Encuentro con la muerte…

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desaparecidos tierra blanca

  • Rechazaron padres de familia de Playa Vicente que las prendas mostradas por la Fiscalía eran de sus hijos 
  • “Hay muchos jóvenes desaparecidos y tenemos derecho a ver las prendas»: colectivo de Córdoba-Orizaba 
  • Crónica de lo que pudiera llamarse la gran estafa de la justicia en Veracruz 

 

Crónica de Miguel Ángel León Carmona/Tierra Blanca/blog.expediente.mx

 “La fiscalía de Veracruz nos expuso al menos 50 prendas de personas, una por una; calcetines, calzoncillos, vestidos y faldas diminutas, pantalones talla 30 ó 32, camisetas, cangureras, zapatos de diferentes tamaños. La mayoría es de gente joven y de complexión delgada. Fue lo que se encontró en el rancho. Sin embargo, de eso, nada corresponde a nuestros muchachos”.

En un encierro de al menos cuatro horas en el Ministerio Público de Tierra Blanca, los padres de los cinco jóvenes de Playa Vicente, buscaron entre montones de ropajes indicios de sus hijos. No obstante, ninguna correspondió a los suyos. Las cajas de cartón, repletas de evidencias, fueron resguardadas en el Ministerio Público.  A la fecha permanecen sin dueño.

De acuerdo con el oficio FGE/UAI/074/2016 y la información retomada por el corresponsal de Proceso, Noé Zavaleta, en En Veracruz, la Fiscalía de Investigaciones Ministeriales continúa en la búsqueda de 699 jóvenes, cuyo rango de edad va de los 15 a los 29 años. Se desconoce si entre las decenas de vestigios expuestos pudiera encontrarse el consuelo alguno de las 699 madres.

Por su parte, la maestra Ana Lilia Jiménez, líder del colectivo Córdoba-Orizaba, asegura que ninguna de sus compañeras han tenido la invitación de reconocer las evidencias mencionadas. “Nada, ni por lo menos se nos ha avisado. Que no se le olvide al Fiscal que hay muchos de nuestros jóvenes sin aparecer. Que también tenemos derecho a ver estas ropas”.

Por su parte, las únicas pertenencias ratificadas de los cinco padres de Playa Vicente fueron las que se hallaron en el interior del automóvil del joven Mario Arturo Orozco Sánchez, uno de los cinco desaparecidos:

Un par de sandalias color café oscuro tipo Crocs y una camisa color rosa con franjas vino y rosa oscuro, de José Benítez de la O. Dos pares de zapatillas; unas de tacón corrido con una flor negra al frente y otras de tacón separado, pertenecientes a la menor de 16 años, Susana Tapia Garibo.

Además de dos pantalones de mezclilla color azul y negro, un bóxer con matices rojo y blanco, un cinturón color café, tipo vaquero. Talco, desodorante y medicamento Omeprazol, de José Alfredo González Díaz, alias “El Cochi”.

En cuanto a los jóvenes Mario Arturo Orozco Sánchez y Bernardo Benítez Arróniz no hubo vestimentas localizadas. Sólo fragmentos de la tibia de Bernardo Benítez, las cuales fueron previamente expuestos el ocho de febrero, en las instalaciones de la Comisión Nacional de Seguridad, en la Ciudad de México.

Se estima que el vehículo Jetta color gris, con placas: 566-XNS, del Distrito Federal, hallado el 11 de enero a orillas de la carretera federal, en el municipio de Medellín de Bravo, será devuelto en las próximas horas a la madre Dionisia Sánchez. No obstante, permanecerá en calidad de depositado, sujeto a cualquier investigación  futura de la Fiscalía veracruzana.

 

“HAY MUCHÍSIMAS ROPA, PERO NO SON DE LOS NUESTROS”

El asombro de los familiares y del mismo Arturo Márquez Murrieta, Delegado de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas lo causó el material que designó la Fiscalía de Veracruz para trasladar los restos carbonizados, así como las prendas de al menos cincuenta ejecutados, en el Rancho El Limón en el municipio de Tlalixcoyan, Veracruz:

El operativo de seguridad estaba montado para el arribo de las evidencias, la Gendarmería Nacional custodiaba el recinto y formaban elementos en hilera para su resguardo. Fue cuando de  los vehículos estales, descendieron peritos exhibiendo bolsas negras de plástico y cajas de cartón reciclable. Los familiares no emitieron juicios sino hasta salir de la diligencia a puerta cerrada.

Finalmente los supuestos fragmentos de Bernardo Benítez Herrera habían sido regresados al último lugar donde se le vio con vida, el pasado 11 de enero de 2016. Por su parte las madres de los otros desaparecidos, suplicaban a sus dioses que los ropajes no fueran a tratarse de sus hijos.

Don Bernardo Benítez Arróniz atienda al teléfono; daba la cara y la voz a los medios, quienes han seguido el caso durante 30 días. Doña Columba Arróniz González no abandonaba su sitio de refugio, de intimidad. El altar con las imágenes de su hijo, Bernardo Benítez Arróniz. A quien se le ve sonriente en las postales, a un lado de veladoras con olor a flores campestres.

Antonio Vega Menchaca, jefe de la Gendarmería Nacional, entró sin remirar a los presentes, hasta saludar a Don Bernardo Benítez. “Todo listo, señor. Usted me indica el momento”. El padre asintió sin emitir palabra. Pidió a su esposa las patillas para la presión y caminó sereno hasta el cuarto  donde le serían presentados, además de los fragmentos, ropa que pudiera tratarse de su primogénito.

“Veremos si se trata o no de Bernardo, es un hombre de un metro con 82 centímetros, talla 40 o 42, de aproximadamente 120 kilos. Sabemos la marca de sus pantalones, de sus camisetas. Afrontaremos la realidad”.

El encierro comenzó y se llevó al menos cuatro horas. Una menos que la diligencia en la Comisión Nacional de Seguridad, el día nueve de febrero en la Ciudad de México.

Los reporteros esperaban pacientes, ajustaban la velocidad y el diafragma de sus cámaras para captar el momento en que salieran los cinco padres. Finalmente lo hicieron, sin embargo en los semblantes no había lágrimas. Solo rostros de asombro e indignación.

“Esas no son ropas de nuestros hijos, dijo Carmen Garibo, madre de la menor de edad desaparecida. Hay mucha ropa, en cantidades. Incluso vestidos y faldas de edades como las de mi Susy, pero nada es de ella. Sabrá Dios de quienes son”.

Por su parte, Gloria de la O Santos declaró: “No es la manera de traer ropa que pudieran ser de los chamacos o de otros jóvenes. Se supone que es material importante. Han de valer más las urnas de las elecciones que las dichosas cajas de evidencias”.

La diligencia dio por terminada, se presenció un ligero alivio al saber que de esas prendas ninguna correspondió a los cinco desaparecidos. “Si acaso un par de calcetines se parecen a los de Bernardo, los mandamos a la Gendarmería Nacional para que lo examinen”, declaró don Bernardo Benítez Herrera.

Al momento las pertenencias de al menos 50 jóvenes continúan en resguardo del Ministerio Público de Tierra Blanca y tan solo en la ciudad se tienen 23 desaparecidos debidamente registrados en un periodo de 30 días. Se ignora si realizarán la misma exhibición al resto de los padres terrablanquenses.

Se desconoce también si las prendas las podrán examinar las 699 madres veracruzanas, incluidas las integrantes de los colectivos Córdoba-Orizaba, Por la Paz Xalapa, Solecito de Córdoba y de Veracruz, las madres de los 19 desparecidos en Potrero Nuevo Atoyac. Tampoco se descarta que se trate de pertenencias de desaparecidos que sus familiares, no han rendido una denuncia.

Así concluyó el día 30 en el campamento de Tierra Blanca, no obstante que Bernardo Benítez Herrera fue herido de muerte al conocer que pudiera tratarse del final de su hijo, Bernardo Benítez Arróniz. El hombre, quien se ha ganado el mote de líder entre sus compañeros, declara: ”No nos vamos a mover, aquí nos faltan tres o cuatro o los cinco. Como padres, queremos la verdad”.