‘Historia mínima del desempleo’, una ácida aproximación de Carlos Bortoni al mundo laboral

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Por Héctor González

¿Qué siente una persona cuando pierde el empleo? ¿Qué impacto tiene en sí mismo y en sus círculos cercanos? Carlos Bortoni (Ciudad de México, 1979), pone el dedo en la llaga. En Historia mínima del desempleo (Salto de Página), el narrador plantea una novela fragmentaria y articulada con datos, episodios de famosos y de manera central con un personaje a quien un mal día la espalda le comienza a doler sin razón aparente.

“El desempleo es un proceso donde el sujeto se siente terriblemente solo, está abandonado a s suerte y dejas de ser productivo, sobre todo en la lógica del capital”, explica Bortoni en entrevista.

¿Qué te lleva a escribir Historia mínima del desempleo?

Son dos líneas diferentes, por un lado, contar el proceso de un sujeto que un día pierde su trabajo. Tiene que lidiar con la burocracia laboral, la angustia por quedarte sin sustento en combinación con la sensación de recuperar la libertad; el otro lado que esta detrás de la novela es un proceso largo de no poder escribir y no me refiero a una idea romántica sino más bien a un periodo donde no me sentía cómodo narrando una historia completa o absoluta, por eso use el fragmento como recurso.

Además, el fragmento te permitía intercalar historia con datos.

Una bondad del fragmento es hacer del lector un colaborador, como decía Benjamín. Esa alianza permite al lector encontrar el sentido de la historia, esa era mi principal preocupación. Quería que el lector fuera quien decidiera cuál es el hilo conductor. Además, permite contar una historia expansiva sin tener que decir todo, entre los fragmentos hay un espacio vacío que también cuenta algo, aunque no se vea y es el lector quien precisamente llena esos huecos.

 

¿Qué te aportaba idea del desempleo?

El desempleo es un proceso donde el sujeto se siente terriblemente solo, está abandonado a su suerte y dejas de ser productivo, sobre todo en la lógica del capital. Se padece en todos los países y que cualquier ser humano puede enfrentarlo, por eso alterno noticias de despidos masivos y datos estadísticos al respecto.

 

A la anécdota y dato duro sumas información sobre gente famosa que ha perdido su trabajo.

Creo que funcionan como una especie de palmadita en la espalda. Si Harrison Ford o Lady Gaga se quedaron si trabajo, ¿por qué tu no? Hay un doble juego ahí, por un lado, espejea y al mismo tiempo permite que no te sientas solo.

Al final a los famosos que citas les termina yendo mejor…

Claro, esa es la única esperanza que te queda cuando pierdes el empleo, me interesaba incluir este optimismo ramplón que domina en la sociedad y por eso también cito libros de superación personal como aquellos que dicen que lo mejor que te puede pasar es perder el trabajo. Por supuesto, todo esto se contrapone con la angustia que padece el personaje a lo largo de la novela.

A lo largo de la novela hay un verso de Hamlet que se repite como un mantra: “Una desgracia siempre va pisando la sombra de otra”. ¿Por qué?

La novela empieza cuando el protagonista sale de la regadera y le empieza a doler la espalda, no está clara la razón, para mí ese es el hilo conductor. El dolor de espalda se convierte en el mensaje de su jefe, en el tráfico, es como una bola de nieve. Cada cosa que sale mal anuncia a otra peor. La existencia misma está en el malestar del sujeto, esta idea de que estar vivos inevitablemente se traduce en malestares. Shakespeare supo resumir muy bien esto.

El título es algo engañoso, no sé si en alguna plática o entrevista alguien habrá pensado que es un ensayo o un libro académico, incluso también es una provocación en una época en la que el empleo es lo que nos define.

Tienes razón, cuando te preguntas quién eres o qué haces, en lo primero que piensas es en el trabajo. Cuando pierdes el empleo dejas de ser lo que eres y de definirte en función de lo que producías. En la novela hay un juego porque a partir de que recibe el cheque de su liquidación el personaje se empieza a definir como sujeto en búsqueda de empleo, hay una necesidad por llenar los días ante el vacío que supone perder el trabajo.

¿Cambió tu relación con el desempleo a partir de la escritura del libro?

Lamentablemente no, he tenido una relación de odio-odio con el empleo, lo considero un mal necesario y el libro refrenda eso, es un sentimiento similar al que vives cuando vas manejando y ves a una patrulla detrás, no sabes en qué momento y sin razón alguna, te va a pedir tus papeles. Asumimos el empleo como una constante cuando realmente un empleado es una variable más cuya suerte no depende de uno, pese a que el discurso del sistema es que tú eres arquitecto de tu propio destino.

*ARISTEGUI NOTICIAS