Hay una carnicería política en Veracruz. Incluso, con vasos comunicantes entre Xalapa y la Ciudad de México, sede de los poderes centrales. Más aún, va y viene, como el amor, en una autopista de varios carriles. Y de hecho y derecho se vive y respira un aire de temor. Y terror. Zozobra. Incertidumbre.
Por ejemplo, la PGR sigue la pista al prófugo de la justicia, Javier Duarte, 64 días hoy, digamos, “a salto de mata”. Y digamos, porque la mitad de la población y la otra mitad está perpleja mirando su capacidad policiaca para huir.
El viernes 16, por ejemplo, la Agencia de Investigación Criminal cayó de sorpresa en la calle Amores número 1233, en la Colonia del Valle, y cateó el estacionamiento, la planta baja, su casita y hasta la terraza en el último piso. Sólo hallaron a la trabajadora doméstica.
Y el CEN del PRI expulsó a un trío de amigos de Duarte. Sus exsecretarios, Arturo Bermúdez Zurita y Gabriel Deantes Ramos, aquel que alardeaba de una herencia de 39 millones de su padre. Y de paso, también echaron del tricolor al ex delegado de la secretaría de Economía, José Antonio Chara Mansur.
Pero quizá la peor incertidumbre que se vive en Veracruz está en Xalapa. Y en Xalapa, con la burocracia en el gobierno del estado.
En todas las secretarías la Yunicidad ha desatado “una cacería de brujas” implacable. Bajo un solo eje rector: la búsqueda frenética de los llamados “aviadores”. Pero en el hachazo se están yendo en contra de todos. Todos, pues, son sospechosos.
Nunca antes el terror.
Y si los duartistas vivirán “con el alma en un hilo”, temerosos, por ejemplo, más que de ser exhibidos (Tarek Abdalá amenazado con la expulsión del PRI, por ejemplo), los burócratas están peor.
Los secretarios y directores del gabinete legal y ampliado parten de un hecho brutal: días, semanas antes del fin del sexenio duartista, Flavino Ríos Alvarado ungido góber interino de 48 días, destruyeron los archivos de todo el personal. Se los llevaron. Los
quemaron, desapareciendo la historia laboral de cada empleado y evitar así la pista de los “aviadores”.
La fuerza aérea del duartismo se estrelló en el fondo del océano.
AJUSTE DE CUENTAS
Llegaron los yunistas y con “la espada desenvainada”. El lema universal que han puesto de moda. Todos ustedes son corruptos. Todos nosotros impolutos (que, bueno, ya se verá en el mes de noviembre del año 2018)
Así, en los 8 días que han transcurrido (sin pena ni gloria, más que con puro discurso incendiario contra Enrique Peña Nieto, José Antonio Meade, Duarte y Fidel Herrera, etcétera), los jefes, digamos, de la dirección de Recursos Humanos y/o dirección administrativa de cada secretaría están llamando a uno por uno de los burócratas para una radiografía laboral.
Entre otras cositas, su identidad, su número de clave del pago de la quincena, su antigüedad, su desempeño, su adscripción, sus jefes que tuvieron, los padrinos o madrinas que les ayudaron a la chamba, etcétera.
Casi casi un interrogatorio de Ministerio Público. Mejor dicho, de espionaje de alto nivel. Mejor dicho, “la noche de los cuchillos largos”, la extensa y larga “noche de san Bartolomé”.
Y en el proceso, los nuevos jefes (muchos de ellos, sin ninguna experiencia burocrática, académicos de la Universidad Veracruzana) han cometido injusticias, como por ejemplo, despidos a burócratas con una antigüedad, digamos, como punto de referencia, desde Patricio Chirinos Calero, 1992/1998, o desde antes.
Y es ahí, en la apretada de tuercas, donde “la víbora ha chillado” y dadas las circunstancias muchos burócratas han intentado (y siguen) salvarse.
LA DELACIÓN CAUSA ESTRAGOS
Y salvarse de la forma más sencilla del mundo.
“Usted, han revirado a los yunistas, me despide cuando tengo tal antigüedad. Pero dejó a fulano y mengano y zutano… que son “aviadores”.
Tal cual, la delación (traición de alta escuela) está causando estragos.
Unos a otros se están denunciando y los yunistas felices con el terrorismo aplicado.
Y es que desde el primero de diciembre en las secretarías y direcciones reaparecieron “los aviadores”, deseosos de seguir conservando sus pri/vilegios y papalotean entre todos.
Por ejemplo, en la secretaría de Educación se ha sostenido que hay más de 2,500 personas que cobraban (o siguen cobrando) sin trabajar.
En la secretaría de Desarrollo Agropecuario, el titular aplicó la cuchilla y desde un principio evitó a muchos la entrada a las oficinas y les pidió la renuncia.
En la secretaría de Protección Civil hay unos 250 empleados, de los cuales unos 60 son “aviadores” según las versiones de los trabajadores.
Se ignora si tal es el mejor camino, el camino de los derechos humanos, el camino de la dignidad, el camino del respeto a los demás para detectar a “los aviadores”.
Se ignora si es cierto, como dijeron, que el gobierno azul contrató a una empresa especializada para operar y tal es la solución genialmente salomónica.
Ya se verá, hacia el final del bienio, si los Hernán Cortés y “Piratas” Lorencillos de la Yunicidad conservan en el diario actuar “la honestidad” de que alardean.
Pero por lo pronto, resulta demoledor para la ética pública y la autoridad moral el bulldozer con que están operando los secretarios y directores del gabinete legal y ampliado.
Simple y llanamente, un arbitrario y feroz atropello a los derechos humanos y a las garantías constitucionales.
“Hay que endurecerse, decía “El Ché” Guevara, sin perder la ternura”.
“Nadie nos ha tratado con tanto respeto, decían los burócratas del gobierno de la Ciudad de México, como Cuauhtémoc Cárdenas”, el héroe desconocido, por cierto, del Yunes azul.