Britney Spears acaricia su libertad en las horas previas al último juicio por el fin de su tutela

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La cantante se enfrenta hoy a la vista del juicio que decidirá  si recupera el control de todas las facetas de su vida.

Horas. Eso es lo que queda para que Britney Spears conozca la resolución de la jueza Brenda Penny, que lleva el caso de la polémica tutela legal que ha controlado todos los aspectos de su vida durante los últimos 13 años. La cantante se enfrenta hoy a la última audiencia del juicio contra su padre, Jamie Spears, que ha controlado las finanzas, vida profesional y personal de la cantante desde su más que pública crisis mental en 2008.

Hace unas semanas, Britney pudo celebrar una victoria insólita: la cantante conseguía que la jueza cesara a su padre como principal tutor, tras una dura batalla legal.

“Estoy traumatizada, sufro abusos, lo único comparable a esto se llama tráfico sexual”, reveló la cantante durante una de las vistas del juicio, un testimonio al que se han sumado otros testigos que han relatado algunos detalles de cómo era la vida de la llamada ‘princesa del pop’.

Tras su victoria el pasado mes de septiembre, Jamie Spears teme que su futuro se pueda complicar, y es que tras la más que posible victoria legal de su hija podrían llegar nuevas demandas e investigaciones para analizar al dedillo cómo se ha llevado la gestión de sus bienes y fortuna; además de una posible demanda por malos tratos psicológicos y abusos, que podrían no dejar en muy buen lugar al padre de la artista.

Mientras espera a que llegue el momento, Britney ha querido compartir cómo se siente, anunciando que reza porque la resolución sea favorable: “Jamás he pedido tanto por algo en mi vida. Sé que he dicho algunas cosas en mis redes sociales por ira que no debería haber escrito pero, soy humana… y creo que os sentiríais de la misma manera si os tocara vivir lo que he padecido yo”.

El crucial cambio de abogados

Ambas partes estarían de acuerdo en terminar con este asunto por completo, sobre todo después de que la jueza accediese a que la cantante escogiese a su propio representante legal, acción que hasta ese momento controlaba su padre. El cambio de abogados de Britney, que se decantaba por el afamado penalista Mathew Rosengart, ha sido crucial en este caso, pues ha logrado en poco menos de seis meses lo que muchos ni intentaron por su cliente durante años.

En el caso del padre de la artista, también habrá un cambio de representación legal para esta última vista, y contará con el letrado Alex M. Weingarten, después de que las anteriores abogadas Vivian L.Thoreen y Geraldine Wyle renunciaran a continuar representando a Jamie Spears.

“Jamie ama y apoya incondicionalmente a su hija. Como lo ha hecho durante toda su vida, Spears hará todo lo posible para protegerla y cuidar de ella. Durante los últimos trece años se ha entregado en cuerpo y alma a su tutela. Ahora cree que debe terminar su papel y no buscará seguir ejerciendo en el futuro. Quiere terminar de inmediato”, manifestaban en un comunicado después de que la jueza cesara al padre de la artista de su cargo como tutor legal, que calificó de ‘abusivo’.

Una nueva vida lejos de los escenarios

Mientras Britney espera con ansia la resolución de la jueza, que según los expertos será favorable para la cantante, ella continúa centrada en recuperar el control de su vida y sus asuntos por primera vez en más de una década. Entre otras decisiones importantes, la cantante se ha comprometido con su novio, el actor Sam Asghari; está pasando todo el tiempo que puede con sus hijos, se ha premiado con unas vacaciones de ensueño, ha conseguido descansar de todo el estrés causado por las investigaciones y los juicios, e incluso recuperar aficiones perdidas. 

Además, la artista ha retomado el contacto con sus seguidores a través de las redes sociales, donde comparte todos sus progresos y les manda mensajes de cariño, prueba de la ausencia de control paterno. Con quien no habla ni piensa hacerlo de momento es con su familia más cercana, a quienes acusa de la pesadilla que le ha tocado vivir en la última década. Además de calificar a su padre de haberla explotado hasta límites insospechados, también ha querido culpar a su madre, que aparentemente tuvo la idea de la tutela legal; y de su hermana pequeña, Jamie Lynn Spears, a la que acusa de no haberle ayudado en su momento y haberse aprovechado de su fama y fortuna. 

El único que de momento se libraría de la ira de Britney sería su hermano mayor, Bryan, productos de televisión del que apenas se sabe nada y que siempre ha estado cerca de su hermana, siendo uno de sus primeros representantes al inicio de su carrera. De hecho, sería con el único que todavía mantendría el contacto directo, al ser el único que habría defendido sus deseos de liberarse de la tutela.

“Siempre ha querido salir de esa situación. Es muy frustrante tener que vivir algo así”, decía su hermano en una rara intervención en el podcast As Not Seen on TV, en 2020, “Aunque alguien venga con la mejor intención, tener a una persona que te diga constantemente lo que tienes que hacer tiene que ser frustrante. Lleva tiempo queriendo salir de esa situación”.

A pesar de sus palabras, Bryan Spears defendía que su padre lo había hecho “lo mejor que pudo”, dadas las circunstancias. Su hermana, sin embargo, solo espera terminar con todo cuanto antes.

“He trabajado muy duro pero ahora que está aquí y se está acercando el final me siento muy feliz pero a la vez hay muchas que me dan miedo”, se sinceraba la cantante en Instagram, mandando un dardo directo a su familia: “Que Dios tenga piedad por el alma de mis familiares si algún día me decido a conceder una entrevista”.

A partir de ahora, y si consigue esa tan esperada victoria, la cantante recuperará el control de su vida y, de momento, piensa dedicarse a su familia. Lo que no piensa hacer es dar un solo concierto más, tras sentirse esclavizada durante tanto tiempo, por lo que sus seguidores tendrán que ser pacientes si quieren volver a ver a la princesa del pop sobre un escenario.

Tomado de: Vanguardia