CanSino o Pfizer, pero que me la pongan: Maestros de Veracruz

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Crónica de un viernes de vacunación magisterial en el Nido Halcón

Los maestros de Xalapa despertaron con la noticia en todos los medios, de que la vacuna CanSino se acabó.

Algunos medios aseguraban que era falso, el Secretario de Educación,  Zenyazen García declaró desde Tuxpan a las 9.56 am: “Tuvimos una situación de logística pero ya se está resolviendo, estará llegando en breve la vacuna, hay vacunas para todos, no se preocupen, hay que esperar un poco en Xalapa, pero serán vacunados todos”, nada dijo de que a los maestros que habían llegado desde temprano a la sede, les estaban aplicando la vacuna Pfizer, a falta de CanSino.

Fueron entrevistas a maestros, las que confirmaron esta información, efectivamente, deberán volver en algunos días (no saben cuantos), por su segunda dosis, de la vacuna Pfizer.

“No importa, la que sea, pero que nos vacunen”, cuenta un maestro en la fila del Nido Halcón, en la zona UV, que cuenta que en cinco horas, la fila no avanzaba. Vino a acompañar a su esposa, quien no corrió la misma suerte que él, que ayer tardó sólo una hora en todo el proceso.

A pesar de las horas de espera, los docentes formados, no se ven tan molestos, aún permanecen en calma, algunos contentos, hasta bromeando. La espera bien vale la pena si serán de los “privilegiados” como les llaman en redes sociales, al ser el tercer grupo por inocular, después del sector salud y los adultos mayores.

Al preguntarles sobre el final de la fila, algunos dicen “Parece que llega al águila”, y otros bromean “Dicen que llega a Xico”.

Y sí, a las 2 de la tarde del viernes, el final de la fila atraviesa la mitad de Los Lagos, dónde los maestros con un sol a 30 grados, esperan pacientes para avanzar. No saben qué pasa, ni porqué no avanza, los voluntarios de la UV no tienen información, sólo piden calma.

Pero hay quienes encontraron en esta enorme fila, una gran nicho de mercado.

Sombrillas, sombreros, caretas, cubrebocas, paletas, chicharrones, aguas “bien frías”, (mucho mejor que simplemente aguas), y bueno, la infaltable, coca también “bien fría”. Hasta los “borrachitos de Puebla”, llegaron a la fila: “sin maíz, sin grasa, tipo pinole”.

Señores, señoras, hasta niños, recorren la fila ofreciendo toda clase de productos a los docentes.

“Maestra, le ofrezco sombra, por cien pesitos, pa´ que no le queme el sol”.

Me encuentro decidiendo si compro “sombra”, cuando se escucha un “¡Por fin va avanzar la fila!”, seguido de un “¿En serio va a avanzar?”.

Los maestros no lo creen, después de al menos una hora y media sin avanzar, la fila se empieza a mover.

Ya son casi las 4 de la tarde, unas maestras recién llegan, muy bañaditas (no saben lo que les espera), aunque bueno, al menos ellas, ya vienen comidas.

No como los que estamos aquí, algunos como las maestras que están detrás, han comprado todo lo que les han ofrecido; a veces se les olvida ponerse de nuevo el cubrebocas después del chicharrón.

“Maestra, los que ya vivimos el Covid, no lo deseamos a nadie, recuerde, es importante cuidarnos, no sea malita, póngase su cubre y  mantenga la distancia”, le pido. No le gusta mucho, y me apeno, pero prefiero apenarme a contagiarme (otra vez) el día que me vine a vacunar.

Son cerca de las 5 y los ánimos mejoran con el avance en la fila. Pero los nervios vuelven, cuando a un metro de nosotros, una maestra se desvanece. Inmediatamente recibe atención de una doctora de la Universidad Veracruzana. La maestra tiene hora y media de haber sido vacunada, y acompañaba a su esposo a quien aun le esperaban algunas horas para acceder a su inoculación. La estridente sirena de la ambulancia de la Cruz Roja se empieza a escuchar y los paramédicos se acercan hacia el lugar. En ese momento la fila avanza. Y sólo nos queda desear que la maestra se recupere, y ¿por qué no?, un recito por ella y por no correr con la misma suerte.

Ya son tres horas de fila, pero ya no las contamos, por que avanzar es mejor que estár detenidos.

Los maestros siguen llegando, y siguen sorprendiéndose de hasta dónde llega la hilera humana. 

Ya estamos en la zona universitaria, y desde aquí, se puede ver como la fila en la que estamos formados, rodea toda la zona UV, para encaminarse al puente peatonal que cruza Circuito Presidentes,  es decir, ya se vislumbra la meta anhelada, el Nido Halcón.

En la papelería de la zona UV, también encontraron una oportunidad de negocio, “Imprime aquí tu formato para vacunación”.  La ansiada hoja verde en donde cuando salgamos de aquí dirá que has sido vacunado, que todo valió la pena.

Llevarla impresa y previamente llanada, te ahorrará unos minutos más adelante.

A la fila también llegaron los de la casa de empeño, repartiendo volantes con la leyenda “Te prestamos hasta 500 mil pesos”. Parece que no están enterados de la triste situación en la que miles de docentes veracruzanos se encuentran gracias a financieras patito con créditos inhumanos.

Son las 6:30 de la tarde, y vamos llegando a la cima anhelada, el puente peatonal, aquí los maestros ya casi, casi pueden oler el alcohol y sentir la jeringa.

Aún siguen pasando a ofrecer cosas: “Agua de piña natural”, ofrece una señora. ¿Con piquete o sin piquete?, le pregunta un maestro. Por que después del piquete, no se puede ingerir bebidas alcohólicas en al menos 7 días. Así que quizá un buen tepache no sería mala idea este punto.

Casi al finalizar el puente, las maestras comienzan a gritar “¡Se mueve el puente!” “¡Ay pensé que me mareaba!”. Efectivamente, en este punto, el enorme puente peatonal se balancea, cómo si le faltara emoción al día.

Por fin llegamos a la entrada, son las 6.50 y las maestras se arremolinan frente a alguien que se acerca a saludar en guayabera, es el Secretario de Educación, Zenyazen Escobar García.

Apenas lo dejan avanzar, todas quieren tomarse fotos con él.

Él esta explicando la demora, al preguntarle con la cámara sobre la razón del atraso, me pregunta ¿De qué medio viene?, sorprendido de encontrar a un medio de comunicación a esa hora por ahí.

Escobar García, explica lo que venia diciéndole a los maestros de la fila, gracias por esperar, no se preocupen, hay vacunas para todos. Será CanSino que llegó en helicóptero desde Tuxpan, sólo los maestros de la mañana fueron vacunados con Pfizer, aún no sabe cuántos, hasta el corte de esta noche.

A pesar de los cuatro días de largas jornadas, al Secretario se le ve sonriente y sin perder la calma.

Casi pierdo mi lugar en la fila por hacer la transmisión, afortunadamente las maestras que conocí ahí y con las que compartí las cinco horas de espera, me guardaron mi lugar.

Por fin llegamos al Nido, gel antibacterial, revisión de papeles, firma de consentimiento, y en un abrir y cerrar de ojos, ya estás.

Ni siquiera sentí la inyección. Era la emoción de por fin haber llegado al nido.

Es verdad lo que decían los maestros que asistieron los días previos, la atención del personal de la marina, de la Secretaría de Salud y la Secretaría de Educación es impecable.

Ni llegamos a la media hora de observación, en veinte minutos nos despacharon. No sin antes explicarnos que no se puede consumir drogas ni alcohol en siete días, pero “porque nos lo han preguntado mucho, relaciones sexuales sí pueden tener, sólo no usen mucho el brazo, porque les puede doler”. Al menos una buena noticia, aunque la maestra a mi lado me dice: “ay entonces no lo voy a poder abrazar”.

Mientras esperamos esos minutos antes de salir del área de observación nuevamente Zenyazen Escobar (yo me pregunto cómo le hace para venir desde Túxpan todavía con ganas de hablarnos), y después de pedir un aplauso para la marina por haber trasladado la vacuna hasta acá agrega: “Todos los que hoy están vacunando, en cierto momento, tuvieron un maestro, y tal vez alguno de ustedes fue maestro  de los chicos que hoy están vacunando, eso es una reciprocidad; hoy las madres y padres de familia con esta pandemia se dan cuenta que no es fácil educar así que mi agradecimiento para ustedes maestros, y vamos a seguir luchando por la educación en Veracruz”.

Así es, este año de clases virtuales no fueron nada sencillo para los maestros, maestros que teníamos un plan de estudios diseñado para enseñar en clases presenciales, en aulas,  y que de repente tuvo que irse adaptando  a las necesidades de la educción a distancia.

Leí muchos “haters” molestos por la vacunación de los maestros, que si vacunaron a personal que no está frente a grupo, que si gente se anotó sin nunca haber dado clases, que si se vacunó gente que nomás le regalaron la plaza y no saben dar clases, que anotaron a gente que no trabaja en el magisterio, etc, etc.

No dudo que hay muchos casos distintos, allá cada uno y su conciencia (y también su consciencia), de mi parte todo mi respeto y agradecimiento para los maestros que a diario se esfuerzan con su ejemplo, en sembrar la semilla del conocimiento y del amor en cada uno de sus alumnos, y que hoy ya vacunados, seguirán dando todo de sí por hacer de este, un mundo mejor.