Por Ramón Aguirre Díaz
La Gobernanza del Agua es un tema relativamente nuevo, la primera vez que lo escuché fue hace unos 12 años en algún foro donde se abordó y se destacaba la importancia que tienen las inversiones en infraestructura para lograr el éxito en la gestión integrada de este recurso. El ponente nos daba como ejemplo una zona con alto estrés hídrico y cómo la construcción de una presa permitiría que los diferentes usos: público-urbano, agrícola, industrial y ganadero, pudiesen contar con el vital líquido, evitando los conflictos que se generan cuando el agua no alcanza para atender las necesidades de salud, bienestar y productividad de una zona, y por qué en muchas ocasiones, para resolverlo, se requiere de infraestructura.
Pero la realidad es que lograr una Gobernanza del Agua que permita alcanzar una acertada gestión de los recursos hídricos y provisión de los servicios de agua va mucho más allá de tan sólo las inversiones. Implica la oportuna conducción de complejos sistemas regulatorios, políticos, sociales, económicos, administrativos y de financiamiento.
En la Gobernanza del Agua, el contar con datos e información estadística, con proyecciones, monitoreo y evaluación es otro de los aspectos relevantes. Por ejemplo, en estas últimas semanas mucho se ha comentado sobre la sequía presente en el país. Después de un año 2021 —que fue el segundo más seco de la última década—, necesitamos de un año 2022 con lluvias promedio cuando menos. La situación no ha pintado muy bien, conforme a la información proporcionada por la Conagua, para el día 31 del mes pasado, el 78% del país se encontraba con algún grado de sequía y un 32% estaba con sequía severa. Aunque ya empezó a llover, lamentablemente, los pronósticos indican que donde más se requieren, en el noreste del país, las precipitaciones pueden atrasarse, cuando menos, dos meses más.
Lo anterior no es una buena noticia para Nuevo León, por lo que Servicios de Agua y Drenaje de Monterrey (por cierto, uno de los organismos operadores más eficientes del país) tendrá que aplicarse al máximo para implementar soluciones que aminoren los efectos negativos de una sequía en la región de, cuando menos, los últimos tres años. Aquí es donde otro de los elementos de la adecuada Gobernanza del Agua debe entrar en acción, ya que, además de infraestructura, de datos y proyecciones, se requiere una gestión efectiva, eficiente y contar con personal capacitado.
Resulta muy interesante analizar las complejidades involucradas en una apropiada Gobernanza del Agua, donde se incluye el tema del marco regulatorio, que tiene vital importancia. Necesitamos no sólo tener leyes en materia de agua que ayuden a resolver temas relacionados con la administración del agua y concesión o asignación a los diferentes usuarios y usos, sino también clarificar responsabilidades federales, estatales, municipales e, incluso, de la sociedad en su conjunto en materia del derecho humano al agua y la prestación de los servicios públicos. No menos relevantes son las normas que fijan criterios de cumplimiento obligatorio y que definen, por ejemplo, cuando un agua es de calidad potable, los límites máximos de contaminantes que pueden descargarse a cuerpos de agua o a los sistemas de alcantarillado, etcétera. Obviamente que un marco regulatorio inadecuado, en lugar de ayudar a la gobernanza, puede, en mucho, complicarla.
Otro aspecto: en materia de la gestión integral del agua, la coherencia entre las políticas de población, agrícolas, energéticas y de desarrollo territorial, con las del agua y el medio ambiente, requieren un enfoque de gobierno que favorezca el consenso entre todos los actores y aspectos involucrados. Por supuesto que es necesaria una activa y propositiva participación de los grupos sociales representantes de los diferentes usuarios del agua para avanzar positivamente en la compleja Gobernanza del Agua…