Indigentes;, lo duro de vivir en la calle

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POR ROSA VÁZQUEZ

 

La imagen de los indigentes, adultos de la tercera edad y personas con discapacidad pidiendo dinero o durmiendo en las calles es cosa de todos los días en el centro de la ciudad, representa uno de los panoramas cotidianos y que en lugar de resolverse parecen irse agravando.

Erick es conocido por todos como “la momia” quizás por su aspecto flaco y sonámbulo que lo lleva a deambular por las calles y dormir lo mismo en las escalinatas de la catedral que en una banca del parque Juárez.

No tiene familia cercana y para poder comer y subsistir trabaja como cargador de bolsas afuera de Chedraui. Antes comía y descansaba en las instalaciones del Movimiento de apoyo a niños trabajadores y en situación de calle (Matraca) o en Cáritas, pero ya en ninguno de los dos lugares lo reciben.

Siempre huele a alcohol, toma constantemente para no enfrentar la realidad en la que vive. Y a veces, como en esta ocasión, llora sin consuelo pensando en lo que pudo ser, en la novia que le pide que no se acerque a ella, en la madre que nunca conoció y en la gente que se aleja porque le dicen que apesta.

De cualquier forma se considera una buena persona y un hombre trabajador, pero al día llega a sacar 30 pesos que sólo le alcanzan para tomar un refresco y comprarse una sopa instantánea, a veces un pambazo o unas galletas.

“Yo por eso vivo en la calle, si fuera asaltante o vendedor de drogas no estaría aquí. La vida de la calle es muy pesada, se vive frío”. Y muestra sus cicatrices, las que tiene en el pecho, las costillas y la cabeza, algunas las consiguió con peleas en la calle, otras por los golpes de la policía que todo el tiempo lo quieren ver fuera del centro de la ciudad.

Cuando se le pregunta si alguna vez ha recibido apoyo del gobierno municipal, estatal u otra dependencia de gobierno, ríe. “nada más me regalan un papel, en lugar de que me regalen unos zapatos. Fui como diez veces y son una porquería, nada más engañan a la gente”.

De lado derecho del lugar que se ha apropiado Erick en bajos de palacio municipal, una mujer levanta sus cosas en costales y las guarda atrás de una maceta para cruzar al parque y pedir dinero, pasos más adelante un hombre adulto duerme en la banqueta sobre una cobija sucia.

Del otro lado de la calle está Arturo Grajales originario de Actopan, viaja todos los días a Xalapa en un camión para buscar que la gente le de dinero y de esa forma subsistir. Tiene 37 años y tienen enanismo. Las piernas no le funcionan bien, por eso siempre anda con muletas. Tampoco puede ver del ojo izquierdo.

En Actopan ha buscado apoyo en el ayuntamiento, también en el sistema DIF, pero nunca lo ayudan, por eso prefiere tomar un camión a Xalapa y vivir de la caridad. “Me dicen que no hay apoyo económico”.

La respuesta del DIF estatal y el municipal de Xalapa siempre es la misma, se habla de la complejidad del asunto y la casi imposible forma de retirarlos de las calles o de hacer que permanezcan en sus hogares, no se puede. Todos vuelven a salir, algunos porque ese es su trabajo, vivir de las monedas que los xalapeños regalan, otros porque no tienen otra opción para poder pasar la noche.