“México ha sido un jugador estratégico en el espionaje internacional”: Juan Alberto Cedillo

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Por Héctor González

El 30 de marzo de 1940, Georg Werner Nicolaus Knauer llegó a la Ciudad de México. Coronel y integrante de los servicios de inteligencia alemanes, arribó con el objetivo de crear una red de espionaje que se distribuyera por toda Latinoamérica. Para conseguirlo contó con el apoyo y las colaboraciones de funcionarios del más alto nivel, entre ellos Miguel Alemán.

Pese a lo ambicioso de su misión, su historia es poco conocida, al menos hasta ahora cuando el periodista Juan Alberto Cedillo (Ciudad de México, 1954), la recupera en el libro Georg Nicolaus. El espía que puso a Latinoamérica al servicio del Tercer Reich (Debate).

¿De dónde viene tu interés por el espionaje en México y en particular durante la mitad del siglo XX?

Creo que los periodistas tenemos una especie de vocación detectivezca. Los niños de antes nos educamos con revistas como Dick Tracy y series de televisión tipo El Agente del 86, pero bueno, eso es anecdótico. Mis investigaciones por los casos de espionaje nazis tienen que ver con casualidades. En 1986 se empezaron a desclasificar documentos en el Archivo Nacional de Washington sobre actividades de espionaje alemán y me tocó ir a revisar que había sobre México. Así fue como descubrí los trabajos de inteligencia del gobierno de los Estados Unidos relacionados con México y este periodo. Al principio no me fácil entenderlos porque no estaba versado en la cuestión académica de la Segunda Guerra Mundial. Tardé diez años en comprender y concretar dos proyectos, el primero sobre la artista Hilda Kruger y el segundo, relacionado con Georg Nicolaus.

El episodio de Georg Nicolaus desmonta la supuesta neutralidad de México durante los primeros años de la Segunda Guerra Mundial.

Fíjate que es lo más interesante del asunto. Nicolaus realizó actividades de espionaje de altos vuelos. Mediante una red que involucró a empresarios, funcionarios y espías militares, hizo contrabando de toneladas de materias primas, mercurio, tuxteno y aluminio. Se enviaban desde Tampico y Veracruz. Además, desarrolló actividades fundamentales para la armada y la fuerza aérea de Hitler como el espionaje industrial y militar a los Estados Unidos. El entonces secretario de gobernación, Miguel Alemán, fue el encargado de proteger toda la red, es decir, es falso que México fuera neutral durante los primeros dos años de la Segunda Guerra Mundial. Gracias a la colaboración de las autoridades, México se convirtió en un socio estratégico y secreto del Tercer Reich y la maquinaria de guerra de Hitler. Recordemos que Cárdenas vendió petróleo a la Alemania nazi para que su tanques, buques y aviones se muevan, de modo que nuestra participación es importante, quizá menor, pero relevante.

¿Cómo se teje la red de Georg Nicolaus?

Tuvo mucha suerte en llegar a un país con un gobierno germanófilo como fue el encabezado por Manuel Ávila Camacho y sus generales, a quienes les impresionaba la espectacularidad militar promovida por Hitler. Incluso Ávila Camacho era un asiduo del club hípico alemán, en general en las sociedades mexicana y latinoamericana había simpatía por Hitler y la cultura del pueblo alemán con sus filósofos y músicos. Eso facilitó las cosas para que Nicolaus tejiera una amplia red. Pero esta germanofilia viene incluso de más atrás con José Vasconcelos y su revista Timón. Intelectuales y gobernadores manifestaron su interés por implementar la eugenesia racial promovida por Hitler.

Es interesante como a partir de la venta de electrodomésticos Nicolaus se abre brecha.

Él colabora mucho con la artista Hilda Kruger, quien llega de la mano del petrolero Jean Paul Getty, el hombre más rico de Estados Unidos en esa época y quien a su vez tenía muchos amigos en México, continuamente iba al Club Mundet, que era un club de élite en Polanco, y ahí se la presenta a sus amigos. Kruger, una mujer despampanante, se hace amante de gente como Ezequiel Padilla, Ramón Beteta y otros funcionarios, aunque finalmente se quedó con Miguel Alemán, quien le rentó un departamento en la calle de Londres, en la colonia Juárez. Esto le permitió a Nicolaus contar con la protección del secretario de gobernación. Pese a que los agentes estadounidenses pidieron colaboración a México, Alemán se encargó de esconder toda la investigación alrededor de Georg Nicolaus.

¿Esa protección le permitió extender su red a Latinoamérica?

Una parte fundamental del libro y totalmente nueva es la colaboración de su nieto, Bernardo Nicolaus. Gracias a él conocemos como funcionó la Red Bolívar que fue un conjunto de estaciones de radio en toda Latinoamérica que se usaron para mandar información estratégica, dado que Estados Unidos estaba buscando que los países importantes de América Latina, Brasil, Argentina y México colaboraran con los Aliados y no con Alemania. En 1942 cuando Inglaterra ya está asediada y Estados Unidos entra a la guerra, la red creada por Nicolaus, permite conocer la salida de buques mercantes del puerto de Buenos Aires, del canal de Panamá, Centroamérica, Tampico, Veracruz, Luisiana o Nueva York, rumbo a Inglaterra, para después atacarlos. Además, les permitió robar combustible para que los submarinos alemanes pudieran operar en México. De hecho, esta información está compartida por los Estados Unidos y fue investigada por los militares mexicanos en el archivo Genaro Estrada de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

¿Cómo trascendió esta conducta de México? ¿Qué representa para Estados Unidos en términos de espionaje?

Eso es importante. Desde la Primera Guerra Mundial, México ha sido un jugador estratégico en el espionaje internacional y en el factor de las relaciones exteriores. Al no tener una tradición internacionalista, se conoce poco sobre cómo operan espías alemanes, rusos, estadounidenses, franceses y británicos. Sin embargo, México tiene dos factores fundamentales para ser considerado un centro espionaje: el petróleo y la frontera con Estados Unidos.

Esto se mantiene hasta hoy…

Sí, claro. Actualmente el Congreso de Estados Unidos realiza una investigación en Monterrey sobre el espionaje tecnológico chino que está centrado en Latinoamérica y particularmente en México. Hoy se sabe que los chinos roban tecnología y no pagan patentes, de modo que aquí hacen una cosa muy simple: se alían con empresarios de Nuevo León para que muchos de los productos que fabrican se puedan pasar como si fueran mexicanos y sin pagar tantos aranceles.

Las autoridades mexicanas supongo que están al tanto de esto.

Pues mira, las autoridades de Estados Unidos ya vinieron a hacer las investigaciones. No sé qué tanto las autoridades mexicanas supieran. Porque esto es algo, no tan sofisticado y fácil de rastrear.