Las esculturas inteligentes de Rodrigo Garrido se exhiben en El Colegio de México

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¿Hasta dónde puede llegar la fusión entre el arte y la Inteligencia Artificial? Preguntas de este tipo son las que se formula Rodrigo Garrido en la muestra Sentient Sculptures, que, tras su paso por Zona Maco y Laboratorio de Arte Alameda, llega a El Colegio de México.

Cada una de las piezas creadas por el artista e ingeniero en cibernética, busca comprender cómo funciona el ser humano. Para ello, por medio de la fabricación digital creó cuerpos físicos que se vuelven más complejas mediante el uso de una Inteligencia Artificial que los dota de emociones y sentimientos. Resultado de todo esto es una experiencia inmersiva que podrás visitar en la planta principal de la Biblioteca Daniel Cosío Villegas hasta el próximo 4 de abril en la institución ubicada en la carretera Picacho Ajusco.

¿Cómo nace esta exposición?

La muestra ha estado en varios lugares. El año pasado estuvo en el Laboratorio Arte Alameda, también en Querétaro. La idea nació de una búsqueda personal de casi veinte años por hacer un nuevo tipo de escultura que hablara desde mi generación, desde el siglo XXI y con las herramientas con las que crecí, computadoras, internet, los videojuegos, la ciencia ficción. Me interesaba una escultura que no solo tuviera cuerpo sino también mente, incluso sentimientos, todo desde la Inteligencia Artificial. La muestra presenta esculturas que interactúan contigo y entre ellas, se enamoran, se ponen nerviosas, algunas escriben poesía, algunas que te dan ideas para que te pueda ir bien en el sistema financiero actual.

¿De dónde viene tu relación con la Inteligencia Artificial?

Desde que tenía 8 años tuve acceso a una computadora. A los 12 ya había internet en mi casa y gracias a eso pude empezar a explorar el mundo por medio de la red. Aprendí a programar, a hacer música y arte dentro de la computadora. Así como tenía amigos que eran buenos para el fútbol o la bici, yo era muy bueno con las computadoras. Entonces, digamos que eso siempre fue lo natural. Más adelante, cuando estuve frente a la escultura de Rodin supe que quería transmitir algo similar a otros seres humanos. Al principio intenté con la cerámica, el barro, la resina, el bronce, pero no me identifiqué con ninguno. Mi gran maestra, Karla Jasso, gran maestra, me hizo ver que las herramientas para mis esculturas podían ser el software y las computadoras. Así como los artistas de los siglos XIX o XX crearon a partir de lo que tenían a la mano, yo podía hacerlo desde los objetos que usamos ahora.

*ARISTEGUI