La doble campeona olímpica derriba uno de los muros más inexpugnables para el género femenino del deporte
Kirsty Coventry escribió para siempre su nombre en las enciclopedias universales al convertirse en la primera mujer de la historia en presidir el Comité Olímpico Internacional en sus 131 años de existencia. La doble campeona olímpica -siete medallas en cinco Juegos- superó en la primera votación a los otros seis candidatos. Entre sus rivales se encontraba Juan Antonio Samaranch, que aspiraba a ser el segundo de la saga entre los 10 presidentes del movimiento en toda su historia. Dichas elecciones se han celebrado en el resort The Westin Hotel de Costa Navarino, en la península del Peloponeso (Grecia).
Coventry, de Zimbabwe, 41 años, es en la actualidad la ministra de Deportes de su país -gobernado por el dictador Mnangagwa, del que dice desmarcarse- y accedió en 2013, como ex deportista, al COI, donde ha participado en distintas comisiones, incluidas las financieras. Era la candidata encubierta de Thomas Bach, el presidente saliente, al que sucederá en junio, cuando éste ponga fin a sus 12 años de mandato.
Pesó sin duda la fuerza de Thomas Bach, el presidente saliente, que ha nombrado a más del 70 por ciento de la actual asamblea y que ha elevado hasta 47 el número de mujeres en ese foro hasta alcanzar casi el 44 por ciento de la representación. Coventry logró en la primera votación la mayoría (49 votos), por lo que ya no fue necesaria una segunda. El segundo lugar lo ocupó Samaranch, con 28 votos y muy lejos, con 8 fue tercero Sebastian Coe.
La victoria de la africana, primera representante de este continente en acceder al cargo más poderoso del deporte, se entiende desde los datos. Hasta 1981 ninguna mujer fue miembro de la asamblea olímpica y sólo cuatro mujeres -Annika Sorenstam (golf), Petra Sörling (tenis de mesa), Zena Wooldrige (squash) y Regula Meier (esquí de montaña)- están al frente de las 43 federaciones olímpicas. El panorama es más sombrío en España con sólo una mujer (Elisa Aguilar, baloncesto) entre las 66 federaciones deportivas.
Todos los pronósticos de la prensa internacional saltaron por los aires de inmediato. Señalaban a Samaranch, pero como dijo uno de los candidatos, el presidente de la UCI David Lappartient, «el que entra Papa, suele salir como Cardenal». Los otros que habían presentado sus opciones eran Sebastian Coe, Feisal Al Hussein, Johan Eliasch y Morinari Watanabe.
El trabajo final del establishment de Bach surtió efecto. Era proclamar al mundo que la paridad de deportistas alcanzada en los Juegos Olímpicos de París no era una pose, sino una conciencia social. Necesitaban un golpe inmediato, para evitar luego que en otras rondas, los apoyos cayeran hacia el lado de Samaranch. Cuarenta y nueve, justo el número que se necesitaba para cerrar el triunfo. A Coe, con pocos amigos en la asamblea, se le castigó con crudeza: 8. Los mejores pronósticos de sus rivales no pasaban de 14 para el Lord.
Se consumó el movimiento que durante todo el invierno se ha ido cocinando. La nueva presidenta ha contado con ayudantes en la campaña, que tuvo que recortar más que sus rivales porque se encontraba embarazada. En Costa Navarino estuvo huidiza con la prensa, a la que burló para evitar preguntas incómodas sobre cuestiones de su país y la vulneración de los derechos humanos. “Es la peor ministra de la historia”, dijo de manera hiriente el luchador de UFC, Gorimbo.
Coventry abre un nuevo periodo, necesitado para el Olimpismo, cuya imagen ahora saldrá reforzada en la mercadotecnia como mínimo por su concesión. Necesita ganar carisma. El presidente del COI se sienta en la mesa de las grandes personalidades de la política mundial. Y en estos tiempos lobos como Donald Trump, Vladimir Putin o Xi Jinping, van a tener que ponerse una gran armadura para no mostrar la más mínima debilidad en respetar universalidad y valores.
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