‘Amor y matemáticas’: pop y frustración en la nueva comedia de Claudia Sainte-Luce

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Por Héctor González

Tras probar el éxito con un grupo juvenil, Billy (Roberto Quijano) parece estancado. Ve pasar la vida mientras cuida a su hijo y al perro de su pareja. No obstante, un fortuito encuentro con Mónica (Diana Bovio), su vecina y en otro tiempo fan de la banda a la que pertenecía, parece cambiarle el rumbo y lo confronta con la posibilidad de tomar un nuevo derrotero.

A partir del guion de Adriana Pelusi, la reconocida cineasta Claudia Sainte-Luce estrena Amor y matemáticas, una película que incursiona en el mundo del pop para presentar una ácida comedia que desmenuza sensaciones como la frustración y la derrota.

¿Qué te atrapó del guion de Adriana Pelusi?

La frustración del personaje, es alguien desencantado de la vida, no pudo hacer lo que quiso. La vida le ganó y tuvo que cumplir con obligaciones antes de mirarse un poco.

¿No había también un interés por explorar el universo musical?

Cierto, también me interesaba dejar muy arriba a la gente del 90’s Pop Tour, bandas como Kairo, Tierra Cero, Mercurio o Magneto, pero lo primero era mostrar a un personaje que estaba en uno grupo similar donde siempre dos son muy buenos y el resto están de relleno.

Aunque en el caso de Billy vemos un autosabotaje constante…

Lo que sucede es que tampoco es muy bueno en lo que hace, sí canta, pero no es excelente. Tal vez lo único que busca es que lo volteen a ver, por eso cuando Mónica lo mira la cosa se pone interesante.

¿Por qué te parecía interesante este tema?

Volteo a mi alrededor y no sé realmente cuánta gente hay haciendo lo que realmente soñó, supongo que podrías contarlos. Abordé la historia con mucho tiento porque quería que los actores entendieran a los personajes para no hacer burla, la comedia surge a partir de las situaciones y no de la caricaturización.

¿Tú haces lo que quieres y cuándo llegaste a esta conclusión?

Me di cuenta hace dos años, pero a veces me tambaleo porque cuesta mucho conseguir los fondos para hacer una película y las distribuidoras en muchas ocasiones te cierran la puerta en la cara.

¿Cuál es el costo de hacer cine en tu caso?

Ir con el señor del pollo y pedirle que extienda una pechuga, ponerle mucha verdura y robar el internet del vecino, vivir buscando ahorrar lo más posible.

Aunque la crítica suele tratar muy bien a tus películas, ¿te preocupa repetirte?

No pienso en si me repito o no. Al final van a decir “pinche vieja, para qué anda haciendo otras cosas” o “mira que padre su nueva película”, por eso prefiero no creerme nada. Como dice mi psiquiatra: ni acá, ni allá… aquí. Prefiero hacer las cosas y a lo que sigue.

¿Cómo artista te espejeabas en algunos de los rasgos de Billy?

Sí, claro, ahí estoy. Entre película y película me caigo cuando no me dan los fondos y por supuesto pienso que mi trabajo es una cochinada, y dudo. En cambio, cuando viene el estímulo igual me preocupo porque quede bien, al final se produce con impuestos de la gente, es decir, nunca está tranquila mi cabeza.

Este sexenio fue muy polémico en términos de estímulos al cine. ¿Qué balance haces en este sentido?

Veo muy bien que tengamos un estímulo como EFICINE, que permite la deducción fiscal a empresas privadas para apoyar películas, es algo que no tienen muchos países de América Latina. Veo bien que exista el FOCINE para apoyar cine en los estados y películas más independientes. En Estados Unidos todo se hace con la iniciativa privada, creo que estamos muy bien a diferencia de otros.

¿Qué falta por afinar?

La exhibición, al final tienes un montón de películas producidas y muchas no llegan a ser vistas o terminan en dos cines y en horarios terribles. Creo que cada complejo podría dedicar una sala a cine mexicano o de arte.

Tus películas suelen ubicarse como cine de autor, sin embargo, Amor y matemáticas parece que busca llegar a más gente, ¿te la planteaste así?

No, si pensara como un mercadólogo ya estaría vendiendo y eso no me gusta; trabajo conforme a mí me gusta, si funciona y es vista ya no depende de mí.

¿Nunca piensas en el público?

No, si pienso en hacerlos reír o llorar no funciono; escribo conforme va sintiendo el personaje, las consecuencias de eso ya son aparte.

*ARISTEGUI NOTICIAS