Sin una depuración real de policías, desapariciones no van a cesar: Lucía Díaz

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Foto: Noé Zavaleta

La directora del Solecito, Lucía Díaz dejó las aulas del CUHM y de la Villa Rica para enfrentarse al infierno de buscar a su hijo desaparecido en el 2013, tiempo en el qué todos los ausentes eran estigmatizados como “malandros”. Siete años después, Lucía no pierde la esperanza de dar con “Dj Patas”, además le hizo una “promesa” que tiene que cumplir. Díaz advierte que en esta lucha, hay un exfiscal, Jorge Winckler y aliados a quienes les espera una “sorpresita” de cargos y denuncias extra -por parte del Solecito- cuando pise la cárcel.

Lucía de Los Ángeles Díaz Henao era feliz como catedrática de lenguas en el Centro Universitario Hispano Mexicano (CUHM) y Villa Rica; alternaba la docencia traduciendo contratos de PEMEX y de otras empresas que la buscaban para ese ejercicio de transformar textos en inglés a un digerible español. Su tiempo libre, lo tenía que repartir entre sus tres hijos, pero en el verano del 2013 la vida le cambió.

El secuestro de su hijo, Guillermo Lagunes Díaz “Dj Patas” a manos de la delincuencia organizada en el Puerto de Veracruz, dio un vuelco por completo a su vida; dejó las aulas y se dedicó a recorrer Ministerios Públicos y Servicios Médicos Forenses, ahora traduce más por testimonios sobre fosas clandestinas con Organizaciones No Gubernamentales y prensa extranjera, que por trabajo. Hoy, Díaz Henao lleva más de siete años buscando a su hijo, dirige el Colectivo de desaparecidos Solecito que aglutina a más de un centenar de madres que buscan a los suyos y comparte su testimonio de impunidad y corrupción que le ha tocado vivir en carne propia con periodistas, documentalistas y defensores de derechos humanos de Europa, Estados Unidos y Sudamérica.

.-Protestas, marchas, caminar fosas, encarar políticos, ¿Dónde no ha buscado a su hijo, Lucía?, se le inquiere.

“Le hice una promesa. La tengo que cumplir: Hijo amado, sé que me escuchas, porque en mi vientre, cuando el latir de mi corazón te sirvió de arrullo, nos hicimos inseparables. Tú corazón y el mío laten juntos para siempre, te prometo, no me rendiré, no me detendrán, luchare por ti, cada día, cada minuto… sin excusas ni pretextos”.

Lucía Díaz confiesa que esa promesa tiene dos conductos: Reafirmarse que no cesará la lucha hasta saber donde está su hijo; pero también una dedicatoria a las otras madres del Solecito que por miedo, por desconocimiento, por zozobra de no saber por dónde empezar a buscar, tienen a un familiar desaparecido y les hace falta fortaleza para iniciar la búsqueda: “Era motivarlas”, insiste.

Díaz Henao toma un café negro, tajante dice que le molestan las fotografías, pero que le gusta el activismo, cuando de buscar justicia se trata, reflexiona que la búsqueda de desaparecidos ha cambiado, y hoy presenta nuevos paradigmas: “Antes era impensable contar con el gobierno. Hoy dan apoyos en la búsqueda, se creó una comisión estatal y se avanzó en la Ley General de Desaparición Forzada, en 2013 y 2014; antes las pocas mujeres que salíamos a las calles a denunciar la desaparición de nuestros hijos éramos insultadas, estigmatizadas, perseguidas por un gobierno que aparentaba que no pasaba nada. Yo recuerdo cómo nos gritaban que éramos unas buscadoras de malandros, hoy eso ha cambiado”.

Lucy Díaz evoca que en el 2014 apenas eran 20 mujeres valientes que hacían ruedas de prensa en la explanada de la iglesia de la Merced en la zona norte del puerto de Veracruz, para denunciar la desaparición de sus hijos, la inacción de la entonces Procuraduría General de Justicia (PGJE) y la complicidad de las policías estatales y la Secretaría de Seguridad Pública (SSP).

“Ahí empezamos, hasta que llegó un padre nuevo y el tema de los desaparecidos no le gustó. Nos mando a la goma, una infamia, pero ya era tarde, ya empezábamos con marchas y tomas de la Fiscalía”, expuso.

Díaz recuerda el día en que pusieron a “temblar” al exfiscal, Luis Ángel Bravo, con pura madre de desaparecido de distintos puntos de Veracruz le llenaron dos camiones para tomarle la Fiscalía. La noticia de esta protesta salió incluso en medios internacionales.

.-El Solecito traspasó fronteras, muchos se han preguntado ¿Cómo le hizo?

.-Solecito no agarra dinero del estado, hoy vemos que otros colectivos se apoyan en el estado, está bien; pero nosotros tuvimos nuestras formas propias de allegarnos recursos: bingo, venta de comida, acopio de ropa para después venderla, un changarrito en carnaval, hacer kermeses y rifar cosas. Sabíamos que para la búsqueda de nuestros hijos se necesitan recursos.

La desaparición de 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa fue un parteaguas para colectivos de desaparecidos de todo el país, Lucia Díaz recuerda que viajó a Guerrero para “observar” y “aprender” de cómo buscaban a desaparecidos allá, tanto, que hasta se trajeron a Don Lupe, Joel y Alejandro, tres “sabuesos” (buscadores de fosas clandestinas) para reforzar los trabajos de Colinas de Santa Fe. Incluso, Lupe se quedó poco más de tres años en Veracruz.

Esperamos con ansias a Winckler

En el cementerio clandestino de Colinas de Santa Fe, el Colectivo Solecito demoró 36 meses en exhumar más de 300 cráneos y miles de fragmentos óseos, hallados en casi 200 fosas. Un predio de nueve hectáreas el cual fue desestimado en su momento por el exfiscal, Luis Ángel Bravo Contreras quien se hizo de “la vista gorda”, cuando madres de desaparecidos tenían la corazonada que en esa zona había cientos de víctimas.

Sin embargo, la gran vejación, raja política y manejo irregular y poco decoroso de restos humanos se dio en el otro gran cementerio clandestino que fue Arbolillo, en Alvarado, donde el Gobierno de Veracruz y la Fiscalía General del Estado -en el bienio del panista, Miguel Ángel Yunes Linares- tuvieron que admitir el hallazgo de al menos 246 víctimas, cuyos cuerpos y restos óseos se encontraron cerca del sistema lagunar de Alvarado y que fueron sacados en menos de una semana, con mucho desaseo ministerial, por personal de la Fiscalía de Winckler.

“Le enviamos más de 20 oficios para que nos dejaran participar en la búsqueda y se negó sistemáticamente. Ya le tenemos una carpeta con más de 20 omisiones, negligencias y actos de corrupción, que tendrán que tener consecuencia una vez que el exfiscal pise la cárcel”, ataja.

Echar veneno en la boca

La directora del Solecito, Lucía Díaz confiesa que no le gusta que le digan “líder” del Colectivo, asegura que cada miembro tiene una tarea específica, pues hay una tesorera, una encargada de las ventas, alguien que coordina las búsquedas en campo y otra que hace los avisos y convocatorias: “Tenemos una estructura muy bien organizada y sin depender del gobierno, es por eso que pesamos tanto hacía afuera… es puro trabajo y proceso”.

Díaz Henao ve pocos cambios estructurales en el gobierno que permitan pensar en un aliciente para que la violencia, los homicidios o la desaparición de personas vaya a cambiar en un futuro inmediato en México o en Veracruz, lamenta que de nada sirven las buenas intenciones, si los mandos policíacos del país siguen siendo los mismos, pues solo son cambiados de lugar.

“El mismo comandante policíaco que desaparece, por decirte algo en Acayucan, cuando es rotado, ahora desaparecerá en el norte del estado o en la zona montañosa. México por antonomasia, su estado sigue siendo corrupto, impune y criminal”.

Díaz apunta que hoy el gobierno es un administrador de la violencia, en sus cálculos solo cuida que los homicidios, las detenciones de personas vinculadas a la delincuencia organizada y las desapariciones, en estadísticas, no se salgan de control.   

“La guerra contra el narco no se tenía que haber declarado, no así, sin una mínima idea de la fortaleza de los cárteles y sus alianzas con fuerzas policiacas. Fue como echarse veneno en la boca, para matar a una mosca que te comiste y te estaba molestando. Mientras no haya cambios estructurales, esto no va a cambiar”.