- Se irán con MORENA
- El PRI, secuestrado
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En la población electoral de Veracruz crece el antipriismo. Y al mismo tiempo, entre la militancia tricolor se multiplica el desencanto.
Por un lado, Javier Duarte, sin que en los últimos 54 días lo hayan podido detener la PGR, Procuraduría General de la República, ni tampoco la Interpol, ni el Cisen ni la Policía Federal ni las Fiscalías estatales.
Y por el otro, la negociación a cambio de información exclusiva en contra de Duarte con varios duartistas, todos miembros de la elite que saquearon el erario y vejaron y atropellos los derechos humanos.
Y en contraparte, y con la gubernatura en manos de un panista, el PRI lanzado del palacio de Xalapa que ha disparado el desempleo, a tal grado que muchos tricolores se han puesto a vender tamales y quesos a orilla de la carretera.
Además, un presidente del CDE del PRI, Felipe Amadeo Flores Espinoza, uno de los culpables de la derrota el 5 de junio, ratificado por el CEN del PRI de líder taxista, Enrique Ochoa Reza, a espaldas de la base.
Y, de ñapa, un Flores Espinoza secuestrado por el senador Héctor Yunes Landa, de tal forma que, por ejemplo, cada reunión priista más bien parece un cónclave de Alianza Generacional.
Y lo peor, un Yunes Landa derrotado en las urnas, pero obsesionado con quedarse de nuevo con la candidatura a gobernador en el año 2018 y que construye desde ahora, sin respetar su palabra ante el senador Pepe Yunes Zorrilla.
Y en el mar revuelto, el desánimo, porque la mayoría tricolor inculpa a Enrique Peña Nieto de haber sido demasiado omiso con los trastupijes de Javier Duarte, de tal forma
que el duartazgo se tradujo en el triunfo del candidato del PAN y PRD a la gubernatura y una votación impresionante (850 mil votos) para el candidato de MORENA.
La base tricolor está más encorajinada, porque ellos fueron los peones de los jefes máximos que cumplieron las órdenes superiores al pie de la letra y su único pecado es haber sido búfalos que nunca probaron las mieles del poder y ahora pagan la culpa y el descrédito sin deberla ni temerla.
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La bufalada priista, como le llaman los jefes, está oliendo la negociación en la cúpula del poder y que proviene, están ciertos, desde Los Pinos.
Y por añadidura, más crece el desencanto, porque arriba continúan poniéndose de acuerdo.
Incluso, muchos se están yendo al PAN, pero también a Morena, de Andrés Manuel López Obrador, atraídos porque todas las encuestas lo perfilan como el favorito para la elección presidencial del año 2018, y antes, mucho antes de quedar fuera de nuevo, a probar suerte.
Es más, de cara a la elección de candidatos a presidentes municipales, síndicos y regidores del año entrante, el corredero priista está creciendo como los peces y los panes.
Todavía más, se está yendo la militancia, pero de igual manera los jefes y los líderes y uno que otro cacique municipal y regional, hartos de la corrupción política de Javier Duarte y Fidel Herrera Beltrán, para citar dos referencias.
Y quienes se están quedando… andan con el hacha desenvainada, como por ejemplo, en el puerto de Veracruz, donde se están dando por todos lados atrás de la candidatura a la alcaldía.
En una esquina del ring, el ex diputado local, el rey de la basura, Nino Baxin, soñando con la presidencia del PRI local, camino, piensa, siente, cree (olvidando los estatutos) a la nominación edilicia.
Y en la otra, Harry Grappa, el ideólogo turístico de Javier Duarte, favorecido según la fama pública con los negocios de su holding, soñando con la silla embrujada de Ramón Poo Gil, rafagueando a doble fuego para destituir a Raúl Díaz y quedarse con el liderazgo, quizá, y además, para ganar, según él, impunidad.
Anilú Ingram, la delegada federal de la secretaría de Desarrollo Social, firme con MAO, soñando con la senaduría en el año 2018, sin que por ahora ningún interés le despierte la alcaldía por la que antes en el duartismo “se cortaba las venas”.
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En Boca del Río, el priismo está muerto y ni siquiera existe como un fantasma.
Un metrosexual al frente, Héctor Muñiz, creído y petulante, ideólogo y sabelotodo que se cree, como una figurita de paja.
El ex diputado local, Raúl Zarrabal Ferat, dueño de un fino olfato que le avisa cuando jugar y cuando agazaparse, ocupado en otros menesteres, lejos de la pasión política.
Y más, porque anda temeroso de que la Yunicidad le restriegue las cosas ilícitas operadas en el Congreso por órdenes de su amo, Javier Duarte.
Las huestes de Salvador Manzur Díaz que por ahí pasaran desdibujadas por completo.
Las falanges de Ramón Ferrari Pardiño, el ex cacique boqueño, ni el polvo dejaron.
Y los líderes de las colonias populares, en el más terrible desencanto, porque una vez más le ha tocado perder, cientos de veces utilizadas para hacer bulto a cambio de una despensita y quizá un billetito efímero, mientras otros (los Ferrari, por ejemplo) están cabezones, además, claro, de bembones.
Por el contrario, las elites priistas se decepcionaron más del presidente (otra cosita es líder avasallante) del CEN del PRI, Enrique Ochoa Reza, porque ofreció, primero, cambiar a Flores Espinoza, y lo ratificó, y segundo, nombrar un delegado nacional, que ha incumplido.
Así, mientras el PRI ha quedado rehén de Yunes Landa, la base está mirando a MORENA.