Mando Único para los mismos policías
La propuesta del presidente Enrique Peña Nieto, contenida en un decálogo de acciones para frenar la inseguridad y la impunidad del crimen organizado, que ha infiltrado a casi todos los cuerpos policiacos del país, la cual contempla un mando único policial parece haber nacido muerta y, al parecer, ninguno de los asesores del Presidente se lo dijo.
Básicamente se trata de tener 32 policías estatales y no más de dos mil cuerpos policiacos municipales, por lo que la iniciativa del Presidente quiere desparecer a estos últimos para poder tener más control de los elementos que resguardan la seguridad de los mexicanos, mismos que, muchas veces son los primeros en cometer los delitos que nos afectan de grave manera y que han sumido al país en un estado de indefensión, en donde ya no se sabe si los buenos son los buenos o son parte de los malos.
Pongamos que, hipotéticamente, todos los cuerpos policiacos se depuraran; todavía quedarían dos problemas por resolver: qué hacer con los policías que corrieran por no pasar los exámenes de confiabilidad, y componer todo el sistema judicial. Porque en estas dos cosas parece estar el meollo del asunto; muchas veces hemos visto cómo luego de la disolución de alguna policía, por poner un ejemplo: la Intermunicipal de Xalapa Banderilla Tlanehuayocan, los elementos dados de baja, que algunos ya trabajaban “medio tiempo” para el crimen organizado pasaron a laborar de tiempo completo o, peor aún, formaron sus propias bandas delictivas de, cuando menos, cristaleros y ladrones de casa habitación. Resulta bastante irónico que sea el Estado quien entrene a los que, después, pasarán a perjudicar a los ciudadanos. Y en el caso del sistema judicial, llámense agentes investigadores, ministerios públicos, jueces y magistrados, la cosa se pone aun más complicada, pues la podredumbre está tan enquistada ahí que mero ni corriendo a todos se podría erradicar.
Los especialistas más optimistas han dicho que el Mando Único Policiaco, para ser algo tangible, tendrá que transitar por un periodo de ajuste de cuatro o cinco años, pues de primera mano habrá de vencer la resistencia natural de los alcaldes, mismos que en algunas regiones del país, como ya desgraciadamente hemos visto, son parte del crimen organizado y no querrán perder el poder que tienen sobre sus narcopolicías.
En fin, por buenas intenciones aquí no se para, el problema es corporeizar las iniciativas en beneficios tangibles para los ciudadanos, mismos que son quienes sufren directamente los embates de la delincuencia, tanto de la organizada como de la desorganizada.
En otro orden de ideas. El gobernador del estado, Javier Duarte de Ochoa, no las ha de tener todas consigo luego de que su iniciativa para una gubernatura de dos años no fue bien aceptada por los sectores políticos, empresariales y sociales, no al menos como él esperaba, pues gente de su propio partido, como los del clán Yunes y los diputados Ahued y Chedraui, gente del sector empresarial y hasta del clero veracruzano, han criticado duramente la idea. Estaremos atentos a lo que suceda en los próximos días, pues su aprobación, o su rechazo, definirán muchas cosas para el estado de Veracruz en los próximos años.
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