Sorprendente trayectoria de Julia de la Fuente

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Si Carlos Monsiváis amó a una mujer fue a Julia de la Fuente, Claro que tuvo amigas con quienes colaboró feliz de la vida, como Marta Lamas y su Misógino feminista, o el de Alejandra Moreno Toscano, quien puso la primera piedra del Museo del Estanquillo, en la calle de Isabel la Católica; pero la única que lo hacía sonreír ante la sola perspectiva de verla, se llama Julia de la Fuente.

–Estudié letras españolas en la Ibero e hice mi tesis junto con Gabriela Peyrón y Luz del Carmen Valcárcel sobre los índices de México en la Cultura en la época de Fernando Benítez. Huberto Batiz, mi maestro, nos animó y fue el sinodal de nuestro examen. Nos dijo que habíamos hecho un trabajo de ratón de biblioteca. Eso soy: un ratón de biblioteca.

Estudié letras, y cuando terminé, un amigo me encargó la biblioteca de Miguel de la Madrid, quien tenía muchísimos libros y en esa época terminaba su campaña para ser presidente de la República. Don Miguel heredó la biblioteca de su padre, un importante abogado de Colima; en su casa en México se acumularon libros de derecho, política, historia, literatura.

–Supongo que además le regalaban libros…

–Le regalaron muchísimos libros, porque todos sabían que era muy buen lector. La biblioteca está en la calle de Parras, en Coyoacán, atrás de su casa. Invité a Gabriela Peyrón y la organizamos; fue una tarea preciosa, pero gigantesca, como decía De la Madrid, quien exclamaba: Julia, usted tiene muchas cachuchas, porque era al mismo tiempo bibliotecaria y editora.

“Durante el sexenio de De la Madrid trabajé en Coyoacán y en Los Pinos, y algunas veces en Palacio Nacional. Los libros son mi pasión y me empeñé en profesionalizarme. Entré a la maestría en bibliotecología a mi alma mater, la UNAM. En esa época, De la Madrid me encargaba libros para darlos de regalo; llegué un día con Miguel Ángel Porrúa y ahí conocí a Taide Ortega, quien ha sido mi gran maestra y amiga, ella me enseñó todo lo que sé sobre edición: corregir, editar, todo. Miguel Ángel Porrúa hacía una colección muy importante sobre el Centenario y me pidió ayudarlo con los índices. En esa época no había computadora, se hacían con tarjetitas, me pagaba la primera entrada un peso y la segunda 50 centavos. Con las computadoras desapareció ese sistema, que a mí me encantó. Al mismo tiempo seguí siendo la bibliotecaria de Miguel de la Madrid. Era muy buena gente y siempre me apoyó.

–¿Cuándo empezaste a editar tus propios libros?

–Empecé a hacer libros de arte con Sofía Urrutia; nos asociamos y llamamos a nuestra editorial Cálamo. Publicamos: Malinalco, imágenes de un destino, con Luis Mario Schneider y fotografías de varios importantes fotógrafos. Fue muy divertido. Después yo hice libros para Carlos Slim, como Litografía del siglo XIX, con José Iturriaga hijo. Con Pepe Iturriaga, su padre, hice una edición facsimilar del Atlas de García Cubas; ¿recuerdas ese libro enorme?

“Trabajaba con Ricardo Salas, un gran diseñador. Hicimos muchísimos libros de exposiciones, como la de Abel Quezada con su hijo Abelito, un encanto, y con el Gordo Morales, un experto en fotografía muy ligado a El Estanquillo.

“Cuando nombran a De la Madrid director del Fondo de Cultura Económica (FCE), cuya sede todavía estaba en la avenida Universidad; en ese edificio encontré bodegas llenas de libros almacenados. Los subía yo a los libreros de la oficina gigantesca de Adolfo Castañón para llenar sus libreros vacíos. Trabajé sin parar durante todo 1991. Entonces se me ocurrió hacer la biblioteca del Fondo, y se lo propuse a De la Madrid y me apoyó. ¡Fue una maravilla! A la gente que tenía años en el Fondo no le gustó, porque en el nuevo edificio en el Ajusco, obra de Teodoro González de León, las oficinas eran más pequeñas y sólo había un pequeño librero en cada una. Además, el arquitecto González de León recomendó que no hubiera tanto peso en los pisos superiores, mejor todo en la planta baja. Y ahí Teodoro diseñó la biblioteca. Invité a trabajar a Rosario Martínez Dalmau, quien fue mi compañera en la Universidad Nacional Auónoma de México y desde hace años es la bibliotecaria del Fondo. Con la ayuda de estudiantes de biblioteconomía hicimos la mudanza del FCE al edificio en el Ajusco.

*LA JORNADA