LUIS VELÁZQUEZ
•Veracruz se desangra
•Bermúdez se mantiene
•La sombra de Duarte
I
Veracruz se desangra. De norte a sur de Veracruz, fuego cruzado, muertos, secuestros, desaparecidos, ejecuciones y fosas clandestinas con cadáveres putrefactos.
Extorsiones.
Y, sin embargo, mientras van tres procuradores de Justicia, el secretario de Seguridad Pública es el mismo.
El coronel Arturo Bermúdez Zurita.
Raro y extraño, por lo siguiente: de acuerdo con la Constitución, el titular de la SSP es el responsable de cuidar las calles y las avenidas y los pueblos y de garantizar la seguridad en la vida y en los bienes.
Eso se llama, entre otras cositas, Estado de Derecho.
Y cuando el Estado de Derecho fracasa en tal objetivo, entonces se llama Estado Fallido.
Por eso, el contribuyente ha de preguntarse las razones por las cuales el titular de la SSP se mantiene en el cargo.
La misma pregunta se ha formulado a uno que otro secretario del gabinete, subsecretario, director, etcétera, cercanos al poder, y la respuesta es la misma.
La confianza, el alto grado de confianza, la confianza absoluta que el gobernador Javier Duarte tiene en Bermúdez.
Se trata, incluso, de una confianza a ciegas.
Una confianza que llega a lo siguiente: para Duarte, el único político policiaco ideal para la Secretaría de Seguridad es Bermúdez.
Y nadie más.
Bermúdez es, por tanto, tan “implacable como impecable”.
Luego de Bermúdez, nadie como él.
Por eso, incluso, hasta la Constitución local fue reformada para otorgarle atribuciones más allá de lo normal.
Así, podrá Veracruz seguir desangrándose como sangra desde el mes de diciembre, 2010, y Bermúdez seguirá al lado del góber contra viento y marea.
II
El chilango Bermúdez inició con Duarte en la subsecretaría de Finanzas y Planeación.
Luego, en la secretaría.
Después, estuvo a su lado en la candidatura a diputado federal por el distrito de Córdoba, cuando, entonces, un par de aliados más Duarte tenía.
El odontólogo Ramón Ferrari Pardiño y la señora María Georgina Domínguez.
Y también en la candidatura a gobernador.
Incluso, el trío era el operador político, social, policiaco, financiero y electoral de Duarte.
Su gente de mayor confianza.
Bermúdez llegó a Xalapa procedente del Distrito Federal, su tierra de nacimiento, con Sergio Maya Alemán, subsecretario de Finanzas y Planeación con Miguel Alemán Velasco.
Y, de pronto, trepó a la nave de Duarte en el fidelismo.
Nada, pues, lo ha movido ni removido ni tampoco, digamos, lo mudará en el resto del sexenio.
III
De norte a sur de la tierra jarocha todos los hogares tienen un familiar, un vecino, un amigo, un conocido… que ha sido plagiado, desaparecido, extorsionado y ejecutado.
Pues bien, todos ellos están debajo de Bermúdez.
Duarte confía en Bermúdez, pase lo que pase.
Incluso, algunas voces hablan de que ha mudado en propietario de una cadena hotelera que incluye unos doce hoteles, el primero de los cuales está ubicado en Chachalacas.
También que posee un rancho con animales exóticos.
De igual manera que hasta un avión para supervisar con su gente la administración de los hoteles.
Más otros negocios que incluye, por ejemplo, la compra y equipamiento de patrullas.
Y con todo, nunca, jamás, los infundios, los díceres, las intrigas, etcétera, han llegado al oído del jefe máximo.
Bermúdez es inamovible.
Es más, según las versiones, Bermúdez ocupa el primer lugar en la escala del uno al diez en el grado de confianza del gobernador en su gente.
Más, incluso, que la confianza de Duarte, por ejemplo, a Ramón Ferrari y/o María G. Domínguez.
Más que la confianza a Alberto Silva Ramos, director de Comunicación Social, incluso que al tamaulipeco Gabriel Deantes Ramos, el mago electoral del sexenio, quien se ufana de ser el brother y de quien el mismo Duarte dijo que había “defraudado su confianza”.
Ni hablar…, el chilango que sedujo el corazón de un jarocho nacido en el barrio de La Huaca, allí donde también naciera Toña “La negra” (la cantante favorita del quisquilloso Agustín Lara) y Beto Ávila, el beisbolista estrella de “Los indios” de Cleveland.