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Durante cuatro días los trabajadores del ingenio San Francisco, en Lerdo de Tejada, bloquearon la carretera reclamando el pago de salarios caídos
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Pero nadie los peló hasta que ocurrió un zipizape con traileros que deseaban circular a fuerza
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Todo, porque el dueño de la factoría es amigazo del gobierno de Veracruz
En Lerdo de Tejeda hubo un movimiento de coraje y protesta social. Durante cuatro días, 850 trabajadores del recién fracasado ingenio San Francisco bloquearon la carretera de Alvarado a Los Tuxtlas, a la altura de su pueblo, en el kilómetro 150.
Y durante tres días del lado del gobierno de Veracruz, el silencio, apostando quizá, acaso, a la filosofía política de Adolfo Ruiz Cortines de dejar que los conflictos se resuelvan solos, por viejitos.
Pero el viernes 12, a las 10:30 horas, los ánimos se crisparon.
Los traileros en viaje de norte a sur y de sur a norte pretendieron descarrilar el bloqueo y pasar como un camello por el hoyito de una aguja… y el resultado fue el caos.
Quema de plásticos.
Quema de llantas.
Barreras de fuego y humo levantándose en el pueblo como en años anteriores el humo emergiendo de las factorías azucareras, San Francisco y San Pedro, tiempo aquel cuando, incluso, eran propiedad de Dante Delgado Rannauro.
Demasiado tarde, el alcalde, indolente, quiso apaciguar el tsunami, la pasión desordenada de los obreros que desde hace dos años viven y padecen el infierno familiar con los salarios caídos que desde entonces les ha negado el industrial Francisco García González.
Incluso, hasta el desfalco de un fondo de ahorro que en un país como México donde hay desempleo, subempleo con salarios de hambre y migración a la frontera norte y Estados Unidos significa más gasolina al fuego.
Pero…
Pero ocurre que el trasfondo del hecho es más indicativo y significativo: los salarios caídos y la protesta social son apenas la punta del iceberg, donde se cruzan y entrecruzan intereses políticos, económicos y sociales sórdidos.
LIGA DE FRANKLIN GARCÍA Y JAVIER DUARTE
A Francisco García González, dueño del ingenio San Francisco y también del ingenio el Carmen, a la altura de Cuautolopan, en el centro de Veracruz, en Ixtaczoquitlán, y dueño de otra factoría en Puebla, le apodan “El chucky”.
Y, bueno, el apodo lo dice todo.
Franklin, como le llaman su círculo rojo, tiene una residencia a la orilla del río Papaloapan, en Tlacotalpan, un paraíso terrenal, que algunos han ubicado como propiedad del gobernador Javier Duarte; pero quien suele habitarla porque es amigo de García González, como también, por ejemplo, industrial cañero al fin, es amigo del productor cañero Juan Carlos Molina, uno de los más importantes en la Cuenca del Papaloapan.
Hacia el segundo año del duartismo, Franklin García empezó a tener conflictos por todos lados con el ingenio.
Por ejemplo, una factoría azucarera de su competencia quiso comprar la caña en el área de su jurisdicción ante la parálisis que se veía aterrizar, entonces intervino en su defensa el secretario de Desarrollo Agropecuario, José Tomás Carrillo junior, evitando el colapso.
Claro, por órdenes superiores.
Pero hace unos 24 meses, aproximadamente, el industrial decidió declarar el ingenio en quiebra, cuando para entonces miraba el descarrilamiento a través de las siguientes vertientes:
Primera. Una deuda de entre 18 a 20 millones de pesos con los cañeros que abastecían a la factoría azucarera de la gramínea, donde el líder es Roque Spinoso Thomas, hijo de Roque Spinoso Foglia, quien fue líder nacional de los cañeros, incluso, reelecto; preso en el penal de Allende por defender a los productores desde el ingenio San Cristóbal, entonces el más grande del mundo, y asesinado de 120 balazos en el primer año del sexenio de Agustín Acosta Lagunes.
Y, bueno, los genes son los genes y el hijo de Roque Spinoso, también es bragado y peleador callejero, honrando la memoria de su padre.
Segunda. Una deuda de entre 15 a 20 millones de pesos entre Franklin García y los obreros, a partir de los salarios caídos y el misterioso destino de un fondo de ahorro.
Tercera. Una deuda de unos 16 millones de pesos al gobierno de Veracruz cuando Javier Duarte decidió financiar a su amigo en desgracia para pagar el flete del transporte de caña del ingenio San Francisco a otro para la molienda, pues su fábrica estaba atorada.
Incluso, cuando Javier Duarte decidió apoyar al dueño del ingenio para, digamos, salvar la economía de los productores, los quisquillosos trascendieron que uno y otro eran socios y en la versión popular hasta el nombre de uno de los líderes de los chupaductos, preso en el reclusorio de Topo Chico, en Monterrey, fue manejado en la relación.
Es más, ahora cuando los obreros bloquearon la carretera durante cuatro días, el viaje fue aprovechado por algunos productores para quejarse de la Secretaría de Agricultura, SAGARPA, de apoyos incumplidos.
EL APAGAFUEGOS QUE LLEGÓ DE TANTOYUCA
Total, que la indolencia oficial de haber dejado durante el viernes 12, el jueves 11, el miércoles 10 y el martes 9 que el conflicto creciera, tuvo como objetivo, entre otros, blindar al industrial Franklin García González, dada su amistad con el gobierno de Veracruz.
El viernes 12, hacia las 10:30 horas, mientras Gerardo Buganza y su gabinete en la SIOP se alistaba para escuchar misa en el patio de la secretaría, en Lerdo de Tejeda los traileros se lanzaban como Pípilas contra los trabajadores del ingenio San Francisco como unos esquiroles, se ignora si manipulados desde alguna zona oscura del poder.
Y luego del zipizape, hasta las 5.45 de la tarde, el cielo lleno de humo de la quemazón de plásticos y llantas, un pueblo enardecido que basa su economía en la industria cañera, hubo un primer acuerdo con el duartismo operado por el apagafuegos Marlon Ramírez, el subsecretario, quien se descolgó vía aérea desde su rancho en Tantoyuca para llegar a tiempo a dialogar y fumar la pipa de la paz.
Todo, para que con la fuerza del Estado jarocho fuera protegido el amigo del jefe máximo.