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Xalapa

Barandal: Delincuencia en Veracruz

  • La policía “los deja hacer y pasar”
  • Los malos, dueños de la vida

LUIS_VELAZQUEZ

PASAMANOS: Ninguna duda hay de que la policía tiene el control de la ciudad. Y por añadidura, conoce “el fondo de la olla”. Y tiene ubicados, entonces, y entre otras cositas, a los malandros. Y a los rateros. Y a los asaltantes. En pocas palabras, al mundo delincuencial.

Y es que si, por ejemplo, un turista aterriza en el aeropuerto “Heriberto Jara”, y pide al taxista lo lleve a la mejor casa de citas… lo lleva. Y se le pide que lo lleve a comprar droga… lo lleva.

Y, por tanto, la policía, con mucha mayor razón, pues en cada turno circula en la ciudad. Y conoce los recovecos de la ciudad “a diestra y siniestra”, mejor que un cronista, mejor que un cartógrafo.

Peor sería que fuera lo contrario y se dijera que la policía desconoce su realidad.

Por eso, cuando en días de navidad y fin de año y de carnaval y de Semana Santa, y en los días normales, los robos a casas habitación y los atracos a negocios y los asaltos en la vía pública se cometen, nadie se equivocaría si pensara que la policía “dejar hacer y deja pasar”, a cambio, claro, lógico, obvio, de una recompensa.

Más todavía:

Si de pronto, la casa de una persona incómoda a la elite política en turno es saqueada, veinte y las malas que se trata de un mensaje críptico desde el poder. Un avisito. Un calambre.

Todavía más: se han dado ocasiones cuando el odio y el rencor es tanto que el político ordena a su jefe policiaco que los ladrones y asaltantes “a su servicio” roben una vez por semana la casa de la persona indeseable.

Y de ñapa, le dejen avisitos ofensivos y humillantes, por ejemplo “una cagada” en la sala, una cruz morada o roja en la pared, una muñeca rota en la recámara, un saludo de la “Santa Muerte”.

 

BALAUSTRADAS: Bastaría referir lo siguiente de la alianza entre policías y sus jefes con los malosos de la delincuencia común y organizada:

Los carteles y carteles han filtrado a las corporaciones policiacas, las mismitas encargadas de garantizar la seguridad en la vida y en los bienes.

Y las componendas son tantas que, por ejemplo, decenas de policías se han arrodillado ante los barones de la droga y sus pistoleros para, entre otras cosas, secuestrar ciudadanos y entregarlos a cambio, por supuesto, de un billete millonario.

Fue el caso, y sólo como referencia, en el duartazgo con los cinco jóvenes de Playa Vicente plagiados por elementos policiacos en Tierra Blanca y los tres jóvenes en Papantla.

Peor tantito: en la historia local quedó que el cantante de “La Voz México”, Gibrán, fue detenido por los policías en Xalapa y luego ejecutado y abandonado en la cajuela de un automóvil abandonado a su vez en la carretera.

Por eso mismo, y en la otra cara de la moneda, un ciudadano común que vive con sencillez tiene miedo, pavor, terror y horror cuando de pronto mira venir un policía y/o una patrulla policiaca.

Y más, con la tradicional imagen de un bigotito, los aterradores lentes negros y la cachucha, el tolete y la macana, el uniforme y hasta el perro policía.

Latinobarómetro, por ejemplo, cita que los policías están el sótano de la confianza pública, en el mismo nivel usufructuado por los políticos y los funcionarios llamados de manera pomposa “servidores públicos”.

Un manotazo (pero firme y vigoroso, constante y sonante) del jefe máximo (presidente municipal, gobernador, secretario de Seguridad Pública, etcétera) sería suficiente para que los delitos del orden común y federal disminuyeran de tajo.

Atrás de las cifras de la inseguridad están los policías.

 

ESCALERAS: Si los rateros, ladrones y asaltantes y malandros operan en una ciudad atrás están los policías que los protegen.

Solo así se concibe el Estado Anárquico en la vida de un pueblo.

Y es que la corrupción alcanza límites insospechados, pues, y por ejemplo, el control de los malosos llega a los penales regionales, en donde co-gobiernan con la dirección de Prevención y Readaptación Social, mejor dicho, con el gobernador mismo, el capitán de la nave, el jefe del buque, el patrón de la hacienda.

En el Fidelato, Zeferino Tejeda Uscanga fue nombrado director de Prevención y Readaptación Social.

Horas después, sonó el teléfono rojo de la oficina.

–Teníamos un trato con tu antecesor, le dijeron. Danos tu número de cuenta para depositarte cada mes.

–Gracias, les dijo, y colgó.

Dos, tres días después, insistieron.

–Gracias, repitió y colgó.

Entonces, simple y llanamente, renunció y una mujer lo sustituyó y se quedó el resto del sexenio.

Por eso en los días que corren y toda vez que la inseguridad sigue igual que en el duartismo, ninguna duda hay que el modelito se repite, pues ni modo que las familias y las personas y los negocios de Veracruz sean saqueados y los pillos rebasen la capacidad policiaca.

Son aliados, cómplices, socios.

Y aun cuando “en la viña del Señor” hay excepciones (un frijolito en el arroz, una golondrina aleteando solitaria en el cielo), el Estado Delincuencial sigue dominando la realidad cotidiana, por más y más discursos oficiales bravíos, “rasgándose las vestiduras”, simples cacayacas.

 

 

Las ideas y opiniones expresadas por el autor de ésta columna periodística, no reflejan necesariamente el punto de vista de Crónica de Xalapa ©️

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