“Imaginarse la historia del país como una especie de venganza del pasado tiene enormes réditos políticos”: Tomás Pérez Viejo

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Por Héctor González

Parte de lo que conocemos como “nación” se construye por medio de imágenes. ¿Cómo se ha estructurado el relato de la historia mexicana a través de la pintura y la iconografía? El historiador y académico de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, Tomás Pérez Viejo (Cantabria, España, 1954), intenta dar respuesta a esta pregunta en México. La nación doliente (Grano de Sal).

A lo largo de su investigación, Pérez Viejo, reconocido con el Águila Azteca en 2018, revisa cómo por medio de sus pinturas y exposiciones, los artistas captaron o recrearon pasajes reales o imaginarios que contribuyeron a lo que hoy se conoce como historia oficial, misma que a decir del investigador se ha entendido como un “ciclo de nacimiento, muerte y una resurrección que siempre sale mal a causa de los traidores”.

¿Qué lo lleva a hacer esta investigación?

Me interesa responder a cómo se crea o inventa la nación mexicana durante el siglo XIX y cuáles son las características en que se da.

¿Cómo dialoga esta invención de la nación con la iconografía?

Dialoga de manera directa porque estudio directamente la construcción de las historiografías más oficiales, es decir, me centro en las imágenes pagadas, encargadas o construidas por el Estado mexicano a lo largo del siglo XIX para difundir una determinada imagen del pasado de una supuesta nación mexicana que habría sido protagonista de la historia.

En este sentido, la fe y la religión ha jugado un papel importante…

Dedico un capítulo del libro a hablar del papel de la religión en la construcción de la identidad nacional mexicana. En todos los países católicos las vírgenes han jugado un papel central en la construcción de la identidad, pensemos en Argentina, Polonia, México, España, Italia, por eso considero que, desde una perspectiva más amplia, el nacionalismo es una forma de religión en todo el planeta.

¿La relación con la religión tiene que ver la dolencia presente en las imágenes?

En la primera parte del libro digo que la historia imaginada por Estado mexicano durante el siglo XIX copia a un relato mayor: el cristiano que es entendido como un ciclo de nacimiento, muerte y resurrección. El relato de la nación mexicana se articula en: época prehispánica (misterios gozosos), Conquista (misterios dolorosos) e Independencia (misterios gloriosos). Además, hay un fuerte componente doliente porque pareciera que la historia es una sucesión de fracasos que siempre son responsabilidad de ajenos, esa es una de las claves del relato nacional. Pongamos como ejemplo el suplicio de Cuauhtémoc, es un hecho controvertido históricamente hablando, no obstante, en la imagen de su quema de pies se reconoce una buena parte de la sociedad, eso se ha repetido a lo largo de los años, pueden cambiar los verdugos -en ocasiones es España y en otras Estados Unidos-, pero lo cierto es que prevalece la idea de una nación débil ante enemigos externos.

¿Esta idea de victimización puede ser redituable en términos políticos?

Sí, imaginarse la historia del país como una especie de venganza del pasado tiene enormes réditos políticos.

¿Eso lo dice por el presente?

En mi libro no hablo del momento político actual, pero sí hago referencia a una idea sobre la que creo es importante reflexionar: la historia de México como un ciclo de nacimiento, muerte y una resurrección que siempre sale mal a causa de los traidores. Una primera resurrección es la Independencia, donde Iturbide es el traidor; la segunda son las guerras de Reforma, en ese caso el traidor es Porfirio Díaz; la tercera es la Revolución, y sale mal por culpa de los neoliberales. Visto de esta perspectiva, la 4T de López Obrador es una reedición de este mismo relato, aunque todavía no sabemos quién será el traidor.

Aunque al menos en el caso de la Independencia hay historiadores que sostienen la existencia de un genocidio.

Desde luego, pero, yo no entro en ese debate. El problema de concebir la historia como este ciclo mítico es que los protagonistas no son las generaciones de hombres y mujeres que han vivido en este territorio llamado México; el protagonista es un sujeto inventado como es la nación mexicana. Cuando ese relato afirma que la nación mexicana muere con la Conquista, se está diciendo de manera previa a los españoles había una nación, cuando eso no es verdad. Me interesa estudiar cómo este mito se asume como una realidad pese a que deja de lado a los individuos. Por otro lado, es importante aclarar que lo que hace el Estado mexicano durante el siglo XIX no es distinto a lo que sucede en Francia, España o Alemania, todos construyen un relato en imágenes sobre su pasado para legitimarse, y eso en realidad no es más que replicar lo que hizo la Iglesia Católica por siglos, si vamos a un museo veremos que el nacimiento, muerte y resurrección de Cristo, ese es el imaginario clave.

 

 

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