“Policías se llevaron a mi hijo”

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  • familia«Apenas tenía tres días de casado. Lo sacaron de casa, de su cama, frente a su esposa. Y se lo llevaron en calzoncillos y pantuflas”
  • ”Lo subieron a una camioneta Van, juntos a otros diez que ya llevaban. Tiene asma. Y apenas camina una cuadra y le falta el aire”
  • Santiago Damián Bolaños Rodríguez, secuestrado el 8 de octubre de 2012, en Xalapa. Un caso más de policías de Arturo Bermúdez 
  • El 2 de agosto de 2013, en Potrero Nuevo, Atoyac, elementos policiacos desaparecieron a 19 personas en pleno centro de la ciudad 

 

Crónica de Miguel Ángel León Carmona/blog.expediente.mx

 

“Los policías estatales se llevaron a mi hijo, apenas tenía tres días de casado; lo sacaron de su casa, de su cama, frente a su esposa. Se lo llevaron en calzoncillos blancos y pantuflas. Lo subieron a una camioneta Van, blanca, junto a otros diez. Lo que más me preocupa es que no lleva su inhalador para el asma, apenas camina una cuadra y ya le hace falta el aire”.

La historia de Santiago Damiaìn Bolaños Rodríguez, sucedida el 8 de octubre de 2013, en la ciudad de Xalapa, Veracruz, evidencia un problema que ha venido multiplicándose en el presente sexenio; el abuso de autoridad a cargo de policías estatales ha quedado impune durante el gobierno de Javier Duarte de Ochoa.

Con base en diversas declaraciones ante ministerios públicos veracruzanos y la Procuraduría General de la República, (PGR), a los elementos de la seguridad pública en el estado les resulta una tarea simple el levantar gente. Y no solo ello, lo hacen en momentos inesperados, violan ratos de intimidad, de recreación, de paz. Retratan todavía más el lado humano de sus víctimas.

Por ejemplo: el 2 de agosto de 2013, en Potrero Nuevo, Atoyac, la fuerza policial, al mando de Arturo Bermúdez Zurita, decidió desaparecer a 19 personas en pleno centro del pueblo; a los hermanos Martínez Peña de 14 y 19 años, los desaparecieron mientras jugaban un partido de futbol en las canchas municipales, apostaban una Coca – Cola de dos litros. Declaración 444/2013.

A Diego Yair Valerio García, dos días más tarde, el 4 de agosto de 2013, lo privaron de su libertad junto a otros cinco jóvenes en el antro Pitbull, de la ciudad de Córdoba, se divertía, escuchaba música, bailaba. También se lo llevaron. Expediente PGR: AP/PGR/SDHPDSC/UEBPD/M23/025/2014.

La suerte de Heroìn Miranda Godos: el 27 de marzo de 2014; atendía su negocio, preguntaba vía WhatsApp por sus dos hijas. A él, dos días previos a su desaparición forzada, un comandante de la ciudad de Xalapa le advirtió: “Te voy a enseñar cómo trabajamos los estatales”. Expediente 04/2014, carpeta de investigación combate contra secuestro.

Finalmente, sólo para ilustrar, está la dolosa historia de los cinco amigos de Playa Vicente; regresaban de un viaje de fin de semana, descansaban en Tierra Blanca. Sin embargo el 11 de enero de 2016, serían despojados de su libertad en plena vía pública, a medio día, en presencia de al menos 50 testigos. Expediente e27/2016.

Si se toman en cuenta los 31 casos expuestos, más el grupo de once personas en el que fue llevado Santiago Damiaìn Bolaños Rodríguez, da un total de 42 levantamientos ocasionados por elementos estatales. Los rostros pudieran darle vida a la cifra  escalofriante que comparte Ignacio Carvajal en su registro periodístico, publicado el 16 de enero de 2016.

De este modo, se expone una vida más, lacerada por servidores públicos. A “El Shaggy”, como su familia llama de cariño, los demonios de la inseguridad le permitieron solamente vivir tres días junto al amor de su vida. Su madre ha embargado la casa a causa de extorsiones. En consecuencia de su deseo desenfrenado por querer encontrarlo.

Han pasado 27 meses desde que la fotografía de Santiago Bolaños comenzó a difundirse: ”No me pienso morir sin saber por qué se llevaron a mi hijo”, aclara María Asunción Rodriguez Campos.

ESTABA FELIZ, RECIÉN SE HABÍA CASADO

 Santiago Damián Bolaños Rodríguez contrajo matrimonio el cinco de octubre de 2013, en la localidad de Pinoltepec, perteneciente al municipio de Emiliano Zapata; tres días previos a su desaparición. Doña Mary Rodríguez recuerda a su “gordo” de traje blanco y corbata azul, feliz por su unión. “De por sí es sentimental; pero esa vez lloró de felicidad y mucho”.

Al esposo de 31 años, su madre le adelantaría su patrimonio: dos habitaciones en una cuartería que ella misma alquila en la Calle 1, colonia Margarita Masa de Juárez, en Xalapa, Veracruz. Todo marchaba bien en el comienzo del matrimonio. No obstante, se aproximaba una tragedia familiar en las siguientes 72 horas. La cicatriz incorregible y punzante de la desaparición.

El matrimonio despertó el martes 8 de octubre a las 10 de la mañana, Santiago marcó a su mamá y le comentó que la visitaría, comerían juntos. Y así fue, la familia compartió parte del menú que sobró de la boda: tamales y café con camelias de chocolate.

Doña Asunción le preguntó mientras compartían los alimentos que cuándo se iría de luna de miel. “Mamá, todavía estoy muy cansado, no me siento muy bien por lo del asma”, contestó Santiago, su padecimiento crónico apenas lo dejaba disfrutar la plática.

La madre notó que su hijo no mejoraba, así que sugirió: “Hijo, ¿por qué no mejor te vas a tu casa a descansar?”. Todavía le preparó un té de manzanilla antes de irse. Una vez recuperado, El Shaggy se despidió de su “champiñón”, sobrenombre alusivo a la baja estatura de la señora Mary.

Así se daría el último abrazo entre madre e hijo. Santiago encendió su camioneta Ram color negra y manejó a 40 kilómetros por hora rumbo a su inminente desgracia. La pareja llegó a su hogar, se alistó para dormir, intercambiaron su amor. Fue cuando la armonía de la habitación se vició por el destello de las torretas y alarmas de sirenas.

MAMÁ, VEN RÁPIDO HAY MUCHOS POLICÍAS AFUERA”

Aproximadamente a las 11 de la noche, doña María Asunción recibió una llamada de su hijo:

“Mamá, ven rápido porque hay mucho policía afuera de tu casa. No sé si hubo algún problema con el inquilino de abajo”.

“Tú no salgas, hijo. No te metas en problemas”.

“Es que están rompiendo la reja esos canijos”.

“No busques problemas, voy para allá“.

De acuerdo con el testimonio de la esposa, ambos creyeron que el escándalo pasaría, que era mejor no salir. El ruido disminuyó por unos segundos, así que decidieron regresar a la cama. Sin embargo, repentinamente unas botas de casquillo, abrieron de golpe la puerta principal de la habitación. El sobresalto complicó el respirar de Santiago Bolaños.

Cuatro sombras bestiales con insignias de seguridad estatal, con armas largas y capucha arrebataron a Santiago Bolaños. No hubo palabras, ni identificación, menos motivos, solamente una fuerza desmedida.

La señora de Bolaños, a quién se le llamará así por seguridad, sin importar la brutalidad de los cuatro sujetos, se lanzó al cuello de uno, no pensaba permitir que esposaran a su compañero de vida. Menos que se lo llevaran. Sin embargo, su acción le propició una bofetada, seguida de una amenaza: “Cállate, hija de tu puta madre o te mueres”.

Santiago Damián Bolaños Rodríguez salió por la fuerza de su hogar, entre quejidos de su amada. Vestía un bóxer color blanco, camiseta de cuello redondo al mismo tono, pantuflas de manta, su anillo de boda y un escapulario de San Benito que todos los integrantes en la familia cuelgan. Uno de los agresores hurtó su equipo celular, un Sony Xperia color blanco, llevándose consigo toda posible comunicación o negociación de rescate.

Abajo estaba una camioneta tipo Van, color blanca con al menos diez personas más, la señora de Bolaños vio a Santiago perderse entre un puñado de levantados. Fue cuando su suegra, doña Mary, la encontró, inconsolable, en una crisis nerviosa.

Había decenas de personas afuera del lugar de los hechos, quienes testificaron que elementos de la Seguridad Pública del estado habían sido los agresores. “Doña Mari, los policías estatales se llevaron a su hijo“.

Siete minutos bastaron para llevarse la vida de su “Shaggy”, no había respuestas, solo lamentos. Posteriormente, llegaron al sitio dos patrullas de la misma dependencia, quienes confirmaron que se habían cruzado con un comando rumbo al camino antiguo a Naolinco.

“No sabemos si ahí iba su hijo, señora; pero se ve que iban en busca de auxilio porque van hechos la mocha“. María Asunción nunca logró que los agentes formaran parte de sus declaraciones. Visitaron toda instancia de seguridad posible, pero no hubo señales de Santiago Bolaños. Se lo habían llevado.

“QUIEN TENGA A MI HIJO, SABE QUE ES UN BUEN HOMBRE”

 

De oficio comerciante, por temporadas vendía jugos de naranja a las afueras de la Facultad de Derecho de la universidad Veracruzana. En vacaciones iba a México a invertir en ropa. Su madre trataba de apoyarlo pues no podía trabajar pesado por su condición de asmático.

 

“Se llevaron a un joven sano, no le gustaban los problemas; no baila, no fuma, no bebe alcohol, se lleva bien con muchas personas. Él no rezonga, él come de todo. Es un niño con cuerpo de hombre, a mi hijo le gusta ver las películas de acción. Su programa favorito es El Chavo del Ocho, particularmente el personaje de “El Quico”. No hay maldad en mi muchacho, pues.

 

“Hay momentos que no se puede. Él era el que estaba más conmigo. Me mataron desde que se lo llevaron. Es una constante agonía, tú piensas, ¿y si te lo mataron? ¿Si lo dejaron votado como a un animal? Yo sólo quiero saber por qué se lo llevaron”. Solicita la madre en tono sollozo.

 

SU CELULAR NUNCA LO APAGARON, LO SIGUEN OCUPANDO

 Al tercer día de la desaparición forzada encendieron el teléfono, de acuerdo con la sábana de llamadas solicitada ante el M.P. de Xalapa el usuario no ha realizado llamada alguna, se ha limitado a usar el WhatsApp, mismo canal de comunicación que la madre ha utilizado incontables ocasiones, la petición es simple: ¡Devuélvanlo, por favor!

 

El usuario de WhatsApp, con el número de su hijo, no cuenta con foto de perfil ni estado de usuario, se puede comprobar que lee los mensajes de doña María Asunción, sin embargo es evidente que no piensa contestar.

 

“A diario le mando caritas llorando, intentando conmover a la persona, pero no hay respuestas. Me lleno de terror al ver que mis escritos son leídos y no logro hacer que me contesten. A la persona que lo tiene, le digo que si su intención fue hacernos un mal, lo ha logrado. Rezo por ellos y por sus familias. La religión es lo que me mantiene de pie”.

 

Doña Mary presenta entre llantos las fotografías de su hijo, talla su rostro en papel y le habla mientras el llanto le permite: “Me preocupas, mi amor, no pudiste llevarte tu inhalador, seguramente te hace falta, seguramente estás sufriendo”.

 

De esta manera es presentada otra víctima de la inseguridad en Veracruz. Son 42 familias que han sido desmembradas, sangradas por la incertidumbre, todas con la resaca de la impunidad, todas. De norte a sur del estado hay acusaciones en contra de la gendarmería. “¿En manos de quienes estamos?” se pregunta doña María Asunción y finaliza la entrevista.