Algunas especies son gregarias y sus individuos todo lo hacen en manada, cazan o pastan juntos, crían, incluso, a sus cachorros en comunidad y se mueven de un lado a otro, en busca de caza o pastos, siempre comandados por un líder al que todo obedecen; ese orden jerárquico es el que les permite sobrevivir y mantenerse como una comunidad funcional.
Los seres humanos, también, nos regimos por órdenes sociales parecidos; siempre en todo grupo de personas hay un líder que los guía, a veces al despeñadero pero los guía. Esto se replica siempre en las instituciones que hemos creado para organizar nuestra sociedad. Tenemos un presidente, luego están sus subalternos que le ayudan a gobernar, luego los de éstos y así, en una cadena de mando que, en un mundo ideal, serviría para que la sociedad y sus miembros funcionaran correctamente. Desafortunadamente no siempre es así; tomemos, para ilustrar mi soliloquio, a la comuna de nuestra ciudad. En ella el líder, según se sabe, es el alcalde, luego pues siguen el síndico, los regidores, los directores, los subdirectores, etcétera; sin embargo, entremetidos en el tejido de la cadena de mando existen unos seres oscuros que usurpan o copian las funciones de los que están después del alcalde, permítame llamarlos, los achichincles.
Estos, mujeres u hombres, casi siempre nomás sirven para echar a perder todo el sistema y, las más de las veces, si el líder, en este caso el alcalde, no los gobierna con mano dura, acaban por descontrolar a toda la manada, vean por qué con algunos ejemplos.
Primero tenemos a la llamada Lady Banquetas, “alta funcionaria” municipal, encargada del Buen Gobierno o no sé qué diantres de departamento le inventaron, que muy oronda acostumbra a estacionar su camionetota encima de las banquetas, de ahí el mote; varias personas la ventanearon en las redes sociales, por eso y porque acostumbra a irse a hacer deporte en días hábiles. Hechos comprobados que el alcalde dejó sin sanción.
Luego fue otra, “alta funcionaria” también, conocida como Lady Sentido Contrario, la cual acostumbra, del mismo modo que la primera, a pasarse por el arco del triunfo el Reglamento de Tránsito, con agentes incluidos, a los cuales no le importa atropellar. Hechos documentados que el alcalde, otra vez, pasó por alto. Cabe recordar aquí también al famoso Osito Tequilero que, creo, es el único que ha sido corrido por tomarse vacaciones sin autorización. Y para cerrar con broche de oro tenemos al Gentleman de la basura, el subdirector de Limpia Pública del Ayuntamiento de Xalapa, Octavio Vázquez, quien fue remitido a San José por golpear a agentes de Tránsito, porque, según, hostigan a los empleados de Limpia Pública. Caso documentado en la prensa local y que, al parecer, tampoco el alcalde sancionará.
Si el líder de una manada no pone orden en ésta, tarde o temprano acabará perdiendo el control de ella y cada uno de sus miembros terminará haciendo lo que quiera. Parece que la inexperiencia le está ganando la partida a nuestro alcalde y el Ayuntamiento tiene, como se dice por ahí, ya muchos jefes pero pocos apaches.
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