Luis Velázquez
18 de febrero de 2019
Veracruz se desangra y la Cuitlamanía, el estilo personal de gobernar y ejercer el poder, ha derivado en Cuitlalandia, el mundo color de sordo construido a modo y a medida.
Por ejemplo:
Durante más de tres meses, desde que tomara posesión la LXV Legislatura con su mayoría simple de Morena, y desde hace diez semanas cuando iniciara el sexenio de izquierda, el tema central, de hecho el único, ha sido la destitución del Fiscal.
Pero el asunto del Fiscal es un tema cien por ciento local. Localista. El localismo empobrecedor del que hablaba el filósofo José López Portillo, aquel de «La colina del perro».
Y en contraparte, mientras la agenda de Cuitlalandia gira alrededor de un asuntito rústico, silvestre y aldeano, la agenda nacional del presidente Andrés Manuel López Obrador es el combate a la pobreza y el combate a la inseguridad.
Aquí, y por fortuna, además, y alrededor de la inseguridad, el gobernador festina, igual que Miguel Ángel Yunes Linares, igual que Javier Duarte, que el índice de violencia va en caída libre hacia abajo.
Incluso, asegura que en el norte de Veracruz, la violencia han descendido en un 80 por ciento, luego de que nueve presidentas municipales integraran un frente común para defenderse a sí misma, pero más aún, blindar a sus pueblos.
«Nos ha ido de la fregada» exclaman ganaderos del sur de Veracruz revelando que cada día les están robando, mínimo, cien cabezas de ganado.
Cuitlalandia en su mundo color de rosa, el mismo mundito que Javier Duarte se creara para sí mismo y que lo llevara al Reclusorio Norte de la Ciudad de México.
La agenda de AMLO está a mil años luz de distancia de la agenda de Morena en Veracruz.
DETERIORO DE MORENA
De acuerdo con las versiones de algunos Morenistas, en la Ciudad de México, la sede de los Poderes Federales, Morena en Palacio Nacional, tiene la percepción, quizá la certeza, de que un sector de los nuevos funcionarios estatales de Veracruz está contribuyendo, desbocados, descarrilados, sin control, sin mesura, sin prudencia, trepados en la frivolidad y la soberbia, al deterio «rápido y furioso» del bono de aceptación ciudadano logrado en la elección del mes de julio del año anterior.
Y lo peor, que nadie en el gabinete legal y ampliado de Cuitlalandia aprovecha y capitaliza el gran esfuerzo del gobierno federal para gobernar con resultados.
Incluso, hay la sensación de que el gobernador sigue apostando a que Papá AMLO le resuelva todos los pendientes, pues, ni hablar, suele ocurrir cuando un hombre llega a los 50 años de edad, y solterón, y sigue viviendo en casa de los padres.
Diez semanas después, por ejemplo, Cuitlalandia es la burla nacional con el caso del Fiscal como revelara el diputado de Morena, José Magdaleno Rosales.
Y ninguna obra pública anunciada, ni menos, en proceso de construcción.
Y lo peor, la imagen dominante, incluso única, de que el primer sexenio de izquierda es fifí, salsero y sabadaba y que se la pasa, igual que Javier Duarte, anunciando que «vendrán tiempos bonitos, lo bonito de lo bonito».
CAPITAL POLÍTICO DE AMLO, DESCARRILADO EN VERACRUZ
Tarde o temprano, y de seguir así, la Federación habrá de intervenir en Veracruz con un manotazo canijo, primero, para mediar, y segundo, quizá lo primero, para ajustar lo que sea necesario.
Es grave, demasiado grave, que en tan poco tiempo, diez semanas y media, el capital político heredado por AMLO sea tirado a la basura por quienes, con un esfuerzo menor como la gente de Cuitlalandia, accedió al poder público estatal.
Y más cuando el senador Ricardo Monreal lo dijo sin rodeos.
«Todos ganamos en las urnas gracias a AMLO».
Por ejemplo, desde un principio en Morena fue establecido que en ningún momento caerían en los errores del viejo y nuevo PRD de los grupos de poder, tribus y hordas.
Y en Veracruz, los principales protagonistas del Obradorismo, sin AMLO, claro, se están moviendo alrededor de tan viciadas prácticas.
De por medio está el proyecto político de AMLO y ni modo que permita el atolladero en que están atrapados en Veracruz, y lo peor, que el descarrilamiento político, social, educativo, de salud, de seguridad y de justicia que se traduzca en la derrota electoral en las urnas en el año 2021 cuando sean elegidos presidentes municipales y diputados locales y federales.