Crónica.- Paloma Romero trepa con sus “piecitos” en los barrotes del parque que está ubicado junto al monumento a la madre. Con pericia amarra con un listón un globo blanco con el nombre “Zayra” en letras en negro. El globo queda amarrado al retrato de su madre, Zayra Asunción Hernández “desaparecida” desde el 16 de diciembre del 2015, cuando salió del mercado Jauregui a hacer un depósito bancario al Bancomer del Centro a solo dos cuadras de ahí.
Paloma de seis, siete años termina de atar el globo, voltea a ver a su abuela María Asunción Hernández Ortiz y Paloma sonríe. La abuela le toma una fotografía con su celular. Asunción porta un cubrebocas negro con la leyenda: ¿Dónde están? De un lado, y del otro el nombre de Zayra.
Son ya cinco años y cinco meses sin saber nada de “Zayra”. La abuela Asunción no tiene quien la felicite, la nieta Paloma no tiene a quien abrazar hoy. Es Día de las Madres, pero para ellas es un día de mucho dolor, ausencia e impotencia.
“Desde septiembre del 2020 nadie nos recibe en la Fiscalía. No hay un solo avance, la última vez, solo me invitaron a pasar y una Fiscal me invitó un café, pero pues para café en mi casa. Es ya mucho tiempo perdido”, reprocha María Asunción.
Es Díez de Mayo, es la marcha de la rabia, del coraje, de la impotencia, del reclamó enérgico al aparato gubernamental, de llorar y llora, porque los días, las semanas, los meses y los años pasa y nadie logra dar con el paradero de los desaparecidos de Veracruz.
Son las diez de la mañana, el astro solar sofoca y aprieta con fuerza la plancha de concreto de la Plaza Lerdo. Cuarenta madres portan globos y camisas blancas, en el inflable los nombres de sus hijos desaparecidos, en las playeras sus rostros. Se colocan en hileras frente al Palacio de Gobierno y en gritos, desfogan ese coraje acumulado desde el último diez de mayo del año pasado: “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”, “¿Dónde están?, ¿Dónde están?, nuestros hijos donde están”.
Victoria Delgadillo, quien desde noviembre del 2012 busca a su hija, Yurenny Citlalli Hernández Delgadillo está molesta, no concibe, como el Gobierno Estatal organiza eventos y recorre municipios, los candidatos de Morena hacen caminatas multitudinarias y bailes y en la Fiscalía y en la Comisión Estatal de Búsqueda “suspendan” las búsquedas de desaparecidos y de fosas clandestinas pretextando la pandemia por Coronavirus.
“En este año no ha habido una sola reunión. Ni una sola, desde aquí, frente a Palacio, ante ustedes los medios, le pido al gobernador, Cuitláhuac García que nos reciba, que me reciba. Somos muchos colectivos que estamos cansado de tanta indiferencia de nuestras autoridades”.
Fabiola Pensado está en el monumento a la madre, con dos hilos de nylon busca como atar la lona del rostro de su hijo, Yosimar Pensado Barrera, quien desapareció en Xalapa desde marzo del 2014. Fabiola lo logra poner visible, en su espalda porta una ficha de la PGR con los datos técnicos de la desaparición de Yosimar, un tránsito estatal observa con indiferencia la maniobra del medio centenar de madres de desaparecidos quienes buscan ofrendar la memoria de sus hijos en dicho monumento ubicado en Manuel Ávila Camacho.
Beatriz Torres Zuleta, también está encabronada, asegura que el Gobierno Estatal de Cuitláhuac García y el Federal de Andrés Manuel López Obrador “apuestan” al olvido y resignación de los familiares de desaparecidos, que en su estrategia de política pública, quieren que la sociedad pierda la empatía por los Colectivos de Desaparecidos de Veracruz y del país.
“Pero no, nosotros nunca, nunca vamos a olvidar a nuestros hijos. No, nos vamos a cansar de buscarlos, ni a resignarnos. Eso quiere, quisiera el gobierno, pero no”, dice Beatriz Torres, quien desde el 29 de diciembre del 2016 busca a su hijo, Manuel Amate Torres, coatepecano de nacimiento, pero desaparecido en Autlán, Jalisco, la zona predominante del Cártel de Jalisco Nueva Generación.
Desde el Panteón de Palo Verde, ha llegado medio centenar de madres de desaparecidos, es el contingente del Colectivo Buscando a Nuestros Desaparecidos Xalapa y el Colectivo Por La Paz Xalapa, en la capital de Veracruz hay cinco colectivos en busca de sus seres queridos. La sede de los tres poderes del estado, también fue protagonista de los “agujeros negros” de desapariciones y desapariciones forzadas durante los años 2011, 2013, 2014, 2015 y 2020.
Las madres de Cedrick Abdiel Ramírez Aguilar, de 19 años e Iván Aurelio Aguilar Villa, de 26 años están un tanto desconcertadas en la Plaza Lerdo, es su primera marcha de desaparecidos en la que participan. Hace un año, a estas horas probablemente estaban abriendo regalos y partiendo pastel.
Cedrick e Iván fueron “levantados” junto con otros tres jóvenes el 2 de julio del 2020 en el bar “Michelucas” del municipio de Emiliano Zapata, más de diez han pasado y ni la Fiscalía General del Estado, ni la Secretaría de Seguridad Pública han podido explicar que pasó con los jóvenes, ni dar con su paradero.
“No hay nada, ni un solo avance. Todo sigue igual y realmente es muy desesperante esto”, admite, la madre de Iván Aurelio, quien por seguridad ha preferido guardar su identidad.
La marcha transcurre en distintos puntos. Rumbo al Palacio Municipal camina el alcalde morenista, Hipólito Rodríguez, ante la nula atención del gobierno de Cuitláhuac García y de la Fiscal, Verónica Giadáns, los colectivos descargan su coraje contra Rodríguez a quien le exigen y retan a abrir las “fosas clandestinas” del Panteón Palo Verde.
María Elena Gutiérrez, del colectivo “Buscando a Nuestros Desaparecidos y Nuestras Desaparecidas de Veracruz encara al alcalde y le suplica “abrir” las fosas comunes del camposanto municipal, un intercambio de palabras ríspido, a ratos tenso, pero que concluye en buenos términos. Eso sí, Rodríguez exclama: “Hay cosas que tendría que explicar la Fiscalía y que no competen a mi gobierno”.
Mientras tanto, ha pasado otro diez de mayo, sin que 4 mil, 600 madres veracruzanas -tal vez cientos más- sepan el paradero de sus hijos.