‘Todos los incendios’, una película de Mauricio Calderón sobre la diversidad y la aceptación

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Por Héctor González

Bruno (Sebastián Rojano) es un joven que usa el fuego más que para pedir ayuda o llamar la atención, para encontrarse así mismo tras un proceso de pérdida. Su búsqueda lo lleva a nuevas formas de relacionarse y entenderse con su familia primero, y después con su círculo de amigos.

“Nuestro personaje vive en un mundo heteronormado, como la mayoría, pero poco a poco descubre que puede fluir hacia otros lados”, explica el realizador Mauricio Calderón Rico al referirse al protagonista de Todos los incendios, su ópera prima producida dentro del proyecto del Colectivo Colmena y que recién se estrena en las salas de cine.

¿Cómo nace Todos los incendios?

Nace de vivencias personales y de una anécdota que un amigo me contó. El conjunto de todo esto me incitó a hacer una película que develara la doble moral en las familias mexicanas y a escribir algo con el fuego, un elemento muy poderoso a nivel metafórico. En realidad, la escribí como tesis de una maestría en guion, hice aquel trabajo en 2016 de modo que estuvo guardado hasta que en 2019 comenzamos a producirlo.

¿Por qué te interesaba el fuego?

Siempre me ha gustado estéticamente, pero a diferencia de Bruno, el protagonista, siempre le he tenido mucho respeto. Una vez me hicieron bullying en la secundaria y me quisieron prender el pants con un encendedor, desde entonces empezó mi relación amor-odio con el fuego. En la película funciona como una metáfora del cambio del personaje y se retrata su relación con in crescendo con este elemento, primero quema cosas pequeñas y las sube a internet, después sigue con flores, más adelante con cerros y finalmente con una parte de su cuerpo.

¿Siempre tuviste claro que sería una película de crecimiento?

Soy parte del Colectivo Colmena y ya llevamos diez años, aunque tiene un poco menos que nos decidimos a producir largometrajes y todos hasta ahora han sido coming of age, nos gusta explorar la mente adolescente, además de que la ópera prima es un buen pretexto para pensar en la juventud.

Este género funciona también para hablar de la sexualidad…

Claro, los adolescentes son una olla hirviente de hormonas y estos personajes que no pueden expresar sus sentimientos tan libremente necesitan encontrar una válvula de escape que en este caso es el fuego. No nos interesa aleccionar ni mostrar posturas, buscamos que el espectador abra sus horizontes para que vea que hay un mundo diverso afuera. Nuestro personaje vive en un mundo heteronormado, como la mayoría, pero poco a poco descubre que puede fluir hacia otros lados.

¿Cómo trabajaste al personaje de “Bruno” que interpreta Sebastián Rojano?

Siempre supimos que Sebastián tenía algo especial por el peso escénico que mostraba, me daba miedo que una persona tan joven cargara con el protagónico, pero hizo un gran trabajo por eso le dieron el Premio al Mejor Actor en el Festival Internacional de Cine de Morelia. Por otro lado, no quería que fuera una película de adultos actuada por niños, por eso prioricé el lenguaje. Invité a los actores a que usaran sus propias palabras e improvisaran, solo les cuidé el tono porque varios de ellos son de teatro y necesitaba bajarlos a un cine naturalista.

En la película hay un cuestionamiento fuerte a las masculinidades y al machismo, ¿eso que relación tiene con que ambientes la película en 2008?

Desde entonces hasta la fecha sí ha habido cambios, tal vez no parezca demasiado tiempo, pero para un adolescente es muchísimo. Ahora las masculinidades se han ido deconstruyendo por eso necesitábamos poner a nuestros personajes en una atmósfera donde un chico de quince años descubre la palabra queer y de una nostalgia tecnológica.

¿Cómo se dialoga desde tu generación con el tema de la masculinidad y la figura paterna?

En 2008 ya estaba más grande, pero los adolescentes de esa época eran distintos. Durante ocho años di clases a gente del primer año de carrera y vi que fluyen más en relación con la diversidad, no hay tanta represión en cuanto a su personalidad, por lo mismo las masculinidades han ido cambiando. Espero que la película deje un buen sabor de boca tanto a los adolescentes como a quienes tienen treinta o un poco más, me gustaría que al salir de la sala la gente pueda hacer una reflexión o debate acerca de la aceptación. A pesar de que es un contenido LGBTIQ es una película poco sexualizada.

¿Por qué lo hiciste de esta manera?

Así se escribió, cuando uno es adolescente y tiene una sexualidad reprimida no hay mucho por mostrar, preferimos mostrar a un joven que abre su personalidad y que bien a bien no sabe en que categoría va a quedar.

 

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