La macana de Ruiz Cortines
- El garrote de López Mateos
TODOS LOS POLÍTICOS USAN EL GARROTE
EMBARCADERO: Una disculpa a Javier Duarte.
Y una disculpa, porque aquí, y reproduciendo el sentir popular, se publicó la madriza a los pensionados (repliegue le llamó el secretario General de Gobierno) que en Xalapa exigían el pago.
Y la reseña de la madriza a los estudiantes de la Universidad Veracruzana aquella madrugada en Xalapa.
Y la golpiza a los maestros irreverentes y agnósticos ante la reforma educativa de Enrique Peña.
Y la historia de los cien policías estatales enviados a Fortín para bloquear la marcha de indígenas de Soledad Atzompa a Xalapa.
Y la historia de la desaparición forzada y forzosa de “El oaxaco”, luego de una audiencia con el secretario General de Gobierno de entonces, Gerardo Buganza Salmerón.
Y los días sórdidos de la ley Ampudia, la ley Bermúdez y la ley Flavino… que criminaliza la protesta social.
Pero resulta, oh paradoja, que Duarte solo ha reproducido el modelo represivo de otros políticos, incluso, hasta de presidentes de la república que han convocado la seguridad de Estado ante los disolutos, los contestatarios y los irreverentes.
Y, por tanto, una disculpa.
Por ejemplo, en el último año del presidente Adolfo Ruiz Cortines (gobernador de Veracruz de 1944 a 1948), la macana y el garrote fueron utilizadas para aplacar al dirigente magisterial, Othón Salazar, al grado de que su destino fue la cárcel.
Y la cárcel, no obstante mantener el liderazgo en la ciudad de México.
Y por añadidura, la integridad en su causa social.
Pero como fuera incómodo para el presidente jarocho, el austero, el republicano, el honesto, su secretario de Trabajo, el mexiquense Adolfo López Mateos, se le fue encima con los líderes sindicales charros, hasta que lo doblegaron.
GARANTIZAR LA SEGURIDAD DEL ESTADO
ROMPEOLAS: En aquel tiempo también quisieron doblar a los líderes de los ferrocarrileros, Demetrio Vallejo y Valentín Campa.
Incluso, los acusaron de comunistas que, entonces, significaba el peor mal político.
Y por supuesto, de disolución social, el gran delito penal.
Y por añadidura, López Mateos apretó tuercas para aplicar la cláusula de exclusión, teniendo como aliado al jerarca cetemista, Fidel Velázquez Sánchez.
Sin embargo, Demetrio Vallejo se mantuvo y en una elección nacional llegó a la secretaría general del gremio ferrocarrilero y se impuso.
Era la transición de Ruiz Cortines a López Mateos y el conflicto fue heredado.
Y por eso mismo, López Mateos, quien todos los días preguntaba al Estado Mayor Presidencial si le tocaban viajes o viejas según rezaba la fama pública de la época, arremetió contra Demetrio Vallejo.
Y por todos lados lo azuzó.
La ira presidencial se desató cuando Demetrio Vallejo incorporó a Valentín Casa a su nómina directiva, el peor comunista de la época.
Luego, y en base al liderazgo popular en la nación, logró un gran reajuste salarial para los hombres del riel que irritó a Los Pinos, porque los profesores y los petroleros se agitaron.
Entonces, López Mateos se fue con todo a la yugular de Demetrio Vallejo y un día ordenó a los policías y a los soldados detenerlo, de tal manera que al mismo tiempo aprehendieron a 300 más, de los cuales 40 quedaron encarcelados.
Y de inmediato, aparecieron los líderes charros sustitutos, en tanto Valentín Campa era excluido, marginado, confinado.
Por eso, una disculpa a Javier Duarte, pues la historia demuestra que solo así, con el garrote y la macana, los gases lacrimógenos y los toques eléctricos, los perros amaestrados y el secuestro oficial, la seguridad del Estado se garantiza.
TRAICIÓN A MANSALVA
ASTILLEROS: Nada más terrible que el primer año del sexenio de López Mateos, cuando, además, el gran líder campesino de Morelos, Rubén Jaramillo, fuera asesinado en su pueblo por unos policías y soldados.
Pero además, asesinada su esposa, quien estaba embarazada.
Y sus dos hijos.
Y sus cadáveres tirados a orilla de carretera.
Y eso que semanas anteriores, López Mateos lo recibiera en palacio nacional, lo abrazara y apapachara y le dijera que era su amigo.
La traición, pues, a mansalva.
La misma canallada con que Emiliano Zapata fuera emboscado por el general Jesús Guajardo, quien antes le regalara un caballo por instrucciones del general Pablo González, él mismito que disputara la candidatura presidencial al general Álvaro Obregón.
Tal cual, la elite política en turno salvaguardando el interés supremo del Estado de Derecho.
Javier Duarte, con su represión, entrando a las grandes ligas de la política nacional.
Pero además, sin que nada pase.
Por ejemplo, nada trascendió cuando la Comisión Nacional de Derechos Humanos declaró la desaparición forzada del cantante de “La Voz México”, Gibrán, acometida por elementos policiacos de la secretaría de Seguridad Pública.
Tampoco nada ha sucedido, 9 días después, con el secuestro de los 5 jóvenes de Playa Vicente en Tierra Blanca, con todo y que el Fiscal detuviera a 6 policías acusados de desaparición forzada.
El Estado de Derecho, mejor dicho, el duartismo, blindándose a sí mismo, y de paso, encubriendo el lodazal de inseguridad creado por Arturo Bermúdez Zurita.
“Yo soy el Estado” y que el pueblo se amotine en Playa Vicente y Xalapa y acampe en Tierra Blanca ante la agencia del Ministerio Público… que me vale.
La seguridad del Estado y su elite en el poder sexenal están de por medio.
Así, solo existe una verdad incuestionable: en nombre del Estado… se negocia o se reprime.