Fregadazo por pachangazo

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JOSÉ CÁRDENAS

 

“Tiran más dos chichis que una yunta de bueyes”. Si no me cree, pregúntele al diputado Luis Alberto Villarreal, quien al ser destituido como coordinador de la bancada panista —junto con el vicecoordinador Jorge Villalobos, alias El Obsesivo—, paga con intereses, la factura de una noche de copas… una noche loca.

En la ruta de la desconfianza también quedan marcados: Alejandro Zapata Perogordo, enlace del líder Gustavo Madero con el Poder Legislativo; Martín López, tesorero del grupo; José Alfredo Labastida, secretario técnico; Othón Zayas, del VII Distrito de Sonora. Y aún hay más, quienes no salen en la imagen… por ahora.

A estas alturas no vamos a ponernos moralistas; total, cada quien sus virus. Sin embargo, a la dirigencia nacional panista no le causó la menor gracia el show de quebradita del más conspicuo de sus legisladores federales —arrimón incluido a la famosa Montana— y el desmadre que armaron sus demás compinches, compinchísimos —émulos de Pancho Cachondo— con una docena de lindas señoritas del Taboo y el Candy’s —celebérrimos antros de la costa jalisciense—.

Son los mismos diputados federales quienes un mes después de aquel “reventón” aprobaron la ley de trata de personas… y de paso satanizaron y criminalizaron el oficio más antiguo. De acuerdo a esa norma, tendrían que estar de 15 a 30 años de prisión y pagar de mil a 30 mil salarios mínimos de multa, solamente por haber contratado a las teiboleras… pero esa es otra historia y otro delito a perseguir…. mientras, que los juzguen en casa.

Por ahora, nadie ha comprobado que la pachanga haya sido pagada con recursos públicos. Se insinúa, sin embargo, que todo corrió por cuenta de Edelmiro Sánchez, un señor, quien sin ser panista, operaba todos los negocios de ese partido en Nuevo León; fichado por probable implicación en el homicidio del diputado local Hernán Belden (12 de septiembre de 2012) y detenido en 2004 por asuntos de drogas, según el periodista Ramón Alberto Garza. Edelmiro Sánchez ahora sirve al panismo en Jalisco, principalmente al alcalde de Puerto Vallarta.

Luis Alberto Villarreal, en su carta de descargo, hace énfasis en que se trató de un evento privado, aunque él, ni nadie, puede sorprenderse del efecto devastador de la grabación pecaminosa; después de todo, para eso se inventaron los videoescándalos. ¿O qué, no?

Preciso el tino y el tacto de quien grabó, guardó, difundió y quizá vendió el video. No se trata sólo de golpear al exprincipal operador de Gustavo Madero en San Lázaro. No. La mano que mece la cuna esperó paciente siete meses, dejó que Villarreal hiciera la chamba de las reformas estructurales, incluido el estira y afloja de la reforma político-electoral…

Es difícil pensar en el balconeo como una venganza por los cambios aprobados. El golpe apunta más a la grilla pura y dura, al pleito por posiciones, en vísperas de la contienda electoral del próximo año.

El golpe al alegre Villarreal va dedicado a Gustavo Madero, para debilitarlo justo en la víspera del proceso de selección de candidatos a cargos públicos.