Petro anuncia la declaratoria de las emergencias sanitaria y económica por el brote de fiebre amarilla

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“Estamos de nuevo ante un virus”, escribió en la noche de este martes el presidente colombiano, Gustavo Petro, en uno de sus usuales y extensos mensajes en X. La frase evoca los fantasmas de la pandemia del covid, aunque se refiere a la fiebre amarilla, una enfermedad conocida hace siglos, con una vacuna probada y que tiene una expansión más lenta y delimitada geográficamente. El mandatario ha anunciado su decisión de decretar una emergencia sanitaria y económica para enfrentarla, elevando el perfil de un brote que ha afectado a menos de 100 personas. “Espero la mayor tranquilidad. En momentos difíciles se necesita la cabeza fría”, ha escrito. “Vamos a salir de esta y estamos preparados para ello”. Sin embargo, el decreto aún no ha sido firmado ni publicado.

Petro señala que con las vacunas y la prevención se puede evitar la expansión del brote, que se originó en septiembre pasado en una zona rural montañosa del oriente del Tolima. Sostiene que los casos de contagio en humanos —hace la aclaración, ya que también se transmite a primates— ascendían a 74, de los cuales 32 habían desembocado en muertes, una cifra mayor a la reportada hasta ahora por las autoridades, y que habla de una mortandad del 43,2%. Aunque el porcentaje varía, los estudios señalan que la fiebre amarilla es una enfermedad que, entre poblaciones no vacunadas, puede incluso derivar en el fallecimiento del 75% de los contagiados.

El presidente ha anunciado una gran campaña de vacunación nacional. “Si hacemos rápido la vacunación el número de víctimas será muy pequeño. Hay que entregarle a los hospitales públicos tecnología y máquinas capaces de tratar enfermos de fiebre amarilla, solo hay en dos hospitales. Hay que tener recursos para asumir el problema rápido y con contundencia”, ha escrito Petro, vinculando así la situación sanitaria a la necesidad financiera del Estado, que enfrenta un empinado déficit y problemas de caja.

Este anuncio llega en un momento de gran sensibilidad, justo cuando el Gobierno ha propuesto aumentar el cobro por anticipado del impuesto de renta que pagarían las empresas en 2026, con el fin de cubrir parte de los 12 billones de pesos que calcula le hacen falta para financiar el presupuesto de este año. La medida ha suscitado el rechazo de empresarios, gremios y políticos opositores, y deja dudas sobre su capacidad de solucionar el problema de fondo: a menos de que haya un crecimiento económico vigoroso y sostenido, el adelanto significaría un alivio hoy, pero menos ingresos para el Estado el próximo año. Y una declaratoria de emergencia económica permitiría al Ejecutivo emitir decretos con fuerza de ley para disponer de recursos adicionales sin pasar por el Congreso.

La última emergencia económica decretada por motivo de una enfermedad fue la que dispuso Iván Duque el 17 de marzo de 2020, cuando tomó medidas excepcionales ante la propagación del virus del covid-19. Para ese momento, los casos en el país eran 75, casi los mismos 74 de fiebre amarilla que cita Petro. No obstante, se trataba de una enfermedad nueva, de rápida expansión y que la Organización Mundial de la Salud había declarado como emergencia de salud pública de importancia internacional. Aunque su tasa de mortalidad era menor, no había vacuna ni se conocían sus efectos a largo plazo.

Una enfermedad conocida
Con la fiebre amarilla, la situación es conocida, al igual que la ruta para enfrentarla. “En esta semana santa, averigüen si están vacunados y salgan. Si hay personas en su familia que no se hayan vacunado, no deben viajar. Fumiguen el interior de sus carros después de parar en caminos o a la salida o a la llegada”, anota el presidente. También están identificadas las personas en mayor riesgo. “Los viejos tienen una alta tasa de mortalidad y nunca fueron vacunados contra la fiebre amarilla. Hoy son muy vulnerables”, añade.

Esta enfermedad tropical suele transmitirse en áreas selváticas, especialmente en la cuenca de la Amazonía, pero en Colombia no se había considerado un peligro desde hace más de una década. El resurgimiento de esta infección viral, transmitida por el mosquito hembra del aedes aegypti, se debe a factores ambientales, pues estos insectos, que viven mejor en zonas húmedas —se reproducen en estanques o en agua represada—, han ido migrando hacia zonas más altas, a medida que estas se han vuelto más cálidas. “El calor en aumento de la atmósfera ahora hace que el mosquito suba las montañas”, explica Petro.

Durante años, el Instituto Nacional de Salud ha venido alertando que el cambio climático favorece la expansión de estos mosquitos, los mismos que transmiten otras enfermedades como la chikunguña, la fiebre de zika y el virus mayaro. Los síntomas de la fiebre amarilla son similares a los del dengue: malestar general, fiebre, dolor de cabeza y muscular. Solo que el séptimo día después de la picadura, el paciente va tomando una coloración amarilla —de ahí su nombre—, que es señal de una afectación hepática. Aunque esta enfermedad se puede prevenir con la aplicación de una vacuna una única vez en la vida, no tiene cura.

Petro explica que la primera alerta fue cuando “empezaron a aparecer monos muertos en la zona cafetera (…) El mosquito subió de la selva amazónica, y se ubicó en los bosques de Galilea, al sur de Villarrica, Tolima. Con las Farc allí, no había prácticamente entrada de seres humanos, pero después del proceso de paz, la gente entró a sacar madera ilegalmente, y empezó a mover el mosquito hacia la gente. Lo primero que se vio fue muchos micos muertos en Villarrica; y por allí empezamos a seguir la enfermedad; empezaron a aparecer pacientes enfermos en Dolores, Villarrica, Cunday, Iconozo, Melgar”.

El presidente ha aprovechado la coyuntura para defender su visión de la salud, un asunto que ha convertido en una de las principales apuestas de su mandato. En su trino, critica una vez más al alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán. “El Distrito no ha querido configurar los equipos básicos de salud que son imprescindibles para hacer una vacunación rápida”, dice. “La inexistencia de prevención es nuestra principal debilidad. Por eso era nuestra principal prioridad en la reforma a la salud no aprobada”, escribe, haciendo referencia a que su propuesta no ha podido avanzar en el Congreso.