“Con un pulmón menos, vengo a pagar el predial”, increpa senecto

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adulto mayor

Un tanque de oxígeno es ahora su pulmón; no está en su cuerpo pero debe acompañarlo a donde vaya. Pese a su estado de salud, el ayuntamiento de Xalapa lo obliga a presentarse en Palacio Municipal para realizar el pago del impuesto predial y evitar el cobro de intereses.

El cáncer en uno de sus pulmones arrebató su cotidianidad. Un tanque de oxígeno, que lleva consigo en todo momento y en todo lugar, le ayuda a esquivar la muerte. A sus 67 años, José Felipe, se ve obligado a caminar en las calles del Centro Histórico para realizar trámites burocráticos y pagar el predial.

El cilindro es ahora su pulmón; no está en su cuerpo pero debe acompañarlo a donde vaya. Montado en una base con “llantitas”, lo arrastra con su mano derecha, pero le dificulta caminar.

La fatiga lo golpea en el pecho cada tres o cuatro pasos. Su esposa, María, coloca su mano izquierda sobre la suya, con la otra le acomoda los tubos que ingresan por su nariz y lo ayuda a continuar el camino.

Pese a su estado de salud, el ayuntamiento de Xalapa lo obliga a presentarse en Palacio Municipal para realizar el pago del impuesto predial y evitar el cobro de intereses.

“Le di a mi esposa mi credencial de la senectud para que pueda pagar y yo no tenga que venir. Acabo de llegar de México, me aplicaron la quimioterapia ayer (miércoles), pero me di cuenta de que se me pasaba la fecha del pago del predial”, se queja.

Antes del padecimiento, la hiperactividad lo invadía. Realizaba trabajos artesanales en una carpintería que era de su propiedad, hasta que enfermó y fue víctima de negligencia médica.

Hace año y medio, acudió al Centro de Salud “Doctor José A. Maraboto”, localizado en la calle Santiago Bonilla de la colonia Obrero Campesina, mismo que depende de la Secretaría de Salud de Veracruz, a cargo de Fernando Benítez Obeso, para que fuera valorada su estado de salud.

La “tos sangrienta”, que cada vez era más frecuente, hizo pensar a los médicos que los síntomas de Felipe correspondían a una tuberculosis. Le recetaron medicamentos que sólo le ocasionaron un mayor debilitamiento.

Esos mismos médicos lo amenazaron con cerrar su carpintería, ubicada en la colonia Rafael Hernández, porque, según ellos, su padecimiento representaba un foco de infección para la población.

“Cerré mi taller, no tengo ingresos económicos, no tengo tuberculosis y finalmente me detectan cáncer. Iba a demandar al hospital Maraboto por haberme puesto el medicamento para tuberculosis, pero finalmente no resuelvo nada con hacerlo público”, cuenta.

Ante la falta de profesionalismo y preparación de su personal, José Felipe acudió a la Ciudad de México para recibir el tratamiento correspondiente.

Depende económicamente de sus dos hijos, quienes cuentan con un empleo fijo, toda vez que sólo percibe poco más de mil pesos cada dos o tres meses de la pensión vitalicia para adultos mayores que proporciona el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia de Veracruz.