La primera semana no va de “pintar pantallas”, va de entender el encargo con cabeza fría. Empieza por delimitar el contexto: quién es el usuario, qué tarea quiere completar y qué frena hoy esa tarea. Para eso sirve una mini–entrevista de descubrimiento con quien pide el trabajo (aunque sea un proyecto propio): pide que te cuenten el objetivo en una frase, el éxito en un número (por ejemplo, más registros o menos abandonos) y las restricciones duras (tiempo, dispositivos, compatibilidades). Con esa base, sal a observar dos o tres personas usando la solución actual o una parecida; no corrijas nada, solo mira y anota dónde dudan, repiten pasos o se pierden. Cierra el día volcando esas notas en un mapa sencillo de “problemas observables”, sin teorías largas: acciones, obstáculos y señales de confusión.
Con ese mapa, traduce el objetivo en una ruta clara de usuario: desde que llega, qué necesita ver primero, qué decisión debe tomar y qué acción concreta lo acerca al objetivo. Dibuja esa ruta en cuatro o cinco cajas con flechas, como si fueran pasos de un checklist. La idea es pasar de un pedido difuso (“que sea más fácil”) a un flujo verificable (“en dos pantallas completas el registro, con ayuda visible y sin campos ocultos”). Si necesitas un marco para ordenar lo que viene, tiene sentido encarar un plan corto de formación que convierta esta claridad en habilidades repetibles dentro de tu diseño ux – ui profesional, como explican guías enfocadas en el arranque de carrera; por ejemplo, cuando se habla de crear fundamentos prácticos en diseño ux – ui antes de saltar al detalle visual, la prioridad siempre es entender tareas, estados y decisiones del usuario.
Primeros entregables que sí mueven la aguja
Tu meta esta semana es producir piezas útiles que se puedan revisar rápido. Empieza con un inventario de contenidos: qué información mínima necesita el usuario en cada paso y qué puedes dejar para después. Haz bocetos a mano del flujo (de lo general a lo particular), y luego pásalos a wireframes de baja fidelidad en un lienzo limpio. No uses colores ni adornos: el foco es jerarquía, orden y claridad. A partir de ahí, prepara un prototipo clicable lo bastante simple para que cualquiera lo entienda sin explicación. Y antes de compartirlo, escribe un guion de prueba: qué tarea hará la persona, qué te interesa observar y cómo sabrás si el diseño ayuda o estorba. Este paquete pequeño – inventario, wireframes, prototipo y guion – es el corazón de tu primera semana.
- Entrega útil en 7 días: inventario de contenidos por paso; wireframes de baja fidelidad del flujo clave; prototipo clicable simple; guion de prueba con una tarea real.
No persigas perfección ni cantidad de pantallas. Persigue coherencia. Si el registro requiere un código de verificación, muestra desde el inicio que habrá un paso extra y explica por qué. Si la tarea implica datos sensibles, reserva espacio visible para avisos y estados de error. Alinea títulos, agrupa campos relacionados y cuida el orden de tabulación para que el teclado no “salte” en móviles. Y en cada pantalla, deja claro qué es lo principal (acción primaria), qué es secundario (enlace o botón de apoyo) y qué ayuda existe si algo sale mal. Ese triángulo – principal, secundario, ayuda – te evita pantallas confusas y acelera la revisión con tu equipo o cliente.
Probar sin drama: microtests con cinco personas y ajustes rápidos
Un test pequeño, bien planificado, vale más que cien opiniones en abstracto. Recluta cinco personas que se parezcan al usuario objetivo y ofréceles una tarea concreta: “regístrate y llega al panel”, “pide una cita” o “añade un producto y finaliza”. Dales el prototipo, guarda silencio y observa. Apunta momentos de duda, toques fallidos, términos que no entienden y atajos que intentan usar por intuición. Mide el tiempo hasta completar la tarea (o hasta abandonar) y, sobre todo, registra cómo describen en voz alta lo que ven. Con cinco sesiones ya tendrás patrones: si tres de cinco tropiezan en lo mismo, ahí hay un problema real. Al terminar, agrupa hallazgos por prioridad: bloqueantes, fricciones y oportunidades de mejora.
Vuelve a tus wireframes y corrige lo que impide avanzar. Cambia textos crípticos por verbos claros, simplifica formularios largos dividiéndolos en pasos con progreso visible y lleva la ayuda al lugar exacto donde aparece la duda (help in context). Si un componente pide demasiada atención para comprenderlo, aún no está listo: reduce opciones, agranda el objetivo táctil, sube el contraste o reubícalo donde su sentido sea obvio. Después corre una segunda ronda corta con dos o tres personas nuevas para validar que el bloqueo desapareció. Lo crucial no es “acertar a la primera”, sino mostrar un proceso que detecta, corrige y comprueba, con entregables ligeros que cualquiera puede evaluar sin manual.
Qué llevarte esta semana para tu siguiente proyecto
La primera semana exitosa no se mide por maquetas brillantes, sino por decisiones claras que acercan al usuario a su objetivo y al equipo a un prototipo viable. Si saliste con un flujo entendible, wireframes limpios, un prototipo clicable y un puñado de hallazgos priorizados, hiciste el trabajo que importa. Repite el ciclo: entender, esbozar, probar, ajustar. Cada vuelta te da más criterio para separar lo esencial del adorno y más seguridad al defender tus opciones ante negocio y tecnología. Guarda tus notas, tiempos y cambios en un pequeño registro: es material valioso para tu portafolio, porque muestra cómo piensas y cómo respondes a evidencia, no solo el resultado final. Con esa práctica constante, cada proyecto nuevo se apoya en lo aprendido, y tu semana uno deja de ser caos para convertirse en un arranque con rumbo y ritmo profesional.
