El día en que el agua se hizo fuego: la laguna de Zumpango agoniza por la sequía

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En la laguna de Zumpango cada dos minutos se forma un remolino que levanta tierra amarilla y cenizas negras. El fuego quemó una superficie que hace dos años estaba llena de agua. Es la imagen perfecta de la sequía que asola a gran parte del país. Allí, al norte del Estado de México, en 10 años un grupo de biólogos ha localizado más de 220 especies de aves. En 2024 solo 30 y, de ellas, solo cuatro acuáticas. Las autoridades locales afirman que la laguna es un vaso regulador que tiene como función principal evitar inundaciones en Ciudad de México y que ya se ha evaporado en otras ocasiones. Aunque admiten que con agua es un motor económico para la región. Una plaga de lirio acuático, la falta de lluvias y la gestión del agua han dejado una laguna seca, lo que conlleva consecuencias sociales, económicas y medioambientales.

En una esquina de la plaza principal de la localidad de Zumpango, bajo un sol abrasador, Michele Salazar vende jugos de frutas para pasar mejor el calor. La mujer de 45 años solía ir a la charca a beber unas “chelas” y pasear por la carretera que se construyó sobre el dique de contención alrededor de la laguna. “Los sábados y domingos se juntaba mucha gente”, explica. A su negocio le ha afectado la sequía: “Aquí también vean como está el centro. Los fines de semana de aquel lado había puestos de comida y se veía bonito, ahora no hay nada”, explica Salazar a un kilómetro y medio de la laguna.

El lago artificial se construyó en 1989 para contener el exceso de agua de Ciudad de México, que cuando se inundaba drenaba a través del Gran Canal. En Zumpango caben 100 millones de metros cúbicos de agua, lo que equivale a casi 30.000 piscinas olímpicas. La función de vaso regulador creó un humedal que fue visto como una oportunidad de atraer turismo al municipio. En 2003 el Estado de México la declaró área natural protegida para “la preservación, protección, conservación, restauración y aprovechamiento sustentable del entorno”.

El entorno ahora es un desierto. En medio hay seis pequeños botes que poco a poco el sol va descuartizando. En ellos, los visitantes iban a la isla de la Laguna de Zumpango, el principal atractivo del lugar por el templo de la virgen de Guadalupe que había en su punto más alto. Ya no es isla ni islote, solo un pequeño cerro al que se puede llegar a pie a través de un terreno gris, negro y amarillo.

Lo desolador del paisaje lo acompañan unas persianas, algunas abiertas y otras cerradas, de los locales, todos vacíos, que se construyeron al borde del canal. También una carretera que rodea toda la laguna donde la gente iba a correr o pasear en bicicleta. Antes había movimiento. Ahora solo pasa el viento, ese jueves caliente. La misma soledad se siente en el parque ecoturístico que se construyó como lugar de bienvenida a Zumpango. Columpios vacíos y oxidados, mesas con sombrillas desmembradas y un pequeño restaurante arrasado completan la imagen post apocalíptica.

A ese espacio hecho para disfrutar de la laguna iba María del Carmen Ávila antes de que comenzara a reducirse a principios de 2023. “A muchos les ha afectado que esté seca. Era una laguna sustentable, pero ahorita muchos se han tenido que ir a buscar trabajo”, cuenta apostada en el interior de su tienda de abarrotes. Está situada en el pueblo de San Pedro de la Laguna de Zumpango, la localidad más cercana al parque ecoturístico.

La laguna vacía no solo afecta a Ávila en lo económico, ya que no pasan visitantes que compran “salsas, aceites o vasos desechables”. También en la salud. “Todos andamos mal de la garganta. También sentimos más el calor, porque el aire antes venía húmedo”, explica. A su hija, que está al lado, le recuerda que antes se pescaban carpas y mojarras y se comían los patos que venían a la laguna. “Es lo que yo le platico a ella. Eran unas comidas diferentes las que nos daban nuestros padres. La laguna significaba mucha alimentación para nosotros”, relata la mujer de 48 años con nostalgia.

El mismo sentimiento de añoranza de Ávila lo tiene Araceli Rodríguez, graduada en biología por la Universidad de Hidalgo. Durante 10 años ella y sus compañeros han trabajado voluntariamente en monitorear las aves que llegaban a Zumpango. “Si pudiera resaltar alguna de las especies que hemos estudiado, sería los zambullidores Pico Naranja. No se tenía registro histórico, pero en 2014 encontramos una colonia que se estableció y se reprodujo en la zona”, explica por teléfono.

Junto a los zambullidores, entre 2013 y 2023 se registraron 220 especies de aves en la laguna de Zumpango. En enero y febrero de este año solo se han localizado 31, y de las acuáticas, solo cuatro: el pato Cucharón Norteño, el ibis Cara Blanca, la garza Ganadera y el chorlo tildío.

No todo era buena noticias para las aves que visitaban la laguna llena Zumpango. Rodríguez se hizo eco del lugar con un estudio que mostraba que las especies tenían una coloración aberrante, diferente a la normal. Para ello examinaron los huevos del zambullidor de Pico Naranja. “Obteníamos una alta cantidad de metales pesados en los cascarones, en una especie que se alimenta exclusivamente de peces”, explica la bióloga. La razón era la contaminación del agua.

El director del Organismo Público Descentralizado para la Prestación de los Servicios de Agua de Zumpango, Germán Ordóñez, conoce bien la composición que tenía la laguna. La mayoría de veces se llenó con un 70% de aguas de lluvia y, el resto, con aguas negras. “Esa agua no es apta para ningún ser vivo”, explica.
A pesar de que la gestión del agua en la laguna es tarea de la Comisión Nacional del Agua, a la que este medio intentó contactar varias veces sin éxito, el responsable municipal cree que es mejor esperar a las precipitaciones. “La laguna es un vaso regulador. Tenemos un ecosistema por añadidura”, explica Ordóñez. Aunque también admite que la sequía es dañina para el municipio. “A nosotros nos causa mucha preocupación porque incentivaba muchos sectores económicos. Pero no era como tal un parque ecoturístico. Tenías un charco gigante con locales de comida y cerveza”, relata.
Una de las razones por las que se desecó la laguna fue una plaga de lirio acuático. “Es una planta que fue introducida a México con fines ornamentales. Es muy bonita, pero es sumamente peligrosa por la cantidad de agua que evapora”, explica la bióloga Rodríguez. Según el director del agua de Zumpango, la invasión fue imposible de evitar. “Ese lirio llega en las aguas negras. No puedes poner un filtro para que no lleguen las esporas. Nosotros no le podemos dar mantenimiento a la laguna porque pertenece al Gobierno federal”, dice Ordóñez.
Poco a poco el lirio fue evaporando el líquido, hasta que las plantas pusieron sus raíces sobre la tierra y se fueron marchitando. El pasado 12 de febrero la laguna, irónicamente, se prendió fuego. El terreno quedó negro. Una imagen desoladora de la sequía que sufre México. “La Conagua tiene la visión de ‘yo administro el agua y lo demás no me interesa’. Si lo vemos desde una perspectiva más integral o multidisciplinaria, Zumpango tiene mucha importancia ecológica, social y cultural. Las plantas acuáticas podrían cumplir una función importante en el reciclaje y en la mejora de la calidad del agua. Pero siento que a estas instituciones les hace falta integrar estos conocimientos”, sentencia la bióloga Araceli Rodríguez.

ElPaís