Una mamá de larga carrera

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La maratonista Úrsula Sánchez siempre coloca una foto de su hija Zoé en el uniforme de competencia. Esa imagen, que luce a la altura del corazón, le acompaña durante la carrera y es la inspiración que le impulsa para alcanzar la meta, como lo hizo en los pasados Juegos Olímpicos de Tokio, en los que fue la mexicana mejor ubicada en la agotadora prueba. Sánchez, medallista de oro en los 10 mil metros de los Juegos Centroamericanos de 2018, acepta que para una atleta de alto rendimiento es complicado cumplir con el reto de ser mamá, pero lo disfruta mucho.

Mi embarazo se presentó durante el proceso olímpico para los Juegos de Río 2016. Ya no pude competir en los Centroamericanos, ni en los Panamericanos. Lo tomé de la mejor manera porque para mí ser mamá lo es todo, es lo más importante y no lo hubiera cambiado por nada”, asegura la corredora, quien tiene tatuado el nombre de su hija en el brazo derecho.

El descubrirse como mamá le hizo enfrentar nuevos retos. “Es valioso tener a alguien que te motive todos los días. Que te brinde ese empuje para que no te rindas, para demostrarle de lo que eres capaz y que ella pueda ser mejor”, comenta.

La fondista no tardó en volver a los entrenamientos a las pocas semanas de que nació Zoé, con el firme deseo de llegar a los Olímpicos de Tokio.

Desde muy chiquita entrenaba con ella, incluso la llevaba en la carriola a los entrenamientos. Siempre ha estado conmigo, y ahora de más grande ayuda mucho que ya comience a ir a la escuela porque tengo más tiempo para mí, pero no deja uno de estar al pendiente de sus necesidades”.

La tapatía fue una de las cuatro atletas mexicanas que compitieron en los Juegos Olímpicos de Tokio siendo mamás.

Fue un difícil proceso de clasificación y preparación por la pandemia. Todas esas situaciones me hicieron muy fuerte. Siempre fui un paso adelante, entrenaba en mi casa y me gané mi lugar para participar en Tokio. Fue una experiencia rara la de estos Juegos Olímpicos por estar encerrados y con pruebas todo el tiempo. El único momento libre que

tuvimos para olvidarnos de los problemas fue cuando estábamos corriendo”, recuerda Sánchez, quien concluyó la prueba en el lugar 64 con un tiempo de 2:45:45, el mejor de su temporada.

El máximo logro deportivo lo consiguió en la prueba de los 10 mil metros al colgarse el oro en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla 2018. En esa competencia, al igual que todas las internacionales incluyendo los Juegos Olímpicos, no corrió sola.

“Siempre llevo a mi hija en mi cabeza. Siempre la llevo en una foto y la pego en mi uniforme al lado del número, en la zona del corazón. Llego a la meta y siempre veo la foto, es algo que hago desde que ella tenía un año”, explica.

En su preparación para los Juegos de Tokio tuvo que superar también un positivo a covid-19. “Me di cuenta porque iba a una competencia muy importante como es el Mundial y estuve a punto de no ir por el contagio. Al final, las adversidades me fortalecieron”. Zoé nació prácticamente con los tenis puestos. Además de su mamá maratonista, su abuelo Polo Sánchez es entrenador.

Ella practica dos días a la semana atletismo, pero también hace gimnasia. Ahora que está pequeña se le está dando la oportunidad de que conozca varios deportes, creo que cuando esté más grande ella tomará la decisión si se quiere dedicar al atletismo. Viendo todos los sacrificios que se hacen y cómo se sufre, no sé si le guste o no. El que siga con la cultura del deporte es importante porque te hace muy disciplinada”.

El pasado 30 de abril Úrsula Sánchez celebró su boda con Alfonso Guadarrama, quien además es su pacer. La maratonista se olvidó pronto de los tacones y los cambió por la comodidad de unos tenis, entonces tuvo un festejo singular.

Fue algo que no planeamos, ahí fuera de donde nos casamos hubo una carrera y se nos ocurrió correr junto con el puntero. Mucha gente nos vio, los corredores nos reconocían y fue muy padre. El vestido lo agarré con una mano y el ramo con la otra. Fue un momento inolvidable”.

Luego de cumplir con el agotador proceso olímpico, se toma un respiro rumbo a los Juegos de París 2024, que cada vez están más cerca. “Espero un gran 10 de mayo, porque por mis competencias muy pocas veces he podido compartir con mi mamá y con mi hija porque a veces me tocaba competir fuera del país. Así es el deporte, que tienes que sacrificar muchas cosas importantes. Pero esta vez sí podré disfrutar como mamá con mi hija y eso nos hace muy felices”.