La crónica de hoy: Parquímetros, la controversia

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ALEJANDRO HERNÁNDEZEn el Plan de Movilidad Urbana para Xalapa se han contemplado muchas acciones, algunas parecen buenas, como el reordenamiento vial de las principales calles del centro, aunque otros aspectos, importantísimos, ni se han tocado, como la reestructuración inmediata de las rutas del transporte público; pero también han incluido cosas que, como diría el clásico, ni nos benefician ni nos perjudican sino todo lo contrario, una de ellas: los parquímetros.

Estos aparatos, que le dan formalmente a las calles el nombramiento de estacionamientos públicos, han transitado a lo largo de la historia como las máquinas más incomprendidas de la historia. El primer pensamiento que se viene a la mente, cuando se habla de ponerlos en alguna parte es, ¿pero cómo carajos (iba a poner chingaos, pero se veía bien feo) me van a cobrar por usar las calles si éstas son de todos? Sin embargo, a lo mejor no es una medida tan mala como se cree. Y que conste aquí que no estoy diciendo que estoy a favor de las medidas del alcalde, sino expresando una reflexión al respecto de las áreas públicas de la ciudad.

Esto que sigue cuesta entenderlo bien; al menos a mí me costó mucho cambiar el enfoque que expongo a continuación. Las calles sí son de todos, pero no todos las usamos igual o con la misma equidad, es más, desde que se inventó el automóvil los que han podido comprarse uno han abusado del derecho de usar las vías públicas; han ido confinando a los peatones a banquetas diminutas e incómodas, los han obligado a usar puentes peatonales para poder circular a sus anchas y, al amparo del “progreso y el desarrollo”, han exigido la construcción de una infraestructura urbana carísima y excluyente para el ser humano que camina. Esta “filosofía” de ser el más importante en las calles es lo que hace ver el uso de los parquímetros como un abuso. Se lo plantearé del siguiente modo: la calle es de todos, pero el auto es un bien mueble de un particular que se mueve libremente, hasta abusivamente diría yo, en el espacio común; esto porque todo el tiempo, desde que existen los automóviles, así ha sido. Bajo esa premisa si yo quiero sacar mi lavadora a la calle, y luego de dar una vuelta por ahí con ella la quiero estacionar en alguna parte, debería de tener las mismas consideraciones que tiene el que hace eso todos los días con su coche. Es más, hasta podría exigir que me hicieran un carril especial para lavadoras, ¿o no? Una vez instaurado ese modo de usar las calles y que todos empezaran a sacar sus lavadoras a pasear como un nuevo orden, si el Ayuntamiento, el alcalde o quien fuera, me quisiera cobrar un derecho de piso por estacionar mi lavadora seguro que me molestaría. Un bien particular en una propiedad del Estado, entendiendo que el Estado somos todos, debería de pagar algo por el mantenimiento de las calles, el barrido de ellas, etcétera, ¿o no? Ahí se lo dejo para la reflexión.

Lo único malo que yo le veo a todo esto es que si ponen los parquímetros el dinero no se utilizará para beneficio de la ciudad, sino para el de algún amigo del alcalde o de alguien más.

 

 

 

Alejandro Hernández y Hernández

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