Mariana Aguilera fue sustraída por un pleito de custodia entre sus padres, horas después se emitió la Alerta Amber. Vecinos de la colonia Progreso hartos de la inseguridad en Xalapa quisieron tomar justicia por propia mano, lograron la aprehensión de un sujeto a quien casi linchan en plena calle
Mariana Aguilera Bello tuvo inasistencia en todas sus clases de este miércoles en la escuela primara Justo Sierra de la colonia Progreso. La menor de once años fue sustraída por sujetos desconocidos. La Alerta Amber –ya emitida por autoridades estatales- asegura que vestía un pantalón azul marino, una chaqueta roja y tenis blancos.
Lo que a todas luces tenía “el modus operandi” de un secuestro, terminó por ser un problema de custodia por parte de sus padres, la menor ya fue recuperada por elementos de la Policía Ministerial, su madre, contrató a sujetos desconocidos y a Iván Castillo –detenido por la Fuerza Civil- para que sustrajeran a la niña, hoy bajo la custodia de su abuelo.
Mariana Aguilera fue subida a un vehículo verde, de la marca Versa, con placas del Estado de México. Aunque los malhechores lograron su cometido, uno de ellos, Iván Castillo –desarmado- fue detenido por padres de familia y colonos de la Progreso.
Castillo fue a quien le tocó la peor parte. Hematomas en pómulos, cejas y sangrado de labio y nariz. Así como policontusiones en varias partes del cuerpo. A puñetazos, patadas, cachetadas y jalones, vecinos de la Progreso y padres de familia de la primera Justo Sierra arremetieron en contra del presunto secuestrador.
Iván Castillo, originario de Oaxaca, sólo atinó a confesar que la madre de Mariana Aguilera era quien lo había contratado para “sustraer a la menor”, y aunque había la promesa de un pago, éste, no se había efectuado.
Sobre las 9 de la mañana del miércoles, elementos de la Fuerza Civil, Secretaria de Seguridad Pública (SSP) y del Ejército Mexicano cercaron las inmediaciones de las calles Jalisco y Chilpancingo para “apaciguar” a la turba de manifestantes; sin embargo, el hecho resultó contraproducentes.
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Como la niña no aparecía y el presunto secuestrador dio los generales de donde tenían a la menor, vecinos impidieron que la Fuerza Civil se llevará al presunto delincuente hasta que la menor apareciera.
En la agitación social y en los roces con los policías, varios uniformados resultaron apedreados y golpeados.
Unos sujetos a bordo de un vehículo verde, marca Versa, con placas del Estado de México, sustrajeron a la menor cuando está pretendía ingresar a clases.
“Ayuda, ayuda”, gritaba un policía de la SSP a otros elementos de la Fuerza Civil, cuando vecinos de la colonia Progreso arremetieron a golpes contra su persona.
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A piedras, palos y otros objetos pesados, vecinos arremetieron en contra de la Policía Estatal Acreditable. La nula confianza ciudadana entre los distintos cuerpos de policía de Veracruz, orilló a que padres de familia y vecinos amagaran con “linchar ahí” a Castillo, si la niña no aparecía de forma inmediata y sí alguna autoridad de “más arriba” no arribaba para “garantizar” la cárcel del presunto secuestrador y la aprehensión de los demás.
Los minutos pasaban, y los vecinos se iban multiplicando, y los padres de familia iban encendiendo más los ánimos, varias patrullas resultaron con los vidrios rojos. Y los blindajes de las camionetas 4X4 resultaron estériles, ante las ponchaduras de sus llantas.
Incluso el arribó del Procurador General de Justicia (PGJE), Luis Ángel Bravo aunque amortiguó un poco el ánimo ciudadano, tampoco quedó exentó de las mentadas de madre y de los reclamos sociales por la ola de inseguridad.
Despejado el punto de conflicto de Jalisco y Chilpancingo en la colonia Progreso, un centenar de vecinos se trasladó a la Agencia del Ministerio Público ubicada en la calle de Miami, para “presionar”, “apedrear” y “amedrentar” a la Policía Ministerial de la PGJE y a los cuerpos de la Secretaria de Seguridad Pública (SSP) para que apareciera la niña y el presunto secuestrador fuera trasladado a la cárcel.
Enfrente, los empleados de la Procuraduría de Justicia y la Policía Ministerial optaron por “amotinarse”, cerrar las puertas y hacer oídos sordos al clamor social. Desde las alturas, un helicóptero de la Fuerza Civil sobrevolaba la oficina de la PGJE para evitar que los vecinos se salieran de control.
Como anécdota y parteaguas de esta historia en una de las colonias más populares de Xalapa quedan los siguientes antecedentes: La organización social de padres de familia para presionar a las autoridades resultados tangibles e inmediatos; la nula credibilidad ciudadana sobre las fuerzas de seguridad y procuración de justicia (PGJE y SSP); y de paso, la pérdida de respeto hacia los cuerpos policíacos, con quienes vecinos de este asentamiento no tuvieron empacho, ni miedo alguno en liarse a golpes.