto, con unas copitas, le da por cantar ante su amigo Javier Duarte sintiéndose el mejor barítono de todos los tiempos.

 

BETSELLERS EN PUERTA

Alberto Silva Ramos también ha de soñar con el paraíso celestial, al lado de los ángeles y querubines, vestido con una túnica blanca larga impecable, tomándose la foto como un selfie que deslumbraría al Truman Capote de su primer libro con su foto en la contraportada.

Un psicólogo tipo Freud sería feliz, por ejemplo, si el presidente municipal de Medellín, el panista rojo, Omar Cruz Reyes, de 29 años de edad, contara a su escribidor los sueños que ha de tener en los días revolcados que vive y padece en que el Fiscal lo ha acusado de presunto asesino intelectual del reportero y editor del periódico La Unión, Moisés Sánchez Cerezo.

Han de ser sueños catatónicos, en que de pronto despertará a punto de quedarse sin respiración, en la antesala de un paro cardiaco, que ni siquiera sus ángeles de la guarda, su esposa y cuñada, con quienes ha compartido el poder, al mejor estilo de los Abarca de Iguala, lo pudieran alivianar.

¿Qué sueños, por ejemplo, tendrá Carlos Brito Gómez, el asesor del góber, luego de su menosprecio al niño pobre que se acercó a venderle dulces y chicles en el registro de los precandidatos del PRI a diputados federales?

Se ignora.

Pero el tecleador está seguro de que Elizabeth Morales vivirá muchos años, pues anoche soñó que había muerto en un accidente automovilístico en la carretera de San Andrés Tuxtla a Catemaco cuando manejaba solita su camioneta hacia las diez de la noche, camino a una cita de amor clandestino en el hotel La finca.

Cierto, José Vasconcelos tenía razón. Sólo con escribir los sueños de algunos políticos tendríamos muchos betsellers.