“Me hice fotógrafo cuando descubrí que no era buen escritor”: Daniel Mordzinski

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Por Héctor González

Daniel Mordzinski (Buenos Aires, 1960) tomó su primer retrato a un escritor en 1978 y el protagonista fue Jorge Luis Borges. Corrían ya los años de la dictadura en Argentina, él entonces joven de 18 años, empezaba a colaborar con el cineasta Ricardo Wullicher. Justo el día que comenzaron a hacer un documental en la Biblioteca Nacional se topó con el autor de El Aleph y no perdió la oportunidad de tomarle una foto con una vieja cámara que le había prestado su padre.

Aquel primer clic fue el comienzo de una carrera que se ha prolongado por más de cuarenta años y que ahora lo lleva a exponer en la Ciudad de México. La muestra se llama América y Europa, un cruce de miradas y se puede observar en Paseo de la Reforma, muy cerca del edificio del IMSS, “cada vez me gusta más exponer al aire libre, me parece maravilloso que la gente se pare y mire la foto por sí misma”.

La muestra se compone de 27 imágenes, la de Borges entre ellas, que tienden un puente entre dos continentes. “Toda exposición es y contiene un relato, lo primero que hago cuando visito una muestra es mirar las paredes y tratar de entender lo que el artista me quiere contar, por supuesto, cuando yo hago una me planteo qué es lo que quiero contar y en este caso fue un cruce de miradas”, explica.

Este cruce de miradas por el que circulan figuras como Jean-Marie Gustave Le Clézio, Mario Vargas Llosa, Gabriel García MárquezDerek WalcottGioconda Belli, Rosa Montero, Elena Poniatowska, Brenda Navarro, Emiliano Monge, Antonio Ortuño, Octavio Paz y Héctor Abad Faciolince entre otros, es también una suerte de retrospectiva. “La exposición es una especie de radiografía parcial e incompleta, tampoco se trata de hacer una guía telefónica, de ese viaje. Es un encargo de la Unión Europea que me dio mucha felicidad montar”.

“Me gusta pensar que no podemos entender la literatura latinoamericana sin haber leído a la literatura europea y que la literatura europea es lo que es gracias a las narraciones latinoamericanas, ese es el cruce de miradas en este turné o viaje, que de alguna manera también es el mío propio, un porteñito que nació en Buenos Aires y cuyos abuelos son de un pequeño pueblo llamado Wegrow, cerca de Varsovia, en Polonia. Se salvaron de la persecución de la Segunda Guerra Mundial porque tomaron un barco y llegaron a un hotel de migrantes en Buenos Aires, hoy en día ese hotel es un museo”, detalla.

El fotógrafo de los escritores

¿Por qué si le gusta tanto la literatura no se dedicó a escribir?, se le pregunta. “Me hice fotógrafo cuando descubrí que no era buen escritor, aunque debo decir que mi primer amor en realidad fue el cine”, responde.

A Mordzinski se le conoce como el fotógrafo de los escritores. Su estilo y prestigio son tales, que el narrador catalán Enrique de Hériz acuñó el término “fotinski” para definir su trabajo, “Quique era un gran amigo, el primero que hizo trampa y se murió, luego siguieron Antonio Sarabia y Luis Sepúlveda de nuestro grupo íntimo”, recuerda.

Más adelante, el mexicano Juan Villoro teorizó y trazó los subgéneros dentro de las “fotinskis”, las hay grupales, individuales, etc, pero todas articuladas por una forma de mirar el mundo. “Tardé años en entender que siempre he tenido un germen de humor e ironía. Nunca quise retratar a los escritores con un libro o en su biblioteca. Ahora y después de trabajar con grandes maestros es más fácil fotografiar a quienes han sido sus alumnos para proponerles lo que llama Juan Villoro, travesuras visuales”.

Pero esas travesuras, como las llama Mordzinski, implican tiempo y una atención inusual al lugar. “Cuando me dan cita llego media hora antes al lugar del encuentro para buscar el sitio con mayor potencial visual, al cine y al periodismo les debo la capacidad para escanear rápidamente un lugar e identificar por donde entra luz y el rincón más poderoso. Otra deuda con el periodismo es la rapidez, me importa mucho la persona y no me gusta agotarla ni cansarla, prefiero que la foto salga mal antes que hacerme pesado. Cuando tienes experiencia si en los primeros diez minutos no tienes una buena foto, no la tendrás en media hora”.

La práctica hace al maestro y en el caso del fotógrafo argentino hay reglas infranqueables. “Si algo me está costando trabajo en lugar de aferrarme hago un giro y cambio la situación. No me gusta la estética de repetir la misma secuencia y tampoco hacer fotos durante una entrevista, me interesa lo que pasa antes o después de la entrevista, aunque tenga poco tiempo. Soy egoísta, me gusta que me dediquen la mirada y la concentración”.

“A veces me dicen que soy mandón, pero si no lo soy no hay “fotinski”. En 2010, en Cartagena de Indias reuní a Mario Vargas Llosa, Juan Gabriel Vázquez, Eduardo Sacheri y dos escritores que como lector me apasionan, Erri De Lucca y David Grossman. Por sus agendas fue difícil juntarlos. Al final, la foto que estaba prevista para ser hecha en la playa terminó siendo en la terraza del hotel porque ya no había luz y tuve que ir a buscarla, es una foto que parece un disco de los Beatles, tuve que haber hecho cinco clics nada más”.

– ¿Cómo sabes cuál es una buena fotografía?

– Siento algo en el estómago cuando tengo una buena foto, es algo instintivo.

Desde hace 45 años, Daniel Mordzinski vive en Europa, primero estuvo en Francia, donde en 1979 montó su primera exposición “un día antes de la inauguración me di cuenta de lo solito que estaba, más allá de un amigo monje budista y de algún músico latinoamericano, no conocía a nadie. Con garra e inocencia busqué el teléfono de Julio Cortázar en la guía telefónica para invitarlo a la exposición y fue”.

Más tarde se mudó a Madrid y poco después a Lisboa, donde ahora reside, aunque en breve radicará en la Ciudad de México por tres meses, a invitación de la Casa Estudio Cien Años de Soledad, de la Fundación para las Letras Mexicanas.

“Salí de mi país por la dictadura, mataron a una amiga muy cercana y me fui sin saber francés, sin visa y sin ahorros, fue una locura… en fin, detesto a los falsos amigos que reivindican amistades con escritores famosos y como también detesto a los falsos héroes que reivindican pasados que no tuvieron”.

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