Le faltaba una semana para terminar su contrato

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MIGUELITOMiguel Ángel Garduza Ávalos, de 37 años, se había alejado de la vida ajetreada y poco saludable que traía trabajando para un centro nocturno de Coatzacoalcos.  El famoso Shakira, de Villa Allende, se metió a trabajar un mes atrás a la zona de complejos en una compañía contratista.

Le tocó la mala suerte de estar en el área más afectada por la explosión en Clorados III, de Pajaritos, y ahora sus padres mantienen una lucha persistente para que le entreguen a su hijo, pues no aparece.

Lo ha han dado por muerto en al menos dos ocasiones. La última, tuvieron que deshacer todo el funeral, pues a la mera hora, el cuerpo que les daban en la zona de la explosión no correspondía  y otra familia ya lo reclamaba.

Durante varios años, “Miguelito”, como es conocido también en las inmediaciones de Villa Allende laboró en un bar de Coatzacoalcos, vida que dejó esperanzado en encontrar paz en su corazón.

“Me contó que ya estaba muy cansado de ese estilo de vida, trabando por las noches, en un lugar así, pensaba que si seguía allí, podría terminar mal, y por eso lo dejó.

“Me decía que aunque ganara menos, acá se la iba llevar más tranquila, e iba a poder tener más tiempo para dedicarlo a sus hijos, su adoración más grande. Y mira lo que pasó”, relató un taxista, amigo de la infancia de Shakira.

“A mí me tocaba ir a buscarlo, unos días atrás me contó que le faltaba poco para terminar el contrato, pero ni de loco se regresaba a trabar al Tabledance, que mejor le seguía buscando acá. Estaba convencido de que le iría bien aunque ganara menos.

“A mí como taxista me tocaba ir a buscarlo, si éramos buen amigos desde chamacos, ya iba yo por él cuando se dio el problema y ya no dejaron pasar a nadie. Según ya le faltaba poco para acabar el turno”, dijo el hombre del volante.

Miguelito Andaba contento, cuentan sus familiares, pues en unos días iba a celebrar los 15 años de su hijo el mayor. Le había pedido apoyo a su mamá, abuela del cumpleañero, apoyo para el pastel y la señora aportó 300 pesos para que le compraran una buena torta la nieto.

Miguelito esperaba con que llegara el fin de semana, así se lo contó a su mamá la mañana antes de irse a trabajar.

“Se encontraba trabajando en los andamios, a esos es a los que les fue peor, estaban siempre en lo alto, amarrados, a esos los tiró el golpe de la onda expansiva, se han de haber muerto del puro trancazo”, dijo  obrero de la empresa contratista involucrada en los hechos que le conoce y lo vio por última vez en el punto.

La familia de Miguelito fue de las primeras en arribar al área siniestrada la mañana del jueves. Toda la noche la pasaron en vela. Carros iban y venían en la madrugada llevando y trayendo noticias sobre la explosión.