Por Héctor González
Desde 1980 el nombre de Rebecca Solnit (1961) comenzó a ligarse con la defensa del medio ambiente y de los derechos humanos. Periodista y escritora por formación, la estadounidense ha recorrido países y comunidades indígenas en búsqueda de nuevas formas de relacionarnos con la naturaleza y nosotros mismos.
“El verdadero cambio social implica hacer cosas juntos”, dice la autora de títulos como Las rosas de Orwell, Los hombres me explican cosas y ¿De quién es esta historia? Durante su visita al Hay Festival de Querétaro, Solnit habló con Aristegui Noticias sobre su trabajo, cambio climático y la política en Estados Unidos, sobre esto último apuntó: “Creo que Kamala Harris puede ganar, tal vez tendremos que pelear por ella, pero todo se ve bien”.
En su libro más reciente No es demasiado tarde, se centra en el cambio climático, pero no de una manera distópica, sino todo lo contrario. ¿Qué le hace tener esperanza respecto a este tema?
No espero que pretendamos que el cambio climático nunca pasó; tampoco me interesa decir que ganaremos la batalla porque no es un asunto de ganadores y perdedores. Sin embargo, sí creo que la diferencia entre el mejor escenario y el peor es profunda. En el mejor de los casos veo que se salvan muchos lugares, mucha naturaleza y está en marcha una revolución energética que ocasionará que los combustibles fósiles sean obsoletos. Esto me parece emocionante en parte porque hace 20 años era algo inimaginable.
El filósofo Byung-Chul Han plantea en su nuevo libro que la esperanza nace de la desesperación, ¿es su caso?
Sí, he visto cosas que nadie nunca pensó que pasarían. Creía que la Unión Soviética duraría otros cien años; he visto a indígenas del ártico canadiense cambiar sus destinos, defendiendo sus derechos, su cultura, su lenguaje. Han pasado cosas que nadie esperaba, ver estos cambios extraordinarios me hace tener esperanza. Más a menudo de lo que creemos pasan cosas inesperadas. La unión de gente extraordinaria puede cambiar el mundo, creo que todavía es posible aprender del pasado para mirar el futuro.
¿Cómo mantener esa perspectiva cuando vemos líderes como Donald Trump?
Para mí la esperanza no es ser optimista. No me interesa pensar que todo saldrá bien sin importar cómo o por qué. Tendremos oportunidad de ganar si actuamos, no siempre se logra, pero siempre vale la pena vivir de acuerdo con nuestros valores y principios, puede que los resultados no se vean hasta después de cinco o 15 años. Muchas veces la gente piensa que si hacemos una demanda hoy y no obtenemos resultados mañana significa que perdimos, no es así, a veces el cambio toma años. Me marcó mucho cuando en 1992, las comunicades indígenas hablaban de cientos de años de resistencia, me parece que la memoria a largo plazo es un súper poder que solemos olvidar. En cuanto a Trump, es importante recordar que ganó en 2016 no porque fuera el más popular, sino porque fue engrandecido por la corrupción de los medios estadounidenses. Perdió el voto popular por 2.9 millones de votos, pero los colegios electorales le dieron el premio de cualquier manera.
¿Qué expectativas tiene de las elecciones en Estados Unidos?
Estoy muy emocionada, vivo en San Francisco, he votado seis veces por Kamala Harris mientras fue fiscal, dos veces por cargos en San Francisco, tres en California y una a nivel nacional. Hasta hace poco estaba preocupada porque había visto mucho racismo y sexismo dirigido hacia ella; pero al ver la alegría, el entusiasmo y la energía con la que la gente ha recibido su candidatura, siento que ahora estamos en un mejor país. Creo que puede ganar, tal vez tendremos que pelear por ella, pero todo se ve bien. Donald Trump se está desmoronando enfrente de todos nosotros.
En el libro cuestiona la idea de que la huella de carbono es en su mayoría responsabilidad de los individuos de a pie.
No sé en México, pero Estados Unidos produce 25% de las emisiones de carbono desde siempre. Si preguntas a los estadounidenses qué hacen contra el cambio climático, te responden que son veganos, que andan en bicicleta, reciclan, no vuelan en avión. Pero de esa manera no cambias el sistema, equivale a ver a alguien mientras ser asesinado y decir: “yo no lo maté”. Se necesita intervenir y detener el crimen, el asesinato del planeta, del sistema global, de los océanos, del ártico. Pensar en privilegios personales y no en un compromiso social nos distrae de lo importante. El verdadero cambio social implica hacer cosas juntos.
Hace nueve años estaba sentada con mi amigo Bill McKibben y una joven se acercó para preguntarle “¿qué es lo mejor que puedo hacer como individuo por el cambio climático?” Él estaba muy cansado, había trabajado mucho, la miro y le dijo: “deja de ser un individuo”. Esto significa que uno solo no puede hacer mucho, hay que ser parte de un movimiento, de un grupo, de una comunidad. Un problema grave en Estados Unidos es que nos imaginamos como consumidores, nos define lo que compramos, lo que usamos o lo que comemos; pero se nos olvida que también somos ciudadanos.
Cierto, pero mucha de esta participación colectiva atraviesa por la política. ¿Existen las condiciones para que veamos cambios importantes en este sentido, tanto en los gobiernos como en las grandes corporaciones?
Estamos ante un nuevo escenario del cambio climático, por mucho tiempo estuvimos en la negación. Decíamos que no era un problema, que no nos deberíamos preocupar porque no era real. Eso ocasionó que muchas corporaciones, con la ayuda de los medios, acentuaran el problema durante muchos años. Esa época se acabó, ahora es muy tarde para negar que el cambio climático no está sucediendo, lo vemos en todos lados. Aun así, hay cosas que no ayudan en nada como impulsar soluciones falsas que solo retrasan la aplicación de medidas reales. Otro problema es el supremacismo blanco que no piensa en mejores diseños urbanos, transporte público de calidad, mejor alimentación y en cambio se decanta por la emergería nuclear o por una tecnología todavía inexistente. Es extraño porque tenemos las soluciones, sabemos cuál es el problema, somos una comunidad global con la capacidad de resolverlo, sin embargo, hay una minoría de personas, corporaciones poderosas y políticos comprometidos con el status quo que nos impiden conseguir lo que la mayoría quiere. Sabemos lo que debemos hacer, hay gente trabajando en ello, pero necesitamos un movimiento climático lo suficientemente más grande y poderoso para superar los obstáculos que imponen las corporaciones y los gobiernos.
¿Estas soluciones atraviesan por un tema político o es una situación del capitalismo?
La idea capitalista de que todo el mundo puede hacer lo que quiera, ha permitido que la derecha se niegue a aceptar el cambio climático. Me parece que esto es parte de lo que llamo Ideología del Aislamiento (Ideology of Isolation), “nadie se conecta con nadie”. El sistema no es necesariamente lo que hace a la gente más pobre o enferma, el verdadero problema radica en no pensar en los demás. Todo está conectado y somos responsables del todo. Por otro lado, no creo que vayamos a tener una revolución donde el capitalismo se vaya de la noche a la mañana, pero, así como el feminismo está consiguiendo replegar al patriarcado, también podemos replegar la Ideología del Aislamiento. Mucho se ha dicho que vivimos en una sociedad capitalista, pero la relación que tienes con tu familia, tus hijos, tus mascotas, las donaciones que haces, el voluntariado que haces, no son capitalistas, hay una gran cantidad de anticapitalismo dentro del propio capitalismo, solo que no hablamos de eso. Pensamos que para ser anticapitalista debes serlo al 100 por ciento, pero en realidad podemos serlo 73 o 43%. Si nos autorregulamos podemos ser más confiables.
¿En qué tipo de feminismo cree?
Veo el feminismo como un éxito en derechos humanos, el derecho de que todos somos iguales y tenemos accesos iguales a la credibilidad, participación, seguridad, etc. No se desconecta de derechos como la orientación sexual, edad, ese es esencialmente mi feminismo. No creo que las mujeres deberían manejar todo para terminar con los problemas que han creado los hombres, sé que todo son constructos sociales y todos son diferentes.