LUIS VELÁZQUEZ
•En el sexenio del góber fogoso tan sólo en la Cuenca del Papaloapan circularon 32 medios de comunicación
•Con Javier Duarte únicamente han quedado dos, más otros, claro, que aparecieron
•Gracias al internet todos ahora son reporteros y magnates periodísticos
Desde el lado periodístico, los días y las noches en Veracruz pudieran escribirse a partir de Fidel Herrera y Javier Duarte.
Por ejemplo.
En el sexenio de Fidel Herrera, tan sólo en el distrito de Cosamaloapan, su tierra natal, existía un aproximado de 32 medios entre portales digitales, semanarios y revistas.
Todas, claro, nacidos al calor político del sexenio.
Los días aquellos que, como exclama Demián Alcázar en “La dictadura perfecta”, del cineasta Luis Estrada, se vivía en la plenitud del pinche poder.
Plenitud que encierra un mundo mágico: poder e impunidad como la orgía interminable. Ahora sí, el estado ideal para soñar.
Cuenta un trabajador de la información de la Cuenca del Papaloapan: la mayoría de aquellos 32 medios parecían boletines de prensa del fidelismo.
Una revista, por ejemplo, recortaba las notas de varios periódicos locales y regionales. Y las copiaba. Y formaba unas 32 páginas. Y las encartaba con grapas. Les ponía un nombre y el reportero se autonombraba director general. Y a cobrar fracturas.
Una revista, por ejemplo, dice, cobraba una plana mensual en cada Ayuntamiento del Papaloapan y en cada tecnológico regional.
Incluso, existía la fama pública de que el mismo góber fogoso había ordenado a los alcaldes y directores de los tecs que tal cual la orden se cumpliera al pie de la letra.
Muchos medios, dice el historiador, dieron auge al perifoneo: por ejemplo, si un alcalde se negaba a comprar publicidad, entonces, publicaban una nota en portada a 8 columnas, con foto del edil, contando la historia con su amante.
Entonces, grababan la nota y al otro día temprano el voceador se plantaba enfrente de la casa del presidente municipal y enfrente de la casa de la cortesana y a gritar en el micrófono el resumen de la nota publicada.
Claro, también se instalaba otro voceador frente al palacio.
Así, el edil terminaba doblegado y a comprar publicidad cada mes.
Fue aquel tiempo cuando un montón de reporteros descubrieron el uso de los medios de comunicación con sentido empresarial.
Decían, por ejemplo, al jefe de prensa:
–Tengo mi revista. Tengo mi página. Tengo mi noticiero de radio. Tengo televisión en mi portal. Tengo mi casa encuestadora. Todo, en paquete. Y tú me dices en cada encuesta el porcentaje que desees en cada pregunta para beneficiar a tu alcalde.
Insólito: el presidente municipal, el diputado, el funcionario… compraban el paquete.
¡Y ay si se negaba porque al día siguiente su historia íntima de hombre infiel aparecería a 8 columnas, en portada, con perifoneo a la puerta de su casa!
El sexenio de Fidel Herrera caminó tal cual, pues… con el lema marxista/leninista de que en política lo que se compra con billete… sale barato, era convincente.
DE FIDEL HERRERA A JAVIER DUARTE
Sin embargo, cuando Javier Duarte tomó la estafeta, la relación prensa/gobierno cobró otro auge y, de pronto, zas, el 90 por ciento de los 32 medios de la Cuenca del Papaloapan empezaron a tronar hasta que, oh paradoja, sólo quedan dos.
Una revista, llena de boletines de prensa, y la filial de un periódico de Xalapa.
Claro, unos al hoyo y otros al gozo y, por tanto, otros medios aparecieron por ahí; pero con un porcentaje mucho menor al tiempo fidelista de Veracruz.
Incluso, se está dando un reajuste en la luna de miel entre los alcaldes y las estaciones de radio, pues en el Papaloapan, de igual manera como sucede en otras regiones de la tierra jarocha y del país, son los únicos medios que penetran y se compenetran con el alma colectiva.
Más aún, en las regiones aisladas y remotas, ni siquiera la señal televisa entra, además de que muchas familias apenas y tienen para un radio portátil, un radio en casa.
Así, los ediles han retomado la cultura antigua de promover su imagen y su trabajo social a través de la radio, cuyo raiting está fuera de duda.
Por ejemplo, en la región de Cosamaloapan, la estación de la familia Aguirre. En Tierra Blanca, de la familia Haaz, y en Piedras Negras, de la familia Alarcón.
Y más porque ellos tienen una cercanía con la población, como puede calibrarse con su programa musical sabatino al que suelen enlazarse los migrantes de la región en Estados Unidos con sus familiares en el pueblo y con quienes a través de la radio se intercambian correos.
Con Fidel Herrera el dispendio para impulsar el desarrollo periodístico fiel a la vieja tradición del llamado “Mandinga Power”, tiempo aquel del siglo pasado cuando en la ciudad de México la infantería jarocha en la prensa significaba una fuerza reporteril y política de primer nivel.
Con Javier Duarte, la austeridad con los medios. Mejor dicho, un trato diferenciado y hasta elitista que ha tronado a un montón.