•Sin embargo, los tiempos auguran tempestades, como en Nanchital: de 17 mil trabajadores que ahora laboran en el proyecto Etileno Siglo XXI, ninguno quedará. Y los empleados que operarán la planta serán importados de otros estados del país y del extranjero
En materia de empleos, se estarían disfrutando vientos favorables en un par de regiones en Veracruz:
En el sur, con Nanchital, la construcción del proyecto Etileno Siglo XXI, que por ahora significa la oportunidad laboral a 17 mil trabajadores, implicando el pago mensual de 90 millones de pesos en cuotas obrero/patronales al Seguro Social.
Y en el centro de Veracruz, en el puerto jarocho, con la contratación de unos dos mil trabajadores por la ampliación de la zona marítima.
En el primer caso se trata de una inversión extranjera, proveniente de Brasil, con la empresa Odebrecht, con 75 años de experiencia en el mercado mundial.
Y en el segundo se trata de una inversión federal, con el presidente Enrique Peña Nieto, como parte del programa anual de infraestructura, que también incluye en Veracruz la remodelación del Centro Histórico.
Por desgracia, se tratan de empleos temporales.
Por ejemplo, en Nanchital, la empresa ya estableció las reglas del juego: los 17 mil trabajadores sólo laborarán hacia fin del año 2015, cuando la planta esté concluida.
A partir de entonces sólo quedarán mil empleados para operar la planta, de los cuales unos 400 forman parte de su empleomanía mundial, ubicada ahora en diferentes partes del planeta.
Unos 300, contratados en las universidades del norte del país, la UNAM y el Politécnico.
Y el resto, unos 300, que están por definirse.
Por tanto, los 17 mil trabajadores de hoy serán despedidos.
Es más, a la fecha la mayor parte de los mil empleados que habrán de quedar con un contrato definitivo ya están laborando.
Para entonces, en víspera de la elección del gobernador de Veracruz, el desempleo se habrá multiplicado.
Y el respiro que ahora tiene el sur, para abajo.
En el caso del puerto jarocho, los 2 mil empleados contratados todavía demorarán un poquito más; pero al mismo tiempo, son temporales.
De cualquier manera, significan un gran respiro para Veracruz.
EL SUEÑO DE OTRO VERACRUZ
Sin embargo, una vez más el hecho concreto y específico queda manifiesto: una cosita es el desempleo urbano y suburbano y otra el campesino y el indígena.
Una cosita es que en las ciudades los obreros tengan, aunque sea empleos temporales, y otra que en las zonas rurales seis de cada diez jefes de familia, jóvenes, estén migrando a la frontera norte y Estados Unidos.
Una cosita es que en las ciudades, los trabajadores tengan recursos por seguir llevando el itacate a casa y otra que en las regiones montañosas de Veracruz los niños vayan a las escuelas con un cafecito, quizá un pan, en el estómago, y ni modo, queden dormidos en el pupitre delante del maestro.
Y, por desgracia, los 800 mil indígenas de la tierra jarocha y el millón y medio de campesinos nunca, jamás, han figurado en la agenda del secretario de Desarrollo Económico para impulsar fuentes de empleo, no obstante que el Plan Estatal de Desarrollo 2011-2016 plantea el sueño, digamos, de otro Veracruz.
NUNCA, JAMÁS, PERDER LA FE
Pero, bueno, con todo, es un hecho y una circunstancia que alienta los días que se viven y padecen.
Peor sería, por ejemplo, que el desempleo se levantara, como en otras latitudes, como un jinete del Apocalipsis, en donde se llega a matar para quitar la comida a otros.
Pero al mismo tiempo, quizá convendría que Érik Porres Blesa (¿irá siempre de candidato a la curul federal por el distrito de Orizaba?) pudiera darse un espacio para canalizar alguna inversión significativa a las regiones indígenas de Veracruz, de igual manera como desde el boletín cacarean se ha efectuado en las zonas urbanas.
Quizá, como en la mística del DIF, con un desarrollo económico alrededor de sus atributos y cualidades, como es la artesanía elaborada tanto por las mujeres como por los hombres.
Y más aún si se considera que en cada feria tradicional en pueblos de Veracruz y del país, los indígenas suelen marchar con sus productos a la vendimia popular.
En fin, ya lo dijo la elite eclesiástica jarocha: “No pierdan la fe”…