La historia de Rita Patiño, la mujer que corrió de la Sierra Tarahumara a Kansas, llega al cine

0
30

Por Héctor González

Un día de 1983, la policía de Manter, una pequeña población de Kansas, en Estados Unidos, encontró a Rita Patiño. Agotada tras recorrer los dos mil kilómetros que separan al lugar de la Sierra Tarahumara, la mujer indígena fue recluida en un hospital psiquiátrico debido a que las autoridades pensaron que el rarámuri, lengua de la mujer indígena eran sonidos inconexos producto de una enfermedad mental.

Su caso llegó a los tribunales y finalmente recuperó su libertad tras doce años recluida. En México, su situación no mejoró del todo al punto que vivió el resto de su vida en condiciones de pobreza. A partir de su historia, el director mexicano Santiago Esteinou filmó La mujer de estrellas y montaña, una película que recién llega a las salas.

¿Cómo llegaste a la historia de Rita?

De una manera inesperada. Estaba leyendo un libro llamado Born to Run, siempre me ha gustado correr, y aunque el libro va de otra cosa en un pequeño párrafo se menciona la travesía de una mujer rarámuri que corrió desde Chihuahua hasta Kansas y al llegar ahí fue internada en un hospital psiquiátrico donde confundieron su idioma con sonidos sin ningún sentido, esa mujer es Rita. Me pareció terrible que una cosa así sucediera en pleno siglo XX y de inmediato me puse a investigar sobre ella. Di con unos documentos en Colorado y con la demanda interpuesta por los defensores de Rita, más tarde conocí la obra de Víctor Hugo Rascón Banda La mujer que cayó del cielo, que es sobre ella y tuve la oportunidad de platicar con Luisa Huertas, quien la interpretó. Gracias a unos contactos que me pasó pudimos contactarla.

¿Fue fácil que accediera a contar su historia?

Rita estaba al cuidado de su sobrina y aunque al principio no nos creyeron del todo, sí accedieron. Nos encontramos varias veces y al final construimos una buena relación.

La película toca varios temas: salud mental, migración, derechos humanos. ¿Cómo dar balance a todos los puntos en una misma película

No fue fácil, tuve la fortuna de trabajar con un gran editor como es Javier Campos. Comenzamos el proceso indignados por lo que había sucedido con Rita en el hospital donde estuvo internada. Filmamos con ella entre 2016 y 2018, cuando falleció buscamos otras formas de contar la historia fue así que se sumó Ángeles Cruz, quien aportó ideas creativas para resolver el proyecto. Para entonces ya teníamos muy bien documentado lo que había sucedido en Kansas, pero nos faltaba resolver a nivel cinematográfico o narrativo quién era Rita y cómo fue que llegó hasta allá. Viajamos a la región donde creció para localizar a quienes la conocieron y descubrimos que en su comunidad era una leyenda, una mujer que siempre luchó por su libertad y de armas tomar, lo cual le costó mucha exclusión en su comunidad. En ese momento vimos que ya no solo teníamos a una víctima del sistema médico en Estados Unidos sino a un personaje más complejo.

Aunque lo sucedido en Kansas ya era tema de una película…

Sí, la verdad fue complicado incorporar todo. Quería que durará noventa minutos y al final duró cien, incluso comentamos que su vida podría dar para una serie. La vida de Rita es sorprendente, no se puede creer lo que vivió.

Una vez que Rita falleció, ¿qué tan complicado fue reconstruir su vida?

Hicimos un recorrido por la ruta que asumimos, siguió desde Chihuahua hasta un poblado llamado Manter, en Kansas. Me gusta trabajar con equipos de rodaje pequeños, así que viajamos cinco personas para hacer todo el trabajo de recreación.

¿Qué tipo de precedente sentó en Kansas lo que pasó con Rita?

Es un tema de violación a los derechos humanos, fue un caso que no llegó a juicio porque el estado no disponía de las herramientas para juzgar. No había un perito médico psiquiatra hablante del rarámuri para la defensa y otro para la fiscalía, por eso el caso se estancó y solo se destrabó cuando se llegó a un acuerdo con los seguros de los demandados. Algo muy singular es que, si bien no podemos hablar de un final feliz porque le robaron doce años de su vida, sí se llegó a un desenlace razonable porque se intentó reparar el daño. Sin embargo, otro punto interesante fue descubrir las barreras estructurales que existen tanto en México como en Estados Unidos. Una vez superado todo y de regreso a México la vuelven a marginar y le roban el dinero que le pagaron, es decir, la vuelven a sumir en condiciones que le impiden acceder a los mecanismos legales para reclamar lo que le estaba pasando. Todo esto nos lleva a cuestionarnos sobre el arraigo y la profundidad que hay en las distintas formas de discriminación que padecen los indígenas cuando no hablan el español como primera lengua. En ese sentido, hay mucho que aprender de este caso.